¿Por qué la adolescencia es una etapa tan difícil?

La adolescencia se vive como 5 grandes transformaciones con sus 5 respectivos duelos. En esta etapa, la relación entre padres e hijos pueden suponer todo un reto.

duelos adolescencia

No es necesario apuntar que la adolescencia es una etapa compleja y difícil, tanto para los adolescentes como para los padres. Ambos se enfrentan a situaciones tensas o de desconcierto. De reorganización de las relaciones.

La relación entre padres e hijos en la adolescencia cambia y todos viven entre sensaciones nuevas y de pérdida.

La adolescencia: cambios y pérdidas

Se producen muchos cambios en la adolescencia y lo que todo esto significa es que el adolescente (y su familia) han de pasar también por una serie de pérdidas, descritas, por ejemplo, por el especialista en adolescencia Luis Martínez-Feduchi.

Porque, a nivel psicológico, no hay cambio (real) sin pérdida. Y toda pérdida importante pone en marcha los procesos elaborativos a los que llamamos procesos de duelo. Yo los llamo “los cinco duelos”, y se entremezclan y entrecruzan a lo largo de la pubertad y la adolescencia.

1. El duelo por el mundo perdido de la infancia

Muñecos, peluches y juegos infantiles son sustituidos, pero nunca del todo, por competencias adolescentes, juegos de conquista, intereses sexuales, juegos agresivos, juegos de adultos...

2. El duelo por los cambios físicos

Y por unas formas corporales con las que ya nos habíamos identificado, pero que van a cambiar radicalmente. Se abre así un incierto futuro para el cuerpo, que cambia (demasiado deprisa o demasiado lentamente) y que tal vez duela casi cada día durante la pubertad y adolescencia.

3. Renunciar a la omnipotencia de la infancia

Dejamos atrás la infancia y entramos en un periodo de dolorosa renuncia a los sueños de omnipotencia infantil: no controlamos nuestro cuerpo ni lo que nos pasa ni pasará. ¿Cómo vamos a controlar nuestra vida, nuestro futuro, ser todo lo que queríamos ser?

Nuestra vida tendrá limitaciones. Dependemos mucho, más de lo que nos gustaría, de los seres que nos rodean y nos quieren. Los sueños del “rey de la casa” y de la “princesa” (o de la “bella durmiente”) aparecen como irremediablemente trasnochados y se truecan por la urgente necesidad de encontrar a alguien con quien compartir emociones, intereses, vida... Pero es que, además, ese tercer duelo corre parejo con el cuarto:

4. La pérdida de los padres idealizados

O, mejor dicho, la pérdida de la idealización de los padres, que pasan a ser demasiado reales, “pobremente humanos”, llenos de defectos y conflictos, limitaciones y frustraciones. Un espejo para el adolescente de lo que “por encima de todo no quisiera ser”...

Sin embargo, el adolescente en transición sigue necesitando identificarse con su padre y su madre para cumplir varias de las tareas anteriormente descritas. Rechaza aspectos de él y de ella y acepta otros...

Todo ello en medio de tempestades emocionales y de conflictos con esos progenitores y tutores, conflictos que le llevan a no aclararse entre sus elecciones e identificaciones conscientes e inconscientes, al menos durante muchos momentos o periodos. Y todo ello, con las capacidades cognitivas y emocionales creciendo enormemente, lo que le permite percibir más y mejor los defectos de los adultos a los cuales, en el mejor de los casos, todavía idealizaba.

5. La pérdida de su posición en la familia

Y para colmo, todo lo anterior, así como las influencias sociales, lleva a que el adolescente pierda su posición en la familia, hasta entonces clara. Tiene que comenzar a vivir en una nueva situación, que busca y crea al tiempo. Una nueva posición en la familia y en la sociedad, lo que implica, indefectiblemente, pensar y fantasear con dejar a la familia o, alternativamente, en la regresión atemorizada ante ese futuro...

Los 4 mundos del adolescente

El conjunto de conflictos y presiones es tan complejo que el adolescente tiende a vivirlo en “mundos separados” por lo aparentemente completos y separados entre sí que están.: los momentos familiares, el mundo que comparte con otros adultos (familiares, profesores...), el imprescindible que comparte con otros adolescentes, y que vive como el mundo más real, y el mundo de su contradictoria intimidad.

Momentos familiares

El adolescente sigue necesitando sentirse parte de la familia, compartir y comunicar con ella. Necesita decirle lo que siente, sus temores, dudas, rabias, pérdidas, dolores, frustraciones...

Con otros adultos

Desde la escolarización y la entrada en el mundo de la tecnología, la exploración, el esfuerzo, el ejercicio físico... han aparecido otros adultos significativos, poderosos, acogedores o dignos para identificarse con ellos. Son las maestras y maestros, tutores, entrenadores, adultos influyentes, familiares...

Vivencias con amigos

El adolescente exhibe y defiende por encima de todo la importancia de sus vivencias con los otros adolescentes, con los amigos, camaradas, colegas,… Es el mundo “real”, el mejor de los mundos, que defenderá una y otra vez... sin creérselo del todo. Y luchará para que sus padres, tutores y cuidadores cedan su papel a favor de ese mundo de los adolescentes, y lo hará cuestionando los horarios, las actividades, a los mismos padres...

La difícil intimidad

Para que no se note su desamparo y desorientación, el adolescente se refugia en su intimidad, en sus dolorosas soledades y apabullantes aburrimientos y cansancios. Cambia de forma de ser, ante la sorpresa de los padres, pero salvo casos de aislamiento extremo (que requieren ayuda profesional), son momentos necesarios para que pueda elaborar y digerir lo que le está pasando.

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