Los niños aprenden a hablar de forma natural en contacto con su entorno. Dentro de ese proceso natural, los padres muchas veces utilizan intuitivamente comportamientos que promueven el lenguaje. Sin embargo, a veces los adultos hacen cosas que pueden inhibir al niño. Te explicamos los errores que pueden cometer los padres.

1. No hablar con el niño o hablar poco

Tu hijo aprende a hablar de ti y de quienes lo rodean. Si los padres no hablan al niño porque este aún no habla o porque creen que a fin de cuentas no van a ser entenidos, no están poniéndoselo fácil. En pocas palabras, cuanto más se hable con el niño mejor.  

Esto no significa que debas entretener a tu hijo con monólogos interminables. Más bien, deberías adaptar tu forma de hablar a las capacidades de tu hijo.

Primero, nombra las cosas que son importantes para tu pequeño. Si ya está diciendo palabras sueltas, pronuncia sobre todo frases breves de dos o tres palabras.

También puedes apoyar lo que dices con expresiones faciales y gestos, esto ayudará a tu hijo a prestar atención y retener información.

Los teléfonos móviles, tabletas y televisores no son comparables a la expresión de los padres. Puede ser que su hijo aprenda rápidamente letras de canciones, por ejemplo, pero esto no significa que pueda aprender a comunicarse.

2. ejercer demasiada presión

Un error que los padres suelen cometer de forma inconsciente es aumentar la presión sobre el niño. Como padres queremos lo mejor para nuestro hijo y por eso tratamos de apoyarlo de la mejor manera.

Definitivamente se debe evitar imponer exigencias demasiado altas al niño. Hay que evitar a toda costa las comparaciones ("mira que bien habla tu hermano") o, incluso, conminar al niño para que hable.

Por supuesto, no es una buena idea, sino todo lo contrario, hacer chantajes con las necesidades básicas: "¿Quieres este plátano? Pídemelo por favor?" El niño puede estresarse innecesariamente. 

Es suficiente con decirle "te gusta el plátano, quieres comértelo, tómalo cariño". Él pronunciará cada palabra cuando esté preparado. 

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3. Correcciones constantes

Hablar debe ser divertido y el niño debe sentirse cómodo haciéndolo. Si corriges a tu hijo con frecuencia, esto puede conducir rápidamente a la frustración y la evitación.

Por lo tanto, es mejor abstenerse de decir: “¡Se dice zapato, no apato” y reemplazarlo con una repetición correcta de la afirmación de tu hijo.

También puedes enfatizar claramente la mejora o repetirla varias veces en diferentes contextos. “¿Te gusta el zapato? El zapato rojo es realmente bonito”.

El desarrollo del lenguaje se complementa entre sí en un orden específico. Los sonidos individuales y las estructuras gramaticales se aprenden en diferentes momentos, así que dále a tu hijo este tiempo.

4. No respetar los intereses del niño

Aprendemos mejor cuando algo nos gusta y estamos interesados ​​en algo. Por lo tanto, céntrate en los intereses del niño. ¿Tu hijo quiere mirar el mismo libro de vehículos por décima vez? Respétalo,  puedes retomar el tema y ampliarlo con contenido nuevo e interesante.

Leer y mirar libros es siempre una buena manera de apoyar el desarrollo del lenguaje de tu hijo. No es necesariamente importante leer el texto de los libros o leer el libro completo de principio a fin.

Si tu hijo no se siente atraído por los libros, no es un problema, podéis cantar o jugar libremente, lo único que importa es haya interacción entre vosotros. Por cierto, el contacto visual con tu hijo puede ayudarte a descubrir qué le interesa en cada momento, y cuando tu hablas el niño tiene la oportunidad de seguir los movimientos de tu boca y puede aprender a formar los sonidos del habla más fácilmente.

5. HABlAR COMO UN BEBé

Durante los dos primeros años de vida, muchos padres suelen hablar con sus hijos en el lenguaje de un bebé. Sin embargo, si deseas que tu hijo aprenda a hablar correctamente, debes tener en cuenta que tu eres su modelo lingüístico a seguir.

Esto significa que tu hijo te imitará y repetirá tu lenguaje de bebé. Están bien las frases cortas y sencillas y, de forma inconsciente, un tono de voz un poco más agudo. Pero evita trivializar la pronunciación y frases como: “¡Mira que guau guau más bonito !” en lugar de “Mira que perro más bonito”. No abuses de las onomatopeyas. 

6. tener demasiada prisa 

Todos lo sabemos, la vida cotidiana es estresante y muchas veces somos impacientes. Cuando hables con tu hijo, se debe evitar ponerle un tiempo para responder o terminar su frase.

 

 

Puede ser extremadamente frustrante que se le niegue la oportunidad de expresar sus necesidades o pensamientos.

Dedica conscientemente tiempo a interactuar con tu hijo. Esto puede ser, por ejemplo, mientras desayuna o de camino a la guardería.

También hay franjas horarias por la noche, pero ten en cuenta que es posible que el niño ya esté cansado.