Entre el 20% y el 40% de los niños sanos y más del 50% de los niños con enfermedad crónica, recurrente, incurable o en atención de otorrinolaringología pediátrica utilizan la medicina naturista, casi siempre en combinación con el cuidado más convencional.

Cada vez más padres se cuestionan si un antitérmico, un antibiótico o una vacuna son siempre necesarios, o se debaten entre usar fármacos o soluciones sencillas y confiar en la capacidad curativa del organismo. Los motivos de consulta más habituales son las infecciones respiratorias, seguidas de las alergias, la salud mental, los problemas de piel y la cefalea.

La medicina naturista no solo respeta la gran capacidad del cuerpo para resolver enfermedades agudas, sino que también ofrece eficacia en la prevención y recuperación de enfermedades crónicas mediante un estilo de vida saludable.

A pesar de ser una parte ortodoxa de la medicina, la medicina naturista se sitúa en las llamadas "medicinas complementarias y alternativas". Se caracteriza por una atención centrada en el paciente que tiene en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos, espirituales, sociales y ambientales de la salud.

La leche materna

Este tipo de medicina concede gran importancia a la educación del niño, una educación en salud y para la salud. Entre sus propuestas destaca la de promover la lactancia materna. La leche materna es el mejor alimento que se puede dar a un recién nacido: nadie ha conseguido igualarlo. El lactante no tiene carencias alimenticias.

Se trata de un comportamiento aprendido que influye directamente sobre su salud y la de la madre. También la OMS y UNICEF aconsejan la lactancia natural exclusiva hasta los seis meses (salvo en algunas afecciones médicas) y no abandonar el pecho hasta los dos años.

Es bueno esperar a que la naturaleza marque cuándo complementar la lactancia con alimentación. Lo hará con la aparición de los incisivos, hacia los seis meses. En esta fase de transición no se aconseja dar cereales con gluten; de los 18 a los 24 meses aparecen los molares y entonces se pueden introducir.

En general se recomienda dar preferentemente fruta madura y verduras de la región, manteniendo como base nutritiva la leche materna. El niño marca el ritmo: lo mejor es ofrecerle variedad y que él elija qué y cuánto comer.

Respetar la fiebre

La medicina naturista propone respetar los procesos febriles y vigilar al niño estableciendo un diagnóstico preciso del tipo de infección y la ayuda adecuada. Las crisis agudas se dan por contagio-imitación, algo muy normal y necesario para el niño.

En todas ellas sube la fiebre, lo que provoca una gran revolución general. Se trata de enfermedades con un ciclo bien determinado; si se intentan alterar, lo único que se hará es añadir complicaciones. La crisis aguda la provoca el organismo en un intento de restablecer su equilibrio. Cuando pasa, el niño se aclimata mejor al medio y queda inmunizado.

Una inmunidad sana supone la capacidad de aprender y progresar. Uno de los mayores miedos de la fiebre son las convulsiones. Los antipiréticos no previenen la aparición de futuras convulsiones y pueden interferir en la habilidad de padres y médicos para diferenciar un proceso febril benigno de un problema más grave.

Se plantea la necesidad de actuar cuando:

  • La temperatura sube a 39 ºC. En general, nos pondremos en guardia para bajar la fiebre, si bien se puede valorar cada caso particular.
  • La fiebre se prolonga durante días.
  • Aparecen convulsiones u otras reacciones, lo que puede obligar a actuar. La mayoría de veces intervenir sobre el sistema termorregulador va a ser más sintomático que curativo. Si decidimos actuar, lo haremos sobre todo con medios higiénicos sencillos, sin contraindicaciones, y casi nunca con fármacos.

Cómo bajar la fiebre

Se recomiendan especialmente dos medidas:

  • Baño frío o templado: la temperatura ha de ser inferior a la del niño, así su cuerpo cede calor al agua y se refresca; resulta más efectivo el baño frío (18 a 20 °C) que el templado (30 a 35 °C). Ahora bien, debe ser breve: el frío sobre toda la superficie cutánea, prolongado por un cuarto de hora, expone a congestiones y hemorragias internas (la sangre de la piel se desplaza bruscamente a los órganos internos). Esto no sucede en el templado, que suele prolongarse media hora. Además, el baño asea y, si es templado, tonifica y relaja el sistema nervioso.
  • Dieta: es esencial abstenerse de alimentar al niño en la fase más intensa. La dieta se ha de basar en zumos y agua, y se atenderá a sus necesidades cuando indique que tiene hambre, señal de que la enfermedad toca a su fin.

Las terapias más eficaces

La hidroterapia, el ejercicio, los masajes, las plantas medicinales y la alimentación son los recursos naturales más usados para cuidar la salud del niño. El agua es un elemento esencial en su higiene diaria y sigue siendo, junto con el jabón, el número uno en la prevención de infecciones.

