Cuando llegamos a la adolescencia, con los cambios corporales y psicológicos de la pubertad que vivimos, sencillamente, ya no podemos mantener la misma identidad que cuando éramos niños. En ese momento la habilidad para distinguir nuestro propio yo, nuestra identidad, y la idea que tenemos de nosotros mismos entra en crisis.

Y, por si fuera poco, los demás comienzan a tratarnos de otra forma. Y como adolescentes tenemos que aclararnos en medio de las complejas tareas que el mundo adulto nos impone hoy.

Cambios, presiones, emociones intensas, peleas y demás sucesos propios de la edad ponen en crisis incluso nuestros mecanismos elaborativos, la forma que tenemos de enfrentarnos a los conflictos, las presiones y las pérdidas.

Los 6 desafíos más transformadores: de niño a adolescente

El niño-hoy-haciéndose-mayor debe afrontar seis tareas fundamentales. Unas son más difíciles de resolver que otras y algunas son solo propias de nuestra sociedad occidental. Conocer y entender los seis desafíos por las que transitan nuestros jóvenes, seguro que puede ayudarnos a comprenderlos y apoyarlo en esta fase vital de su crecimiento.

1. Primera tarea: lograr una identidad

Es, sin duda, la más compleja y fundamental. Porque el final de la adolescencia significa, sobre todo, a nivel psicológico haber adquirido, construido y estructurado las bases permanentes de nuestra propia personalidad.

2. Segunda tarea: la relación dependencia-autonomía

Es necesario tomar una posición ante el conflicto constante entre dependencia y autonomía: cuánto, hasta qué extremo y de quién ser dependiente. Y hasta qué grado y en qué situaciones ser autónomo.

Muchos adolescentes fracasan en esta segunda tarea. La crisis social y política actual no ayuda. Hay chicos y chicas que se quedan anclados en la dependencia excesiva.

Los ninis de hace unos años eran una buena muestra de ello. Los posadolescentes que no estudian, ni trabajan, ni crean una familia independiente, son una versión más moderna. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes intenta actuar y buscan la independencia. Y eso que no lo tienen fácil.

3. Tercera tarea: una nueva relación con el cuerpo

El cuerpo va cambiando durante estos años y, en una sociedad tan dominada por la importancia de la estética corporal y que la valora mucho más que la estética emocional y la ética, este es un reto difícil.

Supone para el adolescente, y los que le rodean, dudas y sufrimiento: ¿Creceré lo suficiente? ¿Cuándo se me quitarán los granos? ¿Mis senos, mi pene, mis hombros, mis caderas serán suficientemente grandes o armoniosas?

Los dolores y molestias propios del crecimiento corporal acelerado que suele darse en algún momento de esos años acaban de complicar la tarea.

4. Cuarta tarea: otra forma de psico-sexualidad

Integrarse con el nuevo cuerpo implica además integrar la sexualidad o, mejor dicho, una nueva forma de psico-sexualidad, porque la sexualidad se vive desde el principio.

Y eso ocurre con etapas y conflictos: la psico-sexualidad y el sexo pueden hacerse más urgentes e impredecibles, aunque acaban evolucionando hacia una actitud personalizada. El resultado final es una psico-sexualidad menos marcada por la urgencia y el exhibicionismo o la agresividad, más adulta.

5. Quinta tarea: un estilo de vida propio

El adolescente busca, tantea y prueba una nueva forma de relacionarse y de vivir. Necesita aclararse e integrar un estilo de vida que le sea propio, con el que identificarse durante la adolescencia y en la vida adulta.

De ahí la importancia de las “tribus urbanas” y de las organizaciones de jóvenes: góticos, maras, okupas, futbolistas, grupos de skating y de surf, ecologismo o política..., que tienden a convertirse, no ya en ideas, sino en formas de vida; no solo en pandillas, sino en familias.

6. Sexta tarea: la elección de pareja

No es necesario que se consume y se constituya una relación. Pero sí, al menos, una cierta tendencia personal con respecto a cómo ha de ser esa pareja. O respecto a la misoginia, el aislamiento y la soledad.

¿Y qué hay del proceso neurológico?

Si todo va bien, entre los 19 y los 22 años el adolescente habrá superado todas esas situaciones. La personalidad se hallará ya casi formada, aunque puede ser remodelada por sucesos importantes en el futuro.

La integración de la personalidad coincide, además, con el final de procesos neurológicos clave como son la apoptosis neuronal masiva de la adolescencia: la muerte de millones de células nerviosas.

Y también por las últimas neurogénesis (crecimiento de neuronas y de núcleos cerebrales), producidas en circuitos clave del sistema nervioso central.

La forma de afrontar placeres, conflictos y pérdidas, la manera de reaccionar y relacionarse, y los mecanismos de defensa se habrán estructurado de una determinada manera y tenderán a permanecer estables durante toda la vida. También a nivel cerebral.

Las familias y la sociedad a la palestra

Todo este proceso casi siempre funciona bien. Pero que funcione bien y, sobre todo, que ese conjunto de procesos acabe bien, no significa que no haya problemas, conflictos, sufrimientos... ¿De qué otra forma podría ser, dadas las complejas tareas y procesos que hemos descrito?

Por eso, la desestructuración familiar o social supone para los adolescentes una enorme complicación. De ahí que sean tan importantes las capacidades de contención de la sociedad y de la familia en esa etapa.

De ahí también la importancia de que la sociedad entiendan la compleja transición psicosocial que es también para los adultos, la adolescencia de sus menores.

Superar los conflictos, desafíos y sufrimientos de la adolescencia representa un auténtico “posgrado” que, como padres, todos deberíamos pasar.