Te encanta pasar tiempo con tu pareja, el sexo es maravilloso, te diviertes un montón, te sientes bien cuidada y bien querida... pero no estáis enamorados de forma romántica. ¿Está la relación destinada a terminarse? Para nada. Hay relaciones de pareja que no comienzan con un romance romántico, y sin embargo, funcionan a las mil maravillas.

Sucede que cuando los dos miembros de la pareja se percatan de que lo que hay entre ellos son cuidados, amor y ternura (pero no romanticismo), dudan. No saben muy bien qué está pasando, si deberían dejar la relación o dedicarse a disfrutar sin darle muchas vueltas.

Lo que no saben es que, en realidad, hay relaciones sexuales y afectivas en las que ninguno siente enamoramiento romántico –pero ambos disfrutan de la relación– que duran más que las relaciones tradicionales románticas. Y ocurre porque el amor no romántico presenta algunas ventajas que pueden jugar muy a favor de una pareja.

Beneficios del amor no romántico

No estamos acostumbrados a querernos sin más: nos han enseñado a amar de una forma romántica, pasional y sufridora. Creemos que sin sufrimiento no hay amor y, sin embargo, sucede más bien al revés. Mira cuantas ventajas tienen las relaciones libres de romanticismo:

  • Se disfruta más el presente. Cuando no te juras amor eterno, es más fácil disfrutar del presente. En las relaciones libres de romanticismo ambas personas están juntas porque quieren y porque les apetece. Como no se dedican a pensar en el futuro, viven con más intensidad el aquí y el ahora porque no saben cuánto tiempo va a durar su relación.
  • Menos dramas y sufrimientos. Las relaciones sin romanticismo son aquellas en las que lo prioritario es el disfrute: no hay espacio para los dramas ni los sufrimientos. A veces decimos que son relaciones de amantes, pero en realidad se parecen más a las relaciones de amistad mezcladas con atracción sexual y con una potente química entre dos personas.
  • Menos sensación de posesión. La gente que no ama románticamente es más libre para amar y sufre menos celos porque no siente esa posesividad y ese afán de exclusividad que sienten las personas cuando se enamoran de una forma romántica.
  • Amor más sereno. En las relaciones sin romanticismo vamos más despacito, nos conocemos con más calma y llevamos un ritmo más tranquilo porque no necesitamos sellar un compromiso emocional como sí ocurre cuando nos enamoramos.
  • Menos decepciones. La gente que se junta para disfrutar del sexo y del amor, pero sin romanticismo, idealizan menos, son más pragmáticos, son más realistas y no se proyectan al futuro porque aún no saben si la relación va a funcionar, si van a ser compatibles o si la relación puede ir más allá de los encuentros para el placer.
  • Más honestidad. Sin romanticismo es más fácil comunicarse con honestidad, expresar cómo nos sentimos y negociar con asertividad, porque no sentimos tanto miedo a perder a la pareja.
  • Se establecen acuerdos más justos. En lugar de seguir la senda del compromiso afectivo tradicional paso a paso, se van pactando los términos de una relación en base a lo que a los miembros de la pareja les vaya apeteciendo. La relación no está predeterminada, se va construyendo de forma natural, hablando cada cual de lo que quiere, lo que desea o lo que necesita de la relación.

Hay relaciones que no tienen romanticismo, pero sí mucha responsabilidad afectiva y muchos cuidados.

  • Menos control. Hay parejas que no escriben poemas ardientes, que no necesitan vivir juntas, que no se obsesionan con la persona amada, que no pretenden controlar a sus parejas, que no viven tragedias, y que sin embargo disfrutan mucho de su relación porque están pensando más en divertirse que en poseer a la otra persona.
  • Más igualdad. Las relaciones sin romanticismo son más igualitarias porque el amor no nos pone sumisas ni complacientes. Podemos ser nosotras mismas todo el tiempo y podemos disfrutar a la vez de nuestra autonomía y de nuestras sesiones de amor con la pareja.
  • Menos riesgo de sufrir. Las rupturas amorosas sin romanticismo son más fáciles porque no hay dramas: las dos personas pueden ponerle punto y final a una experiencia linda en sus vidas sin hacerse daño, en el momento preciso, sin quedarse a sufrir o a pasarlo mal.

Para que una relación funcione, más que romanticismo y bellas palabras, lo que se necesita es mucho amor del bueno. Las mejores relaciones son aquellas en las que no hay idealizaciones, desilusiones o sufrimiento. Son aquellas en las que las dos personas saben disfrutar y cuidarse mutuamente.