Lavarse las manos disminuye las infecciones respiratorias y las digestivas por lombrices. Compresas, lavados y frotaciones pueden ser de ayuda terapéutica.

El ejercicio es básico en el desarrollo físico y psicológico del niño. Se recomienda asimismo en la recuperación de problemas de coordinación, alteraciones visuales, prevención de la obesidad y enfermedades metabólicas como la diabetes tipo II.

Junto con la dieta vegetariana puede ser el factor más influyente en la recuperación de enfermedades crónicas en el niño, sobre todo metabólicas y cardiovasculares.

Las recomendaciones de Frédérick Leboyer en su libro Shantala, aprendidas de los masajes clásicos de la India, han resultado positivas para todos los niños del mundo. Se trata de dar un masaje muy sencillo tras el baño para hidratar la piel y estimular la inmunidad. También es beneficioso en el asma, el insomnio, los cólicos, la fibrosis quística y la artritis reumatoide juvenil.

La fitoterapia sigue siendo una medicina básica para la mayoría de niños del mundo pobre, y una medicina complementaria para los del mundo rico, aunque comienza a solucionar muchos problemas de salud en niños que reaccionan mal al exceso de medicación de los tratamientos convencionales.

1. El cólico del lactante

Cuando el bebé llora, conviene valorar si no es por hambre, frío, calor… establecer rutinas y buscar apoyo familiar para poder descansar y mantener la calma. El llanto puede indicar también problemas de lactancia. Un bebé que no se agarra bien al pecho no mama suficiente y suele llorar.

Frente al cólico pueden ser útiles medidas como:

  • Infusión de anís o hinojo para la madre: reduce sus gases y los del bebé.
  • Ayudarle a expulsar gases tras la toma.
  • Masaje abdominal para relajar y liberar las zonas de mayor tensión.
  • Permanecer tranquilo, pues los bebés sienten la tensión muscular y la ansiedad de la persona con la que están.
  • Ensayar retirar los lácteos y cualquier excitante de la dieta de la madre. Aunque un poco de cafeína no suelen afectar al bebé, aquí conviene suprimirla.
  • Si toma leche artificial, se puede probar con un tratamiento con hidrolizado de proteínas durante dos semanas.

2. Catarros y gripes

Unas medidas higiénicas y naturales pueden ayudar al sistema inmunitario a resolver el problema en pocos días:

  • Tener en cuenta que la tos y las secreciones son la defensa natural más eficaz que tienen las vías respiratorias.
  • Reposo en cama mientras dure el proceso, sobre todo si hay fiebre.
  • Beber mucho líquido (más de 2 litros al día) para evitar la deshidratación.
  • La vitamina C en suplemento mejora la evolución de las infecciones respiratorias. Se pueden dar también zumos de fruta natural, sobre todo de cítricos.
  • El ajo (dos dientes al día), la cebolla cruda o hervida, el zumo de limón y las infusiones de tomillo, eucalipto o menta poseen acción antiviral in vitro.
  • Otras plantas útiles son la tila y el saúco, por su poder sudorífico, y la equinácea para potenciar las defensas.
  • Si no tiene hambre, no darle de comer. Basta con agua mineral, zumos de fruta y verdura cruda, y caldo vegetal.
  • Las gárgaras con agua tibia alivian, evitan complicaciones y son baratas.
  • Inhalar vapor de agua mientras se beben lentamente líquidos calientes facilita la respiración nasal y el drenaje de secreciones en las infecciones respiratorias. Está demostrado que inhalar aire caliente a 45 ºC durante 20 minutos mejora los síntomas del catarro.
  • Los probióticos (como el yogur con lactobacilos) favorecen la reducción de las infecciones respiratorias en niños.
  • Evitar que se enfríen los pies, ya que disminuye la capacidad defensiva de la mucosa de las vías respiratorias altas.

3. Curar la otitis

La otitis media suele tener una evolución natural favorable. La enfermedad aguda se resuelve en 24 horas en un 80% de los casos sin necesidad de tratamiento (aunque el líquido seroso puede permanecer hasta 12 semanas).

Si supurara, se precisa un cultivo y un antibiograma para poder tratar la otitis con antibiótico si no evolucionara bien. Para prevenir se recomienda:

  • Evitar alimentos que forman mucosidad durante las infecciones respiratorias agudas. Los alimentos que más a menudo se asocian a la otitis media recidivante son: trigo, productos lácteos, huevos, maíz, soja y azúcares refinados. Si se identifica el alimento desencadenante, se retira 6 meses y luego se reintroduce de forma gradual, a menudo sin que surjan nuevos síntomas.
  • Identificar si hay alergias a alimentos y eliminar su consumo, o ambientales y tratarlas en la medida de lo posible.
  • Evitar el humo, las estufas con combustible de madera y las chimeneas.
  • Evitar el chupete.

