La terapia familiar existencial fue ideada por Virginia Satir (Wisconsin, 1916-1988). Aunque parece extraño que a los cinco años Satir decidiese convertirse en "detective infantil para investigar padres", ya apuntaba claramente cuál sería su foco de análisis y la tarea de su vida.

Esta mirada, favorecida seguramente por su formación como trabajadora social, la impulsó a concebir la psicoterapia como una intervención familiar con unas características muy precisas que desarrolló en su práctica diaria y formuló en sus libros.

Su mayor mérito fue el de ampliar el foco de atención de los problemas psicoemocionales para incluir en él a las personas que rodean al paciente y a las relaciones que mantiene con ellas y que le sirven de enlace con la sociedad.

Terapia familiar: ¿en qué consiste?

Lo que distingue principalmente la terapia familar es que la unidad del problema no es el individuo sino la familia, de modo que la conducta que se identifica como "enferma" es consecuencia de una forma de relacionarse que se muestra en principio en uno de sus miembros pero que si se profundiza adecuadamente se descubre que no es el único.

La terapia familiar actúa pues sobre las relaciones y no sobre la conducta de una única persona, manteniendo la continuidad entre individuo, familia y comunidad, interpretando su desarrollo y su adaptación dentro de ese sistema de interrelaciones, y poniendo el acento en el cambio y el crecimiento interior más que en la eliminación de unos determinados síntomas supuestamente desviados.

Entre las diversas corrientes de terapia familiar, el enfoque elegido por Satir y otros autores –como Don Jackson, Jay Haley o John Weakland– se conoce como “existencial” debido a la importancia que se da al crecimiento personal frente a otros enfoques en los que prima el cambio del sistema familiar.

El enfoque Satir

Pero Satir ha sido mucho más que una seguidora de estas concepciones y de hecho ha jugado un papel clave en su desarrollo a través de un trabajo pionero en el marco familiar a partir de sus intuiciones y de su capacidad para ver en los pacientes algo que estaba más allá y que tenía que ver con los lazos de comunicación e interacción familiar.

Según ella misma expresaba, pudo “comprender que la llamada no solo contenía una oferta de ayuda para el paciente, sino también, al mismo tiempo, una petición de ayuda para la familia”.

Esto la llevó a comprender que existe una relación esencial entre el paciente y su familia de modo que “la conducta de cualquier individuo es una respuesta a una compleja serie de “reglas” metódicas y predecibles que gobiernan su grupo familiar, aunque dichas reglas pueden no ser conocidas conscientemente por él o su familia”.

Las 4 dimensiones básicas

Ese complejo entramado de relaciones y la historia acumulada de tensiones y crisis habituales en toda familia y que Satir insiste en considerar como normales se aborda actuando sobre cuatro aspectos básicos:

1. Autoestima

Satir afirma que cuando una persona se quiere a sí misma no lastimará ni devaluará ni humillará o destruirá a otros ni a sí misma. Si la persona se siente bien consigo misma enfrentará la vida desde la dignidad, la sinceridad, la fortaleza, el amor y la realidad.

Asimismo, considera que la autoestima puede remodelarse si se reconoce la situación de subestimación y se emplea el tiempo, la paciencia y el valor necesarios: "si invertimos energía en este esfuerzo, descubriremos recursos ocultos a través del desarrollo de sentimientos de valía personal".

2. El modelo de comunicación

Satir distingue cinco modelos de comunicación, cuatro de ellos negativos: aplacador, culpador, superrazonable e irrelavante, y uno funcional, que también denominó nivelador, abierto o fluido.

Los cuatro primeros limitan la capacidad para construir con las personas que nos rodean, contribuyen a incrementar el miedo y la dependencia e incluso pueden afectar a la salud física.

  • El tipo aplacador hace lo que sea con tal de complacer y quiere tener a todo el mundo contento.
  • El culpador o acusador es el que siempre encuentra errores, trasluce tensión y es un dictador aunque en el fondo sienta que no vale gran cosa.
  • El tipo superrazonable no muestra sentimientos, es correcto, calmado, frío, y siempre encuentra las palabras adecuadas.
  • El tipo irrelevante carece de rumbo, no logra conectar ni hilvanar una conversación y habla de modo inconexo.
  • El tipo funcional: en contraste con las otras formas de comunicación descritas, el tipo funcional es claro, directo, explica cuando lo ve necesario, es congruente, sus gestos son coherentes con sus palabras y hay una armonía entre lo que dice, la posición de su cuerpo, su tono de voz, su mirada.

3. Reglas familiares

Son fuerzas vitales que regulan de modo vital el funcionamiento familiar. Satir considera que es fundamental analizarlas dentro de la propia familia y realizar los cambios necesarios.

En algunas familias, estas reglas constituyen dogmas de los que ni siquiera se puede hablar. Pero una discusión saludable sobre cuáles son, que dificultades producen y que cambios deben realizarse favorecerá el funcionamiento familiar y la salud de sus miembros.

4. Enlace con la sociedad

La familia es una especie de interfase entre el individuo y la sociedad. En las familias conflictivas, ese enlace es desconfiado, temeroso o culpabilizador del exterior. En las familias sanas o nutricias es abierto y confiado, cada miembro participa de grupos exteriores y comparten en el interior de la familia.

Satir ponía una nota de optimismo: las familias nutricias son muchas más de lo que imaginamos, "esa forma de vida es posible; el corazón humano siempre busca el amor".

Terapia familiar: el papel del terapeuta

El terapeuta debe ser consciente de que la confianza puede crecer dentro de la familia, por lo que es conveniente tener en cuenta estos factores.

El enfoque, cuestión de perspectiva

Hay tres enfoques en la terapia familiar, según Virginia Satir:

  1. El enfoque médico: se considera que la causa de la enfermedad está en el paciente y que la cura se consigue eliminándola.
  2. El enfoque del pecado: la enfermedad se debe a supuestos valores negativos del paciente que debe cambiar para curarse, adoptando los valores que invariablemente el terapeuta considera adecuados.
  3. El enfoque del crecimiento: este es el adoptado por Satir, que concibe la enfermedad como una respuesta comunicativa a una situación o contexto disfuncional y en el que el objetivo del terapeuta es ayudar al individuo a que crezca dentro del contexto en el que se encuentra.

El concepto de psicoterapia

Satir lo construye sobre tres bases:

  1. Todo individuo aspira a la supervivencia, al crecimiento y a la comunicación con otros.
  2. Las conductas consideradas “enfermas” o “locas” son peticiones de ayuda.
  3. Los seres humanos están limitados por su conocimiento de sí mismos y su habilidad para relacionarse. Ello supone que la persona “enferma” puede aprender sobre sí misma y modificar su forma de relacionarse con los demás creciendo hacia un estado más armónico.

¿Existe la terapia ideal?

Para Satir no hay una terapia “ideal” sino que utiliza aquellas técnicas que mejor consigan proporcionar a la familia o la persona esa experiencia de crecimiento, creando para ello un ambiente adecuado reduciendo los miedos, dando confianza, e infundiendo tranquilidad y esperanza.

A partir de ahí, la labor del terapeuta es organizar preguntas que la familia necesita pero que no se atreven a enfrentar, empezando por aquellas que puedan responder y abordando después las que temen, aportando durante el proceso dosis de autoestima que permitan avanzar y facilitar la comunicación.