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Revisa tus hábitos

Hoy, en los países occidentales, muchas veces las apariencias son más importantes que la autenticidad. Así, estamos más pendientes de cumplir para dar la imagen externa que se nos exige que de escucharnos a nosotros mismos, hasta el punto de omitir necesidades básicas, como dormir –cada año se duerme menos en el primer mundo, donde se impone la actividad 24 horas al día– o comer –resulta complicado abastecerse con alimentos naturales, no congelados ni precocinados y gozar de tiempo para degustarlos con calma–.

Pregúntate: ¿Me despierto mucho por las noches? ¿Desde cuándo? ¿Cuántas comidas al día comparto con los demás alrededor de una mesa? ¿Últimamente tengo más dolores de cabeza? Las respuestas pueden ser una guía para modificar unos hábitos que te están perjudicando.

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Detecta qué te sienta bien

Para liberarse de la esclavitud de la apariencia, resulta imprescindible volver la mirada de afuera hacia dentro, como mínimo de vez en cuando. Así, puedo escuchar aquello que estoy sintiendo y no me doy espacio para satisfacer. Es importante tener un tiempo meditativo y contemplativo en el cual no se tenga que hacer nada. Nos permitirá conectar con nuestras sensaciones, que son el indicador de nuestras necesidades auténticas.

Las preguntas que nos podemos hacer para conseguirlo son: ¿Qué me sienta bien? ¿Qué me apetece más allá de lo que toca hacer o queda bien? ¿Qué es lo que necesito independientemente de lo que los demás están esperando de mí?

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¿Eres fiel a ti mismo?

La mayoría de las películas y series que vemos en televisión están realizadas en Estados Unidos, un país en el cual la apariencia es muy importante, así como el hecho de quedar bien y dar una determinada imagen de belleza, opulencia y eficacia ante los demás.

A lo largo de la historia, el hecho de mantener las formas y estar dentro de unos cánones ha servido para asegurarse el reconocimiento de la comunidad y ser aceptado por ella. Así, existe un miedo al rechazo que se vence a base de sometimiento a las apariencias hasta el punto de ser esclavo de las mismas. El nivel de presión que ejercen ciertas culturas es tan grande y sofisticado que consiguen incluso despertar un profundo deseo de dominar los cuerpos para cambiarlos completamente.

¿A qué te sometes tú por pertenecer a un grupo? ¿Qué precio pagas para que te acepten?

reconoce-las-trampas

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Reconoce las trampas

Es como si todos estuviésemos aprisionados en un armazón compuesto por nuestras creencias sobre cómo quedar bien. Un ejemplo de esto es el concepto de belleza femenina. Se dice que nunca antes había habido un caso de anorexia en las islas de Polinesia hasta que la serie televisiva de los 80 Falcon Crest fue emitida allí. Las mujeres rubias y delgadas que aparecían en esta producción fueron tomadas como único referente de belleza por esta población.

La esclavitud por tener unos cuerpos perfectos, siempre delgados y jóvenes, es una de las opresiones más arraigadas e importantes que están sufriendo la mayoría de las mujeres del mundo en la actualidad y las lleva a realizar esfuerzos casi inhumanos y antinaturales.

romper tirania apariencias

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Atrévete a elegir

¿Cuánto te esfuerzas? ¿Cuán cansado estás? Cuanto más alto sea el nivel de cansancio, más te estás dejando guiar por la apariencia en lugar de atenderte a ti. Si haces lo que deseas, no aparece el cansancio, sino la satisfacción. Y el punto al que hay que prestar atención reside en la sensación que nos reporta aquello que hacemos. Resulta extenuante intentar cambiar el exterior y luchar para que los demás nos acepten siempre tal y como somos, por eso conviene que el trabajo se centre sobre todo en nosotros.

Podemos decidir, por ejemplo, qué apariencias y qué reglas queremos seguir y cuáles no. Lo más curioso es que, a menudo, cuando uno consigue dar menos importancia a los juicios de los demás sobre lo que somos o lo que hacemos, estos dejan de juzgarnos.

Alejarse de lo establecido o de aquello que se espera de nosotros es un camino en el que vamos desaprendiendo lo aprendido para liberarnos de condicionamientos externos y así nutrirnos. Es la vía para una vida plena y satisfactoria, en lugar de una existencia vacía y estéril.

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Prueba nuevas actitudes

Estar más pendiente del cuerpo, de sus mensajes y sensaciones, que de nuestro cerebro nos puede ayudar a no ser tan esclavos de la apariencia. ¿Qué es aquello que tiene sentido para ti? Es otra pregunta que te devolverá a tu interior. Una vez lo hayas averiguado, realiza pequeños ensayos en los que te apartes de tu comportamiento habitual y esperado.

