Alrededor de un 12% de la población sufriría algún tipo de fobia en algún momento de su vida. Algunas de estas fobias son más comunes, como el miedo a las arañas (aracnofobia) o a la sangre (hematofobia), pero hay muchas más cosas o situaciones que pueden provocar un terror irracional en algunas personas. En el caso de la megalofobia, el simple hecho de estar dentro de un estadio de fútbol puede desencadenar un ataque de pánico.

Megalofobia: qué significa

La palabra megalofobia proviene del griego: "megalo", que significa "grande", y "phobos", que significa "miedo". Es decir, megalofobia significa literalmente miedo o miedo a lo grande. Se trata, pues, de un trastorno de ansiedad que consiste en tener miedo a los objetos o situaciones muy grandes.

Aunque no está incluida en la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) como un trastorno de ansiedad específico, la megalofobia puede considerarse una fobia específica, un trastorno de ansiedad que sí está reconocido en el DSM-5. Las fobias específicas consisten en un miedo intenso e irracional a un objeto o situación que en realidad no es peligroso.

En el caso de la megalofobia, el miedo es hacia cosas grandes como edificios altos, animales como las ballenas o los elefantes, vehículos enormes como barcos o aviones, estatuas, monumentos, montañas, volcanes o incluso fenómenos naturales como las tormentas. A menudo el miedo es hacia más de un objeto grande.

Síntomas de la megalofobia

Los síntomas que provoca la megalofobia pueden confundirse con los de otros trastornos de ansiedad y, de hecho, es frecuente que quienes tienen megalofobia sufran a la vez otros trastornos de este tipo.

Los síntomas varían de persona a persona y en función de diversos factores, y pueden incluir:

  • Ansiedad y miedo extremos.
  • Sudoración, palpitaciones y taquicardia.
  • Sensación de ahogo o dificultad para respirar.
  • Temblores, debilidad muscular y sensación de mareo.
  • Náuseas, dolor abdominal y molestias estomacales.
  • Ataques de pánico.

A veces, la megalofobia puede ser tan intensa que la persona llega a evitar completamente aquellas situaciones u objetos que le provocan el miedo, algo que puede tener un gran impacto en su calidad de vida.

¿Por qué ocurre la megalofobia?

La megalofobia puede afectar a cualquier persona. Al igual que ocurre con otras fobias específicas, la megalofobia suele empezar a desarrollarse en la infancia y se manifiesta en la adolescencia o los primeros años de la etapa adulta.

No se sabe exactamente cuál es su causa, pero se cree que podría deberse a una combinación de factores.

  • En algunos casos, puede deberse a una experiencia traumática en la infancia que tenga que ver o involucre al objeto o situación a la que se tiene aversión, por ejemplo, haberse quedado encerrado dentro de un gran edificio.
  • Las fobias también pueden aprenderse en casa a través de la observación del comportamiento de los padres.

¿Cómo se trata la megalofobia?

Si la megalofobia afecta significativamente la calidad de vida de la persona, es importante buscar ayuda psicológica. El tratamiento de la megalofobia puede variar de persona a persona, dependiendo de la gravedad de los síntomas, las causas del miedo y la situación u objeto concreto que cause la fobia y puede incluir:

  • La terapia Gestalt, creada por Fritz Perls, es una herramienta efectiva para trabajar con los traumas del desarrollo, que son fruto de los mecanismos de defensa desarrollados en la infancia frente a las situaciones que nos desbordaban.
  • La terapia cognitivo-conductual (TCC), un tipo de terapia psicológica que, a través de las preguntas y la conversación con el terapeuta, ayuda a identificar y modificar los patrones de pensamiento y comportamiento que contribuyen a la megalofobia. La persona aprende a responder mejor ante las situaciones que le causan miedo y a lidiar con el estrés y la ansiedad que siente.
  • La exposición gradual es otro tipo de terapia en la que, de forma gradual, se expone a la persona a la fuente de su miedo. Las personas con fobias específicas tienden a evitar aquello que les causa miedo, por lo que no llegan a saber que no pasa nada por estar en esa situación y que son capaces de controlar su miedo. En este tipo de terapia se suele empezar por situaciones poco estresantes (por ejemplo, hablar sobre edificios grandes) y se va avanzando hacia otras más intensas (como mostrar fotografías o pedir que vaya en persona cerca de un edificio grande) con el objetivo de ayudar a que se vaya sintiendo cada vez más cómoda y segura en presencia aquello que le causa miedo.

Algunos profesionales pueden recetar medicamentos ansiolíticos o antidepresivos para reducir los síntomas de ansiedad y depresión asociados a la megalofobia, pero estos no son la solución porque no tratan la causa, solo esconden los síntomas.