• El enamoramiento no es una emoción, sino un impulso, una necesidad fisiológica del ser humano.
  • Una serie de estructuras cerebrales se han ido desarrollando desde hace millones de años, dando lugar a la especialización de circuitos neuronales que conforman tres sistemas cerebrales independientes e interconectados que se activan en nosotros: el cerebro de la atracción sexual, el cerebro del amor romántico y el cerebro de la creación del vínculo. Son las tres caras del amor.
  • Estos tres sistemas cerebrales (lujuria, amor romántico y apego) no están bien conectados a nivel cerebral y podemos sentirlos a la vez.

Este poderoso estado, vivir el amor, se acompaña de cambios fisiológicos que han sido detenidamente estudiados por la neurociencia. Una de las propuestas más interesantes y seductoras es la de la doctora y antropóloga Helen Fisher y su equipo de la Universidad de Rutgers (EE. UU.), que considera que existen tres sistemas cerebrales relacionados con el amor que interactúan entre sí: el impulso sexual, el amor romántico y el cariño o apego tras una larga relación.

El amor, a examen

En 1998 inició una investigación con un grupo de 32 personas que declaraban estar enamoradas a las que se les hizo una resonancia magnética para ver qué conexiones se producían en el cerebro. En quienes estaban enamorados hallaron actividad en la zona tegmental ventral del cerebro, que produce dopamina, y en el núcleo caudado. Ambas zonas forman parte del sistema básico de recompensa, que se asocia con la motivación por conseguir unos objetivos. El área de la zona tegmental ventral en la que encontraron actividad es la misma que se activa cuando la persona experimenta el llamado subidón de la cocaína. Esto indica que el amor romántico no es una emoción, sino que es un impulso, una necesidad fisiológica del ser humano.

Una serie de estructuras cerebrales se han ido desarrollando desde hace millones de años, dando lugar a la especialización de circuitos neuronales que conforman esos tres sistemas cerebrales independientes e interconectados. Los aspectos individuales, educacionales, culturales y sociales están presentes en el desarrollo de cada uno de ellos.

El amor romántico no es una emoción, sino un impulso, una necesidad fisiológica del ser humano

Según Fisher, algunos de los mecanismos que se activan en el enamoramiento son iguales en hombres y mujeres, como el núcleo caudado y el área tegmental ventral que antes comentábamos. Sin embargo, existen diferencias: en hombres, se detecta más actividad en parte del lóbulo superior, que se asocia con la integración de los estímulos visuales, mientras que en las mujeres las áreas que entran en juego están relacionadas con la memoria y los recuerdos.

Tres cerebros por activar

Las actividades cerebrales que se producen cuando se está enamorado solo suceden una vez en la relación de pareja, pues a lo largo del tiempo el amor se va convirtiendo en cariño y apego. Helen Fisher también aclara por qué se dice que el amor es ciego. Cuando estamos enamorados, un área del cerebro se desactiva. Es una parte de la amígdala cerebral que se relaciona con el miedo. Por eso no vemos los aspectos que no nos gustan y aceptamos el resto. También explica que es muy posible sentir un profundo apego por una pareja con la que uno lleva mucho tiempo y a la vez estar locamente apasionado por un amor romántico hacia otra persona distinta, y, además, sentirse atraído sexualmente por otros individuos.

Es imposible sentirse locamente apasionado por un amor romántico hacia más de una persona al mismo tiempo

Estos tres sistemas cerebrales (lujuria, amor romántico y apego) no están bien conectados a nivel cerebral. Pero es imposible sentirse locamente apasionado por un amor romántico hacia más de una persona al mismo tiempo: está asociado con la obsesión hacia una persona, y es imposible obsesionarse con dos personas a la vez. Vamos a adentrarnos un poco más en los distintos sistemas cerebrales que nos activa el amor...

