Nos mal enamoramos.

Sentimos que sin las otra persona no somos nada.

Que lo que ella opine sobre nosotros y nosotras es la realidad.

Que de la manera que nos ve así somos.

Que su estado de ánimo ha de influir en nuestro estado de ánimo.

Nos mal enamoramos.

Y esperamos a ver de qué humor está para estar felices.

Y no decimos nunca que no por miedo a que nos abandone.

Y dejamos de hacer lo que nos gusta porque a esa persona le molesta.

Y si nos desprecia pensamos que es nuestra culpa.

Nos mal enamoramos.

Porque nadie nos dice que el amor no duele.

Que en el amor es crecer en compañía.

Que el amor es un lugar en el que ser tú.

Que el amor es lo contrario al sufrimiento o a la pena.

Que el amor no es dar libertad es entender que la otra persona es libre.

Que no hay nada que proporcionar porque el otro es sin ti.

Era y será.

Que el amor es siempre una posibilidad para conocerte.

Para ser mejor.

Que en el amor no es un medio para conseguir algo.

Ni tampoco un fin.

El amor es aquello que te sucede y te da poder para enfrentarte a la vida.

En el amor, en el buen amor, nadie se muere por nadie.

Nadie depende de nadie.

Nadie es propiedad de nadie.

Nos mal enamoramos.

Y llamamos amor a tantas cosas que son necesidad o miedo.

Que tenemos que aprender a querer de nuevo.

A reconocernos.

A quedarnos solos y solas y no en relaciones mediocres.

Y a saber el momento exacto en el que el buen amor aparece.

Para no dejarlo escapar más.