Cuando terminamos una relación, podemos sentirnos liberadas, o podemos hundirnos de dolor. Cada persona necesita su tiempo para vivir un duelo, y cada persona lo vive de una manera diferente.

Dentro de los duelos hay etapas, y momentos mejores y peores pero, cuando separarse duele mucho, el trabajo de aceptación y todas las demás fases del duelo generalmente nos llevan más tiempo.

Durante ese camino hay avances y retrocesos, hay épocas más duras y otras más livianas, y cada cual va buscando la manera de dejar atrás el pasado y mirar con optimismo la nueva etapa que comienza en nuestras vidas.

En los inicios del duelo, necesitamos llorarlo todo

En esta fase del duelo a veces nos torturamos tratando de entender por qué nos han dejado de amar. Hay rabia, confusión, frustración, rencor, sensación de desamparo y abandono, hay miedo a la soledad.

Hay un tsunami de emociones que no nos deja pensar con claridad, que no nos deja dormir y nos mete en ciclos obsesivos que nos hacen mucho daño.

Por eso es tan importante cuidarse mucho en este proceso, rodearse de seres queridos, y pedir ayuda si sentimos que no podemos pasar solas por este proceso.

No hay un tiempo establecido para pasar un duelo: algunos duran semanas, otros meses, y los peores duran años.

Es fundamental que nosotras mismas aprendamos a detectar cuándo ha llegado el momento de acabar el duelo y empezar la vida de nuevo.

Dar el paso a vivir una nueva vida

Los seres humanos somos muy afortunados porque podemos vivir varias vidas en una sola: todo nuestro camino va por etapas. ¿Y cuándo ocurren estos cambios de etapa?

  • A veces coinciden con la entrada a nuestra vida de gente nueva que nos acompaña en el camino
  • Cuando la gente que estaba en nuestro camino sigue el suyo a solas o con otra gente.
  • También empezamos nuevas etapas cuando cambiamos de centro de estudios, de trabajo, de ciudad o de pueblo, de país.
  • Cuando empezamos algo que nos apasiona.
  • Cuando hacemos cambios en nuestras vidas que tienen un impacto en ellas, positivo o negativo.
  • También los accidentes fatales o los eventos felices como las bodas marcan cambios de etapa.
  • Con cada pareja que tenemos empezamos siempre una nueva.

Cuando la relación dura mucho, es más difícil empezar una nueva vida. Pero también es más apasionante. Después del llanto y el dolor, tenemos que ponernos nuestras ropas de exploradoras y asomarnos con ilusión a la ventana para ver nuestro futuro inmediato, para imaginarlo y soñarlo.

Cada nueva etapa nos trae nuevas experiencias, más aprendizajes, y nuevos amores, así que pensar en nuestro presente y futuro nos puede sacar del estado profundo de tristeza en el que nos sumimos en los duelos románticos.

Hay un tiempo para llorar, y para detenerse en el camino a descansar, y hay un tiempo para ponerse activa, y seguir adelante. Porque en el camino no nos podemos quedar paradas demasiado tiempo, y tampoco podemos retroceder.

La vida sigue, y hay que continuar caminando hacia delante, aunque sea despacito, disfrutando del paisaje, pero siempre hacia delante.

La vida es una lucha constante por la supervivencia y la felicidad, así que podemos estar un tiempo llorando y sacando la pena de dentro, pero no podemos extendernos demasiado.

Porque hay que comer, hay que trabajar, hay que dormir, hay que limpiar, hay que dedicar tiempo y energía a tus seres queridos, hay que resolver pendientes, hay que vivir el presente.

Por eso el duelo no puede tumbarnos durante mucho tiempo: permanecer inmóviles y sufriendo nos puede llevar a la depresión y deteriora nuestra salud mental.

No es sano seguir pensando en el ex tres años después de haber roto la relación, no es sano permanecer anclada en el pasado y comida por la nostalgia.

No es sano mitificar una relación cuando acaba, ni nos hace bien centrar nuestra vida en alguien que ya no quiere estar en ella.

Pues era cierto: el tiempo lo cura todo

En algún momento, sentirás que ya has llorado todo lo que necesitabas y que no puedes permanecer sumida en la tristeza.

Lo notarás porque de pronto la vida te parecerá muy corta y te apetecerá volar con tus nuevas alas.

Podrás elevarte cuando dejes la pesada carga del pasado: notarás que vas mucho más ligera y que eres libre para vivir cosas lindas y para tener experiencias hermosas.

Una vez que te liberas del miedo a estar sola y a que nadie te quiera, una vez que has colocado a tu ex en el sitio de los ex dentro de tu corazón.

Es cuando sales de la cueva y te pones a caminar como siempre, feliz de tener a tu gente cerca.

Feliz de poder salir adelante.

Y te das cuenta de que no era tan difícil como parecía: que de todos los hoyos se puede salir si una está rodeada de amor del bueno, y si aprendemos a cuidarnos y a querernos bien a nosotras mismas.

Y cuando ya estás conectada contigo y dejas atrás el pasado, es cuando llega el olvido, y tú ya estás en otras, viviendo tu vida, diseñando tu presente y tu futuro, disfrutando de ti misma y de tu gente.

Y pensando: pues era cierto que el tiempo todo lo cura. Y que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.

Y sigues caminando.