El cerebro de la atracción sexual

Una tormenta hormonal y cerebral se constituye en la fuerza más poderosa encaminada a satisfacer el deseo erótico. Su objetivo es la aproximación y la unión de la pareja, que culminará en la unión sexual, la forma más cercana en que dos seres humanos pueden llegar a estar. Eso sucede por la activación de circuitos que llevan información somatosensorial de los genitales al cerebro y gracias a la activación del hipotálamo, que pone en marcha un sistema de atracción a través del efecto de las hormonas de la excitación, la adrenalina y las hormonas sexuales, testosterona y estrógenos.

Su liberación se acompaña de una modificación del estado de ánimo con sensación de bienestar, optimismo y euforia. Se asocia a comportamientos de ansiedad, obsesivos o carentes de juicio y objetividad en la evaluación del amado. El sistema entero se dispara ante determinados estímulos –como podría ser una imagen erótica–, que se acompaña de un aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, cambios metabólicos que aumentan la capacidad muscular, y cambios en la sangre que incrementan la disposición de oxígeno. Los cambios en la fase de atracción sexual se superponen en la siguiente: el amor romántico.

El cerebro del amor romántico

El amor romántico nace en la corteza cerebral y, a través de las vías neurales del sistema de recompensa y los centros del placer, activa el sistema endocrino y sus hormonas. La liberación de dopamina inhibe unas áreas cerebrales y activa otras –conocidas como el “circuito del amor”–, especializadas en el cariño, el placer sexual y la risa, el establecimiento del vínculo y el estado de relajación.

En el enamorado permanecen inhibidas las áreas cerebrales encargadas de la búsqueda de otra pareja

Ahora toda la atención y la energía se ponen en una sola persona y aparece una intensa atracción imposible de reprimir. Los centros del placer que forman parte del sistema de recompensa se encargan de procesar las emociones positivas, regados generosamente con dopamina. El núcleo caudado se asocia a las sensaciones placenteras, la excitación sexual y la motivación por conseguir objetivos, y el área tegmental ventral, cercana al hipotálamo, enciende el estado de deseo, motivación y concentración. Todo ello se traduce en un estado de exaltación en que el enamorado se desvive en una intensa euforia y ansia por estar todo el tiempo conectado al objeto de su amor. Junto a ello permanecen inhibidas las áreas cerebrales encargadas de la búsqueda de otra pareja.

El cerebro de la creación del vínculo

Conforme la dopamina va decayendo y la intensidad de las emociones se reduce, aparece una fase de mayor calma y madurez. Predominan las sensaciones de seguridad, adaptación y pertenencia. La obsesión cede paso ahora a un estado de placidez y comodidad, en que también aparecen diferencias de gustos y puntos de vista, así como los defectos del otro, hasta ahora ocultos bajo un estado irracional.

El sentimiento se hace más maduro, más suave, pero más profundo y perdurable

El proceso avanza hacia un nuevo tipo de amor fisiológicamente más beneficioso para la salud a largo plazo, y el sentimiento se hace más maduro, más suave, pero más profundo y perdurable. El deseo satisfecho permite la activación de otras regiones cerebrales y ganglios basales donde residen los centros de la saciedad, que inducen estados de bienestar y paz, regulados por sustancias opiáceas, oxitocina y vasopresina. Estas hormonas constituyen la base bioquímica del amor prolongado.

Las claves de las tres caras del amor

1. La atracción sexual

  • Dura unos meses.
  • Se activa el hipotálamo.
  • Es el momento de la pasión.
  • Las sustancias implicadas son la testosterona y los estrógenos.
  • En tu cuerpo aumenta la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial.

2. El enamoramiento y la intimidad

  • Dura entre 2 y 4 años.
  • Se activa el sistema de recompensa cerebral.
  • Es el momento del optimismo, el bienestar y la euforia.
  • Las sustancias implicadas son la dopamina, la norepinefrina y la serotonina.
  • En tu cuerpo aumenta el ritmo cardíaco, aparece la pérdida del apetito y del sueño.

3. La formación del vínculo

  • Dura indefinidamente.
  • Se activan los centros cerebrales de la saciedad.
  • Es el momento del compromiso, el cariño y la ternura.
  • Las sustancias implicadas son las endorfinas, la oxitocina y la vasopresina.