Las alucinaciones durante el sueño pueden vivirse como reales. Se trata de un fenómeno conocido dentro de la psiquiatría con el término de alucinaciones hipnagógicas. Las personas que las sufren, al entrar en vigilia viven escenas terroríficas y no son capaces de diferenciar el sueño de la realidad.

Alucinaciones hipnagócicas: qué son

Técnicamente, las alucinaciones hipnagógicas como las que viven las protagonistas de "Detrás de tus ojos" son percepciones producidas en el estadio de duermevela, en las que el sujeto ve ante sí una figura – humana o de otro tipo –, que porta un mensaje y ante la cual surge un sentimiento de inmovilidad total. Son terrores nocturnos.

La claridad de esa presencia hace pensar que se está despierto, pero en realidad se está dormido, o en una especie de estado hipnótico, en el que predominan las imágenes, aunque comandadas por nosotros mismos desde nuestro inconsciente. Surgen, sin embargo, una serie de preguntas al respecto.

¿Qué motiva este tipo de experiencias? ¿Qué función psíquica cumplen? ¿Son perturbadoras o apaciguadoras? ¿Existen patrones comunes? Te lo explicamos a continuación.

Alucionaciones hipnagógicas: cómo se viven

En algún momento de nuestras vidas todos hemos oído o vivido episodios de este tipo de sensaciones, aunque hayan sido de manera muy fugaz. El yerno que frente a la ausencia al funeral del suegro dice: esta noche me ha visitado tu padre, estaba ahí, delante de mí, y me ha dicho que está bien y que no me preocupe por nada.

También está quién, tras problemas de herencia dejados por el difunto, ve aparecerse su imagen diciendo: en esta casa nunca faltará dinero. Estas apariciones suelen tener un carácter benévolo, en el que de alguna manera, se compensa y satisface un deseo, prestándole voz a un personaje con el que hay asuntos pendientes, pero que se resolverían imaginariamente.

En este sentido siguen las premisas que Freud establecía para la formación de un sueño. El hecho de haber dejado cuestiones pendientes durante el día se convierte en el motor de las creaciones oníricas. El que el cuerpo esté en reposo y cortados los estímulos de la realidad, facilita la carga en imágenes.

Pero ¿qué sucede con las visitas del diablo o de algún personaje malévolo por el que nos sentimos perseguidos y que son responsables de nuestra inmovilidad?

  • En estos casos podemos aventurar que se está añadiendo un componente de culpabilidad. El sujeto, a través de ese fantasma, está emitiendo un juicio de valor condenable sobre sí mismo. Esa presencia intimidante es la representante de una crítica social de tipo moral, comportamental o de fracaso de expectativas que nos hacemos nosotros.
  • El sentimiento de opresión en el pecho y de inmovilización que acarrean, no son sino el castigo que se inflige el durmiente a él mismo. Su fallo le parece imperdonable.
  • Si en un sueño normal la desfiguración de las situaciones, discursos y personajes nos permiten disimular y atenuar los temas pendientes de nuestra vida, hasta el punto de despertarnos cuando el relato es demasiado duro, en el caso de estas alucinaciones dramáticas, se han sobredimensionado las fuerzas moralizantes, y se siente que no se puede escapar de ellas. Es la aparición la que parece tener el poder.

Al creerse que se está despierto el sentimiento de impotencia y sensación de ahogo frente a esa situación es de grado máximo.

Por qué no se puede distinguir el sueño de la realidad

¿Cómo es posible que una persona crea que está en la realidad, pero esté dormida? Y ¿cómo es posible que no se dé cuenta del tipo de espectro que tiene delante?
Trasladémonos, por un momento, a una sesión de hipnosis.

El hipnotizador, una vez conseguido que el sujeto entre en trance a través de sus palabras, introduce al hipnotizado en un determinado escenario. Le dice que está en la playa un día de verano y que en la orilla hay una barca con remos. Entonces comienza a darle órdenes. Cuando yo cuente hasta tres, vas a abrir los ojos, vas a ir hasta allí, pondrás tu toalla en la arena y después verás que hay una barca. Súbete en ella y comienza a remar.

Podemos comprobar el cómo el sujeto, aún con los ojos abiertos, cree estar en esa playa y se comportará exactamente de la manera que le ha dicho el instructor. El remero no dejará de remar hasta que no haya una nueva orden que se lo dicte o hasta que el hipnotizador le mande despertar. Sería inútil que algún espectador lo quisiera sacar del ensueño porque él no se siente dormido. Cree estar en la realidad de esa otra escena comandada. Por si fuera poco, el hipnotizado no ve la realidad real. Está ahí, pero él no la percibe.

La primera apreciación que se desprende es que hay una gran diferencia entre la vista y la mirada. El ojo como órgano puede ver, pero lo que se registra con él viene determinado por la mirada, es decir, por lo que nuestra mente organiza eligiendo, destacando o rechazando los estímulos visuales externos e internos. Lo mismo sucede con el oído. Nuestra sordera o persuasión se hará selectiva y dependerá también de las combinatorias auditivas que nos permitamos escuchar.

Entonces, si volvemos de nuevo a las alucinaciones hipnagógicas, lo primero que podemos concluir es que, sean de tipo positivo o negativo, el hipnotizador somos nosotros mismos. Una parte de nuestro psiquismo está puesto como censurador/mandatario frente al sentimiento de fallo que hayamos tenido en esos días.

¿Se pueden controlar alucinaciones nocturnas?

El surgimiento de una figura enrarecida como un holograma apunta, por una parte, al grado de carga del conflicto que representa; por otro lado al hecho de que no nos han funcionado nuestros mecanismos de defensa habituales frente al mismo, como sí sucede en el soñar normal.

Por esta última razón suelen ser fenómenos excepcionales en el común de los humanos, si bien, cuando toman un carácter repetitivo e invasivo hay que profundizar para descartar que no se trate de alucinaciones, propiamente dichas, de las psicosis.

La forma en la que suelen desaparecer está conectada con ese estado de dormido pero despierto, o despierto pero dormido.

Quiere decir que, o bien el sujeto pasa al estado corriente de dormir y soñar; o bien algo lo despierta y lo conecta con la realidad real. En la serie "Detrás de sus ojos" de Netflix, que parte de la idea de las alucinaciones nocturnas pero se desarrolla en la ficción y el suspense, las protagonistas logran controlar esas imágenes con un método muy peculiar (no revelaremos más para quien no haya visto la serie).

En la vida real, la mejor prevención será irnos a dormir con el máximo de cuentas pendientes del día resueltas, o abiertas ampliamente a la conciencia. Será de esta manera como podamos descargar las representaciones imaginarias susceptibles de devenir intrusas en nuestro descanso. Aunque no estén elaboradas del todo, habremos disminuido su carga y el sistema defensivo psicológico del sueño tendrá aligerada su tarea.