Desde que son muy pequeños, obligados a seguir un horario y unas normas rígidas que no se pueden saltar, los niños están acostumbrados a pasar, cada día, 5 o 6 horas en el colegio. La mayoría de ellos continúan su jornada por las tardes, realizando actividades extraescolares no elegidas por ellos, que les van saturando, física y emocionalmente, hasta dejarles sin energía.

Errores al programar las extraescolares

Si atendemos a su etimología, las actividades extraescolares deberían ser algo “fuera de” la escuela, es decir, ajeno y diferente a las tareas realizadas durante la mañana. Sin embargo, para muchos niños, la tarde se convierte en una prolongación del colegio, llegando algunos, incluso, “a fichar” jornadas laborales más largas que las de los adultos.

Muchos padres, preocupados por el futuro de sus hijos, buscan extraescolares que les ayuden a mejorar su curriculum: profesores nativos de inglés, refuerzo de matemáticas, programación, etc. Aunque este tipo de actividades pueden ayudarles a mejorar su notas escolares, a medio y a largo plazo, pueden acabar por causar una sobrecarga en el niño que le lleve a estresarse y a bloquearse en los estudios.

Señales de que el niño está saturado

La presión que reciben los niños y los jóvenes es muy grande. Tras varios años de esfuerzo en largas jornadas de estudio, su cuerpo puede comenzar a manifestar señales de saturación que pueden indicar que se les está sobrecargando con demasiadas actividades:

  • Un descenso repentino en su rendimiento escolar.
  • Caer enfermo repetidamente.
  • Un cansancio continuo.
  • Además, también pueden aparecer señales anímicas como estrés, tensión, frustración, ansiedad, desgana, baja autoestima, e incluso, depresión.

Priorizar la salud mental y el descanso

Recuerdo a Manuel, un joven de 16 años que venía a consulta para trabajar una fobia que comenzaba a afectarle en su día a día. Nos resultaba muy complicado encontrar un hueco para vernos, no por mi agenda, sino por la suya. Tenía todas la tardes de la semana ocupadas con clases de refuerzo para mejorar su curriculum y prepararse para obtener la mejor nota de su clase.

Casi siempre podíamos quedar a las 16.30h, en el hueco que tenía entre la comida y las clases de matemáticas. En algunas de nuestras sesiones, en mitad de la conversación, sus ojos se le iban cerrando progresivamente. Yo podía apreciar sus esfuerzos para mantenerse despierto, pero finalmente, el cansancio le vencía y su cabeza quedaba descansando en el sillón. Al momento, se despertaba sobresaltado, intentando mantener la atención, pero volvía a dormirse al cabo de unos minutos.

En este caso, el trabajo original con su fobia quedó en un segundo plano. Lo primero que tuvimos que negociar con sus padres era qué actividades podía reducir para tener tiempo de descansar.

Cómo elegir extraescolares saludables

El primer consejo a tener en cuenta diría que, en estos tiempos, puede sonar revolucionario: si no te lo pide, no lleves a tu hijo a extraescolares. Las tardes deben estar para jugar libremente con otros niños, para pasear por el parque, merendar en una bonita cafetería, pintar sin pautas, crear sus propios juegos y, sobre todo, para divertirse. Esta parte lúdica y divertida de la vida va a aportarle muchos más aprendizajes, creatividad y salud emocional que cualquier otra actividad programada.

Ahora bien, si tu hija, tu hijo, te pide acudir a alguna actividad, y partiendo de la idea de que es imprescindible tenga tiempo de juego libre durante la semana, déjale que sea él mismo quien la elija en base a sus aficiones del momento.

  • Pensemos que ya han trabajado por la mañana en lo que es obligatorio para ellos, la tarde es para disfrutar.
  • Una vez realizada la elección de la actividad o actividades, nos toca a nosotros la parte más compleja, encontrar a los monitores adecuados. Tu hijo a escogido esta actividad para disfrutar de su afición y, para pasárselo bien, el ambiente debe ser el adecuado para que logre sus objetivos.
  • Es muy importante que la persona sea respetuosa, que les hable bien, que tenga en cuenta la opinión de los niños, que no les fuerce a realizar algún ejercicio que no deseen, que fomente la cooperación del grupo, no la competitividad, y, sobre todo, que realice un acompañamiento libre de chantajes, de premios o castigos.
  • Por último, me gustaría decirte que es normal, que los niños, de ven en cuando, pidan cambiar de actividad. No te sientas frustrada porque tu hijo abandone el deporte o el instrumento que llevaba años practicando, nuestros niños crecen y cambian de gusto. Tal vez le ha sacado ya todo el jugo a esa afición de su infancia y, ahora, necesita explorar otras más acordes a sus nuevos intereses. Además, si en algún momento quiere volver a retomar alguna, siempre está a tiempo de hacerlo.