Estudiar a fondo una situación nos ayuda, siempre y cuando no demos vueltas a lo mismo y sepamos liberarnos de los filtros mentales que intoxican nuestra percepción de la realidad.

1. Abandona los prejuicios

Las opiniones previas que tenemos sobre las cosas y las personas nos impiden comprenderlas y disfrutarlas. Plantéate cuántos filtros personales pones entre tú y la vida.

2 Valora las cosas por lo que son

Y no por lo que podrían ser. Si, por ejemplo, nos formamos una imagen ideal de cómo debería comportarse alguien cercano, nunca estaremos contentos con su manera de actuar.

3. Renuncia a compararte

Una de las formas de análisis más tóxicas que existen es fijarse en lo que alguien no hace y lo que nosotros sí haríamos. Es mucho más sano descubrir en el otro las virtudes que nos faltan.

4. Escucha de forma activa

A veces malinterpretamos lo que se nos dice por entrar a valorar la actitud o la intención, sin prestar suficiente atención a las palabras. Es mejor analizar
menos y escuchar más.

5. Acepta cada momento como es

Resulta estéril y frustrante pensar en lo que le falta al momento que estamos viviendo. Es mucho más inteligente abrazar lo que está sucediendo como algo único e irrepetible.

6. Deja de lado las opiniones

Cuando cesamos de emitir juicios, nos ahorramos el paso siguiente: condenar. Esto no solo es válido para nuestra relación con el mundo sino también con nosotros mismos.

7. Deja de pronosticar qué pasará

Adelantarse al futuro condiciona su desarrollo. Si, por ejemplo, estamos seguros de que nuestra pareja nos va a tratar de forma injusta, inconscientemente influiremos en que eso suceda.

8. No quieras saber el motivo de todo

Hay cosas que suceden de forma espontánea y casual, sin que haya una razón concreta. Querer encontrar un sentido a todo lo que pasa puede convertir nuestra vida en un sinsentido.

9. Recupera la espontaneidad

Cuando no analizamos tanto, recuperamos la mirada fresca de los niños, para los que la vida es un juego placentero.