Pueden ser de ayuda varias plantas medicinales. La infusión de manzanilla (Matricaria chamomilla) se usa con seguridad junto con fármacos, incluidos los antibióticos. Es antiinfecciosa.

La equinácea (Echinacea angustifolia) es la mejor opción al inicio de los síntomas agudos, pero puede emplearse a lo largo del tratamiento. Se utilizan por vía oral comprimidos, cápsulas y la planta entera en infusión.

El malvavisco (Althea officinalis) desinflama las mucosas. En la otitis media ayuda a abrir la trompa de Eustaquio. Se dan al niño de 1 a 3 cucharaditas de la infusión entre dos y seis veces al día.

El gordolobo (Verbascum thapsus) disminuye las flemas y fortalece la mucosa respiratoria. En la otitis media se utiliza para desbloquear la trompa de Eustaquio y disminuir la inflamación.

4. Aliviar el estreñimiento

De forma natural el lactante puede pasar unos días, a veces más de 7, sin ningún problema ni molestia y luego hacer una defecación normal, aunque hay que vigilar que no mame poca cantidad.

Si tiene molestias, habrá que revisar la higiene general y la dieta:

  • La alimentación del niño debe ser rica en alimentos frescos y vivos, preferentemente frutas como ciruelas e higos y verduras crudas. Una flora rica en lactobacilos ayudará a recuperarse.
  • Evitar tanto la falta como el exceso de movimiento.
  • Mantener horarios regulares y no obligar al niño a aguantar (tampoco en la escuela u otros lugares); mejor que lo haga siempre que tenga necesidad.
  • Vigilar la musculatura abdominal del niño y reforzarla con ejercicio.
  • Enseñarle a defecar en cuclillas. Es más fácil y previene las hemorroides.

5. Regular la diarrea

La diarrea es una reacción de defensa del organismo, que elimina del intestino todo lo que resulta perjudicial. Puede ser bueno y necesario respetarla, pero ¿hasta qué punto?

Es importante vigilar que el niño no se deshidrate a causa de la diarrea dándole agua a sorbitos para que no los vomite (si coincide con una gastroenteritis). Pero si pasa de 7-8 deposiciones habrá, además, que evitar la diarrea para prevenir la deshidratación.

En general no es bueno cortar la diarrea en seco, pero sí al menos regularla, observando si la alimentación del niño o la de la madre (en la lactancia) no es correcta. Si urge disminuir el número de deposiciones, podemos recurrir a:

  • Una infusión de vara de oro y salvia con un poco de agua de cocer el arroz integral (que sea ecológico).
  • Una infusión de té negro con menta o de arándanos, y carbón activado.
  • Un poco de suero de leche: se corta la leche con limón y se separa el suero. Al día siguiente se le da al niño un poco de manzana asada o cocida, y al otro zanahoria rallada a mediodía y por la tarde manzana cruda y cocida. Otra opción es darle papilla de kuzu (la raíz del arrurruz). En ambos casos se recomienda también dar una cucharadita de lactobacilos al día durante siete días, para ayudar a restablecer el equilibrio de la flora intestinal.

6. Mejorar la amigdalitis

Uno de los sistemas más importantes del niño es el linfático, recogedor de las sustancias de desecho, canal de circulación de las grasas y, sobre todo, canal y productor de las células defensivas junto con el timo.

De todo este sistema linfático hay un lugar privilegiado y especial, porque actúa sobre todo en la infancia: el anillo linfático de Waldeyer, donde se alojan las amígdalas palatinas, una de las más importantes puertas de entrada del organismo. Este anillo controla todo lo que nos entra del exterior, tanto por las vías respiratorias como por las digestivas, y prepara la reacción defensiva ante aquellas sustancias que puedan ser perjudiciales para el organismo.

Cuando en el niño el anillo de Waldeyer está agrandado es señal de que se está abusando de él, sobrecargándolo con grasas y proteínas animales, almidones, harinas y azúcares refinados, estrés, malas posturas, ropas sintética o un entorno poco saludable.

Como remedios sencillos para superar las crisis sirven el ayuno o la dieta de frutas ácidas, con agua y sales que aligeren el vientre (como las de magnesio), alguna infusión que ayude a controlar la flora bacteriana y la fiebre (como la corteza de sauce, el tomillo o la equinácea), paños húmedos y frescos que regulen la temperatura y provoquen pequeñas sudoraciones, vahos y vapores en la habitación de los niños (enseñándoles a aspirar el vapor por la nariz y a olerlo) o pequeños masajes de drenaje linfático.