De todos los amores, el romántico es el amor más flojito.

Es un amor demasiado ensimismado para que pueda salir bien.

Por eso, el amor romántico tiene que ir precedido de otros amores.

Amores más desinteresados como el de la amistad o el de la admiración.

Porque si estos amores no están presentes, lo único que existirá será una relación de poder.

De economía en el sentimiento.

Existen tantos seres humanos conviviendo por razones tan equivocadas.

Tan distintas a participar.

A crecer en compañía.

Si el único amor que nos unía era el romántico, cuando se rompa no podrá transformarse en otra cosa.

Solo en cristales de un reflejo roto.

Deshipnotizándonos y dejando una sombra alargada.

Que impide la coexistencia.

No me quería.

Sí, sí lo hacía, pero de la manera más cómoda que existe.

Queriéndose a sí mismo a través de tu persona.

Tú eras un holograma, un fantasma, una presencia al otro lado de la cocina, una compresa que evitaba que chorreara toda su soledad líquida manchando el sillón.

Y bien, eso debe ser parte del juego, aceptamos amor romántico como animal de compañía.

Pero no puede ser lo único de nuestro amor.

El amor no es sacrificio.

El amor no es sufrimiento.

El amor no viene en un puño.

El amor, como el sexo, tienen un mínimo, y es que tú seas mejor con ello.

Que de todas tus posibilidades el amor te haga elegir bien.

Que tu vulnerabilidad sirva para algo.

Existen personas que simplemente no son para ti.

Pero ellas no tienen la culpa.

Si tú intentas cambiarlas es que tampoco las quieres.

El amor es procurar tranquilidad y confianza para que la otra persona desarrolle todo lo que ha venido a hacer.

Plantar un aguacatero.

O dejarte.

Sí, el amor es dar libertad para que la otra persona decida sin miedo.

Y en esa libertad puede que no entres tú.

No sé en qué momento estarás.

Si no hay nada que te perturbe.

Si pensando todos los días nada más despertarte en cómo decirle que no funciona.

Si con su número bloqueado.

Si echando tanto de menos que tu cabeza es una alcantarilla.

Si tomándote una cerveza como amigos dos años después.

Lo que sí sé es que te entendemos.

La persona que te devuelve el cambio del pan.

Tu sobrina.

Obama.

Un chico en Ariège que escribe.

Tus dedos,

en mí,

y el aire,

que ya no me ahoga.

Una chica que manda un mensaje a una amiga a dos mil kilómetros.

Creo que me quiere de verdad.

Tu jefe.

La señorita Julia.

Todas y todos sabemos.

Porque el amor es un vestigio que nos une.

Porque el amor se siente y se hace y en ese sentir y en ese hacer vamos todos y todas.

Porque el amor es el cuidado que nos hemos procurado.

Para no acabar antes de tiempo.

Por eso un amor fuerte es lo que yo quiero para ti.

Un simple sentimiento que te haga recordar.

Que la vida es un lugar.

Que merece la pena compartir.