Escribir un diario tiene múltiples beneficios, tanto emocionales como físicos. Nos ayuda a mejorar la autoestima, a ser más conscientes de nuestras emociones y a evaluar nuestros comportamientos. También reduce el estrés y ayuda a dormir mejor.

Además, según recientes estudios, quienes escriben un diario refuerzan su sistema inmunológico y aumentan la capacidad de autocuración del organismo, siendo capaces de superar, antes que el resto, procesos infecciosos. También cicatrizan antes las heridas, no solo las emocionales, también las físicas.

Sí, escribir un diario es muy beneficioso. Por eso, en más de una ocasión, nos hemos planteado empezar. Incluso hemos empezado, pero no hemos sido capaces de convertir el impulso en una rutina, como lo es la higiene o la alimentación.

¿Falta de tiempo? ¿De espacio? ¿De ideas? ¿De no saber qué escribir? ¿De no saber cómo hacerlo? Estos son algunos de los frenos más habituales cuando queremos incluir en nuestros hábitos algo que sin ser higiene o alimentación, es higiénico y nos alimenta.

Sea como sea, lo primero es tener ganas. O curiosidad. O cierta inquietud. Con esto basta para empezar. Luego, veremos que funciona. Que es útil. Que es casi mágico. Y que, poco a poco, escribir se convierte en una herramienta de crecimiento y desarrollo personal que usamos día a día; que usamos a diario.

Cómo escribir tu diario… antes de empezar

Dicen que hasta el más largo de los viajes empieza por un primer paso. En parte es cierto. Solo en parte. Antes está la preparación para poder dar ese paso con la garantía de no abandonar a los pocos metros. Aquí pasa lo mismo. Necesitamos empezar antes de empezar. Prepararnos la ruta. El material. El recorrido.

Escoge TU diario

Dediquemos un tiempo a ir a una papelería y elegir un cuaderno que nos guste. Uno que sea especial, que nos transmita algo. Hay muchas opciones y de muchos tipos. Más grandes, más pequeños, lisos o de colores o, incluso, personalizados por nosotros. Da igual. Lo importante es que el nuestro sea EL NUESTRO. Y ya que estamos, escojamos también un bolígrafo. Si escribir es un acto casi mágico, el bolígrafo es nuestra varita. Y cada mago tiene la suya.

Escoge TU lugar

Recordemos que se trata de generar un hábito. Un día a día. Por eso es conveniente tener un lugar donde escribir. Un espacio en el que nos sintamos cómodos. Da igual dónde. Aquí lo importante son nuestras sensaciones. Y no hay reglas. Tal vez prefiramos escribir en medio del bullicio de una cafetería. O en la quietud de una biblioteca o en la intimidad de una habitación de su casa. Sea cuál sea el lugar, que sea el nuestro.

Escoge TU tiempo

¿Cuándo lo haremos? ¿En qué momento del día? ¿Cuánto tiempo vamos a invertir? Importante: seamos realistas y, sobre todo, no demasiado optimistas. Es decir, busquemos esos momentos en los que podemos contar con un tiempo de calidad para escribir. ¿Cuánto? Entre 20 y 30 minutos es perfecto. Es preferible escribir cada día un rato que darse un atracón los sábados por la mañana.

Qué escribir en tu diario y cómo hacerlo

Estamos listos. Ha llegado el momento de empezar a escribir, pero… ¿De qué escribo? ¿Cómo lo hago? ¡Si yo no sé escribir! Seguro que nos reconocemos en este tipo de pensamientos. Buenas noticias, son falsos.

Primero, todos sabemos escribir. Bien o mejor, pero saber, sabemos. No se trata de hacer una obra literaria. Lo importante es escribir sobre cosas que nos han pasado a lo largo del día. Pensamientos que nos han venido a la cabeza y que nos han provocado algún sentimiento. Anécdotas o conversaciones que hemos escuchado sin querer mientras íbamos en el autobús. Da igual el qué, lo importante es:

Escribir desde la emoción

No basta con hacer un inventario de anécdotas o acontecimientos de nuestro día, se trata de conectar estas anécdotas o acontecimientos con nuestras emociones y, así, conectar con nosotros mismos. ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo crees que hemos hecho sentir nosotros a los demás? ¿Cómo nos gustaría habernos sentido? ¡Seamos sinceros!

Escribir desde la sinceridad

Desde la honestidad. Escribir es un espejo que nos ponemos delante. Un espejo que refleja todo aquello que necesitamos para progresar, crecer y reconocernos. La imagen será más nítida cuanto más sinceros seamos con nosotros mismos. Sin miedo.