1. Revisa tus hábitos

Hoy, en los países occidentales, muchas veces las apariencias son más importantes que la autenticidad. Así, estamos más pendientes de cumplir para dar la imagen externa que se nos exige que de escucharnos a nosotros mismos, hasta el punto de omitir necesidades básicas, como dormir –cada año se duerme menos en el primer mundo, donde se impone la actividad 24 horas al día– o comer –resulta complicado abastecerse con alimentos naturales, no congelados ni precocinados y gozar de tiempo para degustarlos con calma–.

Pregúntate: ¿Me despierto mucho por las noches? ¿Desde cuándo? ¿Cuántas comidas al día comparto con los demás alrededor de una mesa? ¿Últimamente tengo más dolores de cabeza? Las respuestas pueden ser una guía para modificar unos hábitos que te están perjudicando.

2. Detecta qué te sienta bien

Para liberarse de la esclavitud de la apariencia, resulta imprescindible volver la mirada de afuera hacia dentro, como mínimo de vez en cuando. Así, puedo escuchar aquello que estoy sintiendo y no me doy espacio para satisfacer. Es importante tener un tiempo meditativo y contemplativo en el cual no se tenga que hacer nada. Nos permitirá conectar con nuestras sensaciones, que son el indicador de nuestras necesidades auténticas.

Las preguntas que nos podemos hacer para conseguirlo son: ¿Qué me sienta bien? ¿Qué me apetece más allá de lo que toca hacer o queda bien? ¿Qué es lo que necesito independientemente de lo que los demás están esperando de mí?

3. ¿Eres fiel a ti mismo?

La mayoría de las películas y series que vemos en televisión están realizadas en Estados Unidos, un país en el cual la apariencia es muy importante, así como el hecho de quedar bien y dar una determinada imagen de belleza, opulencia y eficacia ante los demás.

A lo largo de la historia, el hecho de mantener las formas y estar dentro de unos cánones ha servido para asegurarse el reconocimiento de la comunidad y ser aceptado por ella. Así, existe un miedo al rechazo que se vence a base de sometimiento a las apariencias hasta el punto de ser esclavo de las mismas. El nivel de presión que ejercen ciertas culturas es tan grande y sofisticado que consiguen incluso despertar un profundo deseo de dominar los cuerpos para cambiarlos completamente.

¿A qué te sometes tú por pertenecer a un grupo? ¿Qué precio pagas para que te acepten?

4. Reconoce las trampas

Es como si todos estuviésemos aprisionados en un armazón compuesto por nuestras creencias sobre cómo quedar bien. Un ejemplo de esto es el concepto de belleza femenina. Se dice que nunca antes había habido un caso de anorexia en las islas de Polinesia hasta que la serie televisiva de los 80 Falcon Crest fue emitida allí. Las mujeres rubias y delgadas que aparecían en esta producción fueron tomadas como único referente de belleza por esta población.

La esclavitud por tener unos cuerpos perfectos, siempre delgados y jóvenes, es una de las opresiones más arraigadas e importantes que están sufriendo la mayoría de las mujeres del mundo en la actualidad y las lleva a realizar esfuerzos casi inhumanos y antinaturales.

5. Atrévete a elegir

¿Cuánto te esfuerzas? ¿Cuán cansado estás? Cuanto más alto sea el nivel de cansancio, más te estás dejando guiar por la apariencia en lugar de atenderte a ti. Si haces lo que deseas, no aparece el cansancio, sino la satisfacción. Y el punto al que hay que prestar atención reside en la sensación que nos reporta aquello que hacemos. Resulta extenuante intentar cambiar el exterior y luchar para que los demás nos acepten siempre tal y como somos, por eso conviene que el trabajo se centre sobre todo en nosotros.

Podemos decidir, por ejemplo, qué apariencias y qué reglas queremos seguir y cuáles no. Lo más curioso es que, a menudo, cuando uno consigue dar menos importancia a los juicios de los demás sobre lo que somos o lo que hacemos, estos dejan de juzgarnos.

Alejarse de lo establecido o de aquello que se espera de nosotros es un camino en el que vamos desaprendiendo lo aprendido para liberarnos de condicionamientos externos y así nutrirnos. Es la vía para una vida plena y satisfactoria, en lugar de una existencia vacía y estéril.

6. Prueba nuevas actitudes

Estar más pendiente del cuerpo, de sus mensajes y sensaciones, que de nuestro cerebro nos puede ayudar a no ser tan esclavos de la apariencia. ¿Qué es aquello que tiene sentido para ti? Es otra pregunta que te devolverá a tu interior. Una vez lo hayas averiguado, realiza pequeños ensayos en los que te apartes de tu comportamiento habitual y esperado.