La contaminación lumínica es un problema ecológico que, a diferencia de la contaminación por plásticos o los efectos de los gases que alteran el clima, rara vez se discute en público.

La iluminación constante del cielo con fuentes de luz artificial, no solo tiene un efecto negativo en numerosos animales y plantas, sino que también puede alterar el biorritmo humano.

¿Qué es la contaminación lumínica?

El término "contaminación lumínica" describe la iluminación permanente de la noche por fuentes de luz artificial y los efectos asociados sobre nosotros y el medio ambiente.

Las farolas, los letreros de neón y la iluminación nocturna de los edificios públicos también contribuyen al fenómeno, al igual que la iluminación de casas particulares, jardines y balcones.

En las ciudades, el síntoma más claro de la contaminación lumínica es que no se pueden ver las estrellas en el cielo. Más allá de eso, sin embargo, nuestra tendencia a convertir la noche en día tiene repercusiones mucho más serias.

Consecuencias de la contaminación lumínica

Durante millones de años, la vida en la tierra estuvo determinada por el ritmo día-noche. En consecuencia, la vida de los mundos animal y vegetal se adaptó a las fases naturales de luz y oscuridad que cambian a lo largo del año.

Desde hace un periodo de tiempo relativamente breve, hemos roto el ciclo con las fuentes de luz artificial, con consecuencias que apenas se notan a primera vista, pero que a veces pueden ser graves.

1. Para las personas

Los humanos pertenecemos a las criaturas diurnas y necesitamos la noche para descansar y regenerarnos. La iluminación constante altera el ritmo natural día-noche y provoca, entre otras cosas, alteraciones en la producción de la hormona melatonina, que controla el ritmo del sueño y numerosos procesos fisiológicos que ocurren durante la noche. La alteración de este ciclo aumenta el riesgo de sufrir obesidad, trastornos metabólicos y cánceres hormonodependientes, entre otras enfermedades. Efectos similares se pueden observar en muchos animales.

Por otra parte, están los efectos más sutiles de la contaminación lumínica: si dejamos de ver las estrellas en el cielo, nuestra relación con el entorno cambia. La visión de las estrellas (y de los planetas, las estrellas fugaces y el camino de La Vía Láctea) ha conformado el desarrollo nuestra imagen de nuestro lugar en el cosmos, nos ha hecho reconocer su inmensidad y magnificiencia. La ceguera ante las estrellas nos hace estar más solos y aislados de nuestro entorno natural. Por eso la UNESCO declaró el cielo estrellado como Patrimonio de la Humanidad en el año 2008.

Por otra parte, la iluminación de la noche es un derroche de energía y dinero, y revela nuestra poca conciencia ambiental.

2. Para los pájaros

Las aves migratorias que siguen las estrellas en su camino a sus cuarteles de invierno se distraen con las fuentes de luz nocturna y pueden perder la orientación. La luz artificial también tiene un efecto negativo en el ritmo de vida de las aves.

Los pájaros cantores comienzan a cantar más temprano en el día. El comportamiento de reproducción y apareamiento cambia y su sueño se ve afectado.

3. Para los insectos

Aproximadamente la mitad de los insectos nativos son nocturnos. Para realizar su importante tarea ecológica como polinizadores y poder alimentarse y reproducirse, dependen de la oscuridad natural.

En lugar de estar protegidos por la luz de las estrellas, se sienten atraídos por las lámparas y otras fuentes de luz nocturna y mueren de agotamiento o son presa fácil de los depredadores.

La contaminación lumínica es uno de los varios factores que contribuyen a aumentar la mortalidad de insectos y al declive general de la biodiversidad.

4. Para las plantas

Incluso las plantas reaccionan a la luz artificial con cambios en su ciclo de vida y, por ejemplo, comienzan a formar hojas y florecen antes bajo la luz artificial.

Los árboles de la ciudad iluminados por las farolas retrasan la caída de las hojas en el otoño, una respuesta natural al descenso de las temperaturas que los protege a los daños causados por las heladas.

Por otro lado, en los prados iluminados por la noche, las plantas producen menos flores y, en consecuencia, menos semillas. Una circunstancia que a su vez puede afectar a su reproducción y a los insectos polinizadores.

Estos son solo algunos ejemplos que muestran cuán masivos y diversos son los efectos de la iluminación artificial en todo el ecosistema. Muchas consecuencias de la contaminación lumínica aún no se han investigado adecuadamente y las interacciones, por ejemplo, entre la vida animal y vegetal son tan complejas que los efectos apenas se pueden evaluar.

Mapa de la contaminación lumínica

Los mapas de contaminación lumínica muestran la gravedad de la contaminación lumínica en tu región y en todo el mundo) y en qué países el problema está aumentando o disminuyendo.

Por ejemplo, a través de www.lightpollutionmap.info puedes ver las fuentes de luz. También puedes verlo en Earth at night, realizado con datos de la NASA, donde la intensidad de la luz se visualiza a modo de relieve.

En estos mapas se puede observar que España es el segundo país de Europa que más luz emite hacia el cielo y donde se produce un mayor gasto en el alumbrado público por habitante. ¿Estas dispuesto a seguir pagando por iluminar la oscuridad?

Medidas contra la contaminación lumínica

Muchas medidas, como reducir el alumbrado público o prescindir de la publicidad exterior por la noche, etc., solo pueden ser llevadas a cabo por la sociedad en su conjunto. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros podemos contribuir a reducir la contaminación lumínica en la vida cotidiana, por ejemplo, con estos sencillos consejos:

  • Abstente de la iluminación permanente al aire libre. No enciendas luces externas en tu casa.
  • Elige iluminación con interruptor, detector de movimiento o temporizador y solo actívala cuando realmente necesites luz.
  • Reduce la luz parásita hacia arriba en el exterior, por ejemplo, utilizando lámparas con cubierta.
  • Instala iluminación exterior lo más baja posible, para atraer menos insectos y pájaros.
  • Apuesta por una luz suave y cálida (máximo 2.700 Kelvin y valores bajos de lúmenes). Es mejor usar varias lámparas débiles que una brillante
  • Evita la iluminación artificial tanto como sea posible en las afueras de las poblaciones y en las reservas naturales.
  • Escribe a tu ayuntamiento solicitando el cambio de las farolas que emiten luz hacia arriba o que son más intensas de lo necesario.