La estación invernal incita a llevar una vida muy sedentaria: menos horas de luz, más frío, mucho tiempo metidos en casa o en la oficina… una situación nada favorable para la salud física y mental. Además, el cierre de los gimnasios ha hecho que muchas personas abandonen la práctica del ejercicio físico. Sin embargo, deberíamos recordar que hacer algo de ejercicio al aire libre en invierno es una práctica muy saludable.

Una oportunidad para exponernos a la luz solar

La luz es necesaria no solo para sobrevivir sino para sentirse bien y disfrutar de salud. Los seres humanos precisamos de una luz con intensidad de entre 800 a 1.000 lux para que la glándula pineal pueda inhibir la secreción de melatonina –conocida como la hormona del sueño– y a su vez segregar serotonina y dopamina –las hormonas del buen humor y de la actividad–.

En los ambientes cerrados, donde transcurre prácticamente la totalidad de las actividades durante el invierno, la intensidad de luz habitual se sitúa entre 100 y 500 lux, lo que resulta insuficiente para el buen funcionamiento del cerebro. De ahí que en invierno, para compensar su escasez, salir al aire libre en las horas de sol revitalice y ayude a mantener el buen humor.

El sol en invierno se deja ver pocas horas, así que es bueno disfrutar de él cuando asoma. Planificar unos minutos al día para salir al exterior a hacer ejercicio, respirar aire fresco y, si el clima lo permite, beneficiarse de algunos rayos de sol, ayuda a tener mejor ánimo y más energía.

Para tratar de adaptar esta posibilidad al día a día, podemos proponernos ir andando o en bicicleta al trabajo; también la hora de la comida es un excelente momento para dar un paseo al aire libre.

Mantener el contacto con la naturaleza

Si la rutina impide seguir las recomendaciones anteriores, también se puede aprovechar el fin de semana para asegurarse el contacto con la naturaleza en lugar de dar la espalda a los elementos naturales que se disfrutan en otras épocas del año.

El contacto con la naturaleza resulta regenerador y proporciona una sensación de serenidad que invita a apreciar las características únicas del invierno.

Aprovechar las horas de luz (alrededor del mediodía) para caminar o correr por la montaña o por la orilla del mar, nos conecta directamente con la energía y el poder del universo.

Bien abrigados, podemos incluso gozar de unos minutos de meditación o de unas cuantas respiraciones conscientes acompañadas con el movimiento de los brazos, que suben estirados por los lados al inspirar y bajan lentamente al espirar.

Cualquiera de estas actividades en contacto con la naturaleza posee una inmensa acción revitalizante y regeneradora, y proporciona una sensación de serenidad que invita a apreciar las características únicas del invierno.

Qué tipo de actividad conviene en los meses fríos

Mantener la armonía con la naturaleza pasa por encontrar alguna actividad que estimule el cuerpo, y al mismo tiempo serene la mente y el espíritu.

Cierto es que, durante los meses de frío, es preferible no practicar ejercicios cardiovasculares muy intensos con los que se suda copiosamente, pues merman la energía y exponen al organismo a grandes contrastes térmicos. Pero los aficionados a correr sin duda disfrutarán haciéndolo.

La práctica de yoga, especialmente la de algún tipo restaurativo o yin yoga, puede ser una excelente elección. A través de estiramientos físicos y técnicas de respiración, el yoga une el plano físico con el interior.

A pesar de parecer pausado, el yoga es una práctica potente, