Cuenta Suzanne Simard, investigadora de la universidad British Columbia, que los árboles de un bosque están conectados igual que las neuronas de nuestro cerebro y se envían mensajes e información.

Antes de morir, los más viejos pasan su energía y legado a los más jóvenes para que puedan aprovecharlo. Al saberlo, uno no puede evitar la pregunta:

¿Cuál será mi legado? ¿Qué quiero hacer con el tiempo que me queda?

Ondas que se expanden

En apariencia, cada vez que muere una persona desaparece con ella toda una biblioteca de sabiduría y de experiencias únicas.

Sin embargo, el profesor de psiquiatría Irvin Yalom habla de la propagación mediante ondas concéntricas o círculos concéntricos de la influencia que todos creamos, aunque no siempre seamos conscientes de ello, y que puede dejar huella en los demás durante años.

"El efecto que tenemos sobre los demás se transmite, a su vez, a otros, del mismo modo en que los círculos concéntricos que se producen al arrojar una piedra a un estanque se siguen expandiendo, aun cuando ya no sean visibles para nosotros. El concepto de ondas concéntricas se refiere a dejar algo de la propia experiencia de vida, algún gesto, algún buen consejo, alguna guía, algún consejo a los demás, sabiéndolo o no", escribe Yalom en Mirar al sol (Booket, 2009).

Para dejar nuestra huella tal vez baste con nuestra presencia, simplemente con existir. A menudo los demás recuerdan de nosotros aquello que hemos creído menos importante, como el niño que guarda en la memoria lo que sus padres no vieron por sí mismos.

No obstante, ciertas actitudes nos ayudan más que otras a expresarnos y expandir nuestra creatividad. A veces, por miedo o inhibición nos limitamos, adaptándonos a lo que se espera de nosotros. Esto nos impide desarrollar la fuerza que nos conforma como seres únicos y entregar a los demás el tesoro o don que solo nosotros poseemos.

Así serán tus huellas

1. No te preocupes por lo que piensan de ti

Es difícil sobrevivir sin tener nunca en cuenta la opinión de los que nos rodean, pero estar siempre pendientes de su aprobación y aceptación, además de un lastre, bloquea la libertad para ser.

Nos convertimos en esclavos de la imagen que queremos dar. Estamos dejando que los otros nos pongan el valor. Quererse a uno mismo no precisa justificación.

Conviene aprender a validar nuestras sensaciones internas y actuar más de dentro hacia fuera que de fuera hacia dentro.

Hay una regla que no suele fallar: cuando una persona respeta mucho el afuera, deja a menudo de respetarse a sí misma; y al revés, cuando una persona se respeta mucho a sí misma, suele despreciar el afuera.

¿En qué grupo estás tú?

Encontrar un equilibrio puede llevar toda una vida. Virgina Woolf, Dalí o Picasso fueron personas que siempre hicieron lo que les vino en gana sin pensar en los convencionalismos ni en si caían bien o mal… Y nos dejaron un gran legado que aún admiramos y sirve de referente a muchos.

2. Afronta el miedo a lo desconocido

Es la mejor forma de aprender algo nuevo. Y, si algo nos llevamos en esta vida, son experiencias. La enfermera australiana Bronnie Ware recoge que muchas personas antes de morir lamentan no haberse arriesgado más durante su vida para cumplir sus sueños.

Tal vez se trate solo de jugar más y de no abandonar esa capacidad que todos tenemos de experimentar lo nuevo y de aprender disfrutando, sin tanto control, permitiéndonos abrirnos a la imaginación. Recuperar el alma mientras hacemos y creamos, aparcando las inercias y los automatismos.

3. Ten el valor de ser coherente

Para ser coherentes con nuestra esencia también es necesario a menudo ser valientes, lo que es asimismo nuestra responsabilidad como seres humanos. Sirve preguntarse: "Si mi hijo se encontrara en esta misma situación, ¿qué me gustaría que hiciera: que se conformara o que se arriesgara?".

Tal vez, si nosotros nos atrevemos, a él le allanemos también el camino para cuando se encuentre en un dilema parecido. No hay que evitar los enfrentamientos, aunque tengamos que pagar un precio por ello. Es en la discusión donde solemos quitarnos las caretas y mostrarnos.

Los disfraces han quedado fuera, lo que puede resultar muy incómodo, es cierto, pero puede convertirse en la forma de encarar la verdad y empezar a tener unas relaciones más auténticas que valgan realmente la pena.

Para ello habrá que sobrellevar la culpa "buena" que implica aceptar pagar el precio de una acción y aceptarse profundamente a uno mismo en todas sus facetas.

4. Trasciende el perfeccionismo

Puede resultar un obstáculo porque el miedo al fracaso que conlleva el perfeccionismo nos puede llevar al inmovilismo. Es tan peligroso como la comodidad o el pesimismo. Porque innovar no siempre significa hacerlo bien todo desde el inicio.

5. Abre tu vida a la utopía y la locura

Pregúntate de vez en cuando: si estuviera loco, ¿qué haría? Probablemente en esta respuesta encontrarás muchos de los deseos y sueños que ni tan solo te atreves a nombrar por miedo.

En la formación de Gestalt hay un ejercicio llamado el "terapeuta loco". Consiste en conectarse exclusivamente con tu interior y hacer o decir al paciente lo primero que te viene a la cabeza. Sucedían auténticos milagros. Ya lo decía en su libro Guillermo Borja La locura, lo cura (La Llave, 2004).

6. Conéctate con tu ser, más allá del ego

Según el psicólogo Abraham Maslow, todos tenemos un núcleo que nos impulsa a realizarnos como seres únicos y que lucha siempre por expresarse.

No hacerlo perjudica a la salud, porque, según él, la enfermedad "procede de la negación del potencial humano. La buena vida es la búsqueda de ese potencial y llevar diariamente la vida que este anima. Este enfoque concierne a las más altas posibilidades de los seres humanos".

Lo que significa ir más allá de lo que creemos ser –y de las definiciones que nos limitan–, para darnos la oportunidad de convertirnos en aquello que aún no somos. Cuando nos trascendemos a nosotros mismos, nos abrimos a nuevas posibilidades venciendo creencias y miedos.

7. Permítete fluir con el tiempo

Cuando más expresamos nuestra singularidad es cuando la tarea que realizamos nos absorbe por completo haciéndonos perder la noción del tiempo y de nosotros mismos. Requiere toda nuestra implicación y el placer de ejercerla es máximo.

Lo explicaba muy bien el guitarrista Paco de Lucía en La Vanguardia hablando de su lucha por encontrar la mejor expresión de su arte: "Mientras toco, estoy buscando ese equilibrio en el que todo fluye". Y cuando lo consigues: "¡Levitas! Desaparece todo miedo, toda inseguridad, toda pelea". ¿

Qué te hace sentir esto en tu vida?