Aunque nos esforzamos mucho en lo que vamos a decir, no solemos prestar tanta atención a cómo vamos a decirlo. Con qué tono. Con qué pausas. Con qué intensidad. Nuestra voz cuenta muchas cosas de nosotros, a veces más que las propias palabras.

Mundo emoticono

Todos sabemos qué significan :-) :-( o ;-).

Sí, son emoticonos, símbolos que, en un texto, ponen el acento en una emoción, de ahí su nombre. Hoy esta secuencia de caracteres del teclado nos puede resultar arcaica, acostumbrados como estamos a sofisticadas caritas amarillas, grandes corazones que incluso palpitan, monitos que se tapan los ojos y casi todo lo que nos podamos imaginar.

Sin embargo, el primero en entender que :-) nos ayudaría a incidir en el tono necesario en un texto escrito fue Scott Fahlman. En 1982, este profesor de la Universidad Carnegie Mellon (EE UU) se percató del creciente número de malentendidos que se producían al intercambiarse mensajes en los paneles electrónicos para discutir, online, ciertos temas.

Al eliminar la emoción, eliminamos la parte esencial del sentido, que es el sentimiento.

Estos mensajes, textos sin voz, sin gesticulación, sin matices, sin, en definitiva, alma, avanzaban los problemas que iban a darse en plena era de la comunicación.

¿Necesitamos emoticonos en la vida real?

La respuesta es no. Poseemos una herramienta infalible para transmitir los sentimientos que existen detrás de las palabras, darles alma y comunicarnos desde el corazón. ¿Cuál es esta herramienta? La voz. Y con ella el tono, la tonalidad, las pausas, la intensidad, los silencios…

Las palabras que pensamos salen de nosotros envueltas en aliento, y así emprenden el viaje hacia el otro. Nuestra voz puede lograr que las palabras expresen lo que queremos o, por el contrario, sean malinterpretadas, o que se entienda el sentido pero no se comprenda el sentimiento con el que las hemos hecho salir de nuestro interior, provocando sensaciones de soledad, frustración y aislamiento.

Pensaremos que nadie nos entiende cuando, en el fondo, no nos hemos explicado bien. Hemos usado las palabras correctas, precisas y bien seleccionadas, pero no hemos prestado atención a nuestra voz.

La voz es como la música

Como dice Tracy Goodwin, coacher especializada en el uso de la voz para conectar con los demás emocionalmente:

“La voz es la orquesta del corazón. Es el instrumento que expresa exactamente cómo nos sentimos”

Tanto es así que incluso podemos percibir el sentimiento sin comprender el significado de una sola palabra.

Pensemos en esta escena. Estamos en el autobús y hay dos personas hablando en una lengua totalmente extraña para nosotros. Aun así, sabremos si se están peleando o están hablando de algo común e intrascendente o si estamos presenciando una declaración de amor.

Más allá de lo que están diciendo, nuestro corazón será capaz de entender todo aquello que nuestra cabeza no alcance. Como sucede en la música. Y es que la voz es música y la música es un lenguaje universal.

De la orquesta del corazón, nosotros somos los directores. Y podemos hacerla sonar tal y como queremos, tal y como nos sentimos, tal y como necesitamos.