Nuestro diario es nuestro espacio de libertad. No nos juzguemos. No nos ocultemos. Si lo hacemos bien, habrá un momento en el que ya no estaremos pensando que estamos escribiendo. Simplemente estaremos escribiendo. Y nos soltaremos. Y fluiremos con la escritura.

Escribir a mano

No es una regla, pero sí un buen consejo. Cuando se trata de escribir un diario es preferible hacerlo a mano. ¿Por qué? Justamente porque estamos hablando de conectar con nosotros mismos. Desde la sinceridad y la valentía. Desde el análisis y la reflexión.

Escribir a mano, en contra del tecleo mecánico y lineal, ayuda al aprendizaje y a la recuperación de la memoria, así como activa partes del cerebro vinculadas con el sonido y significado de las palabras. Dicho en otras palabras. Hay más vida. Hay más personalidad. Además, sin duda, el boli y el papel no se quedan sin batería. Pero, si alguien prefiere teclear, bienvenido. Lo importante es no parar de escribir.

Consejo: ¿Qué hacer con lo que he escrito en mi diario?

Nos hemos preparado. Hemos encontrado el tiempo y el espacio. Nos hemos dedicado tiempo a nosotros mismos y hemos conseguido escribir. Día a día, descubriendo el poder de la constancia. Además, nos hemos liberado. Y hemos sido sinceros, pudiendo escribir y enfrentarnos a nuestras emociones desde la sinceridad. Por si esto fuera poco, nos hemos sentido bien. Ahora, ¿qué hacemos con lo que ya hemos escrito?

No lo leas

Por lo menos no de forma inmediata. No justo al terminar la primera sesión de la primera página. Esperemos.

¿Por qué? Porque si releemos hay el peligro de que seamos demasiado críticos con nosotros mismos. A dejar que las excusas y ciertos ataques nos hagan dudar. Y no es el momento de dudar. No es el momento de pensar que esto no me gusta. Que escribo fatal y excusas por el estilo.

Es el momento de escribir. De seguir escribiendo. Pues, ¡sigamos! No es buena idea, justo al empezar un viaje, volver la vista atrás.

La magia radica en que lo que escribimos no se queda solo en el papel. Esas reflexiones y esas emociones nos las llevamos puestas

Se queda en nosotros. Y empezaremos a mirar la realidad desde un punto de vista más consciente, más empático y más emocional.

Que no lo lean

Sobre todo al principio, es preferible mantener nuestro diario personal así, personal e intransferible. Esto nos ayudará a soltarnos.

Uno de los grandes frenos que podemos encontrar es escribir como si nos fueran a leer. Es un error

En las páginas de nuestro diario debemos sentirnos libres. Sin frenos. Permitirnos ser, incluso, contradictorios. Para ello es mejor mantenerlo fuera del alcance de las miradas de los demás.

Tolstoi y sus 3 diarios

Cuentan que León Tolstoi, el genial escritor ruso autor de, por ejemplo, Guerra y Paz, una de las obras más importantes de la historia de la literatura, escribía simultáneamente tres diarios.

  1. Uno lo dejaba mal escondido, y principalmente estaba destinado a que lo “descubriera” su mujer. Es de suponer que, en este primer diario, Tolstoi no era del todo sincero y se limitaba a decir cosas asumibles, que tranquilizaran a su esposa.
  2. El segundo diario lo escribía con la intención de que, una vez muerto, viera la luz y se publicara. Tal vez este segundo diario era más sincero que el primero. Pero también más intelectual. Con cierta impostura. Qué decir y qué reflexionar para quedar bien. Es de suponer que fuera un ejercicio de pensamiento, pero no de sentimiento.
  3. En cambio, el tercer diario… el tercero es otra cosa. Tolstoi lo llevaba siempre encima y nadie sabía ni que existía. Este, sin duda, era el verdadero diario de León Tolstoi. El de la emoción. El de la sinceridad más radical. El espejo en el que verse reflejado.

Pero hoy, en la edad de la súperexposición pública, hay autores que han hecho de sus memorias, reflexiones y sentimientos el proyecto literario de su vida. Es el caso de Karl Ove Knausgård, el célebre autor noruego de la serie Mi Lucha, donde a modo de diario narrativo expone toda su vida a lo largo de seis tomos. Con total transparencia. Sin esconder nada. Sin ahorrarse sentimientos, sean más o menos duros consigo mismo o con sus seres queridos.

Cuando empezó no era famoso, ni apenas leído. Nada que hiciera suponer que su vida interesaría a nadie. Error. Porque empezando por uno mismo, la vida contada interesa a cualquiera que esté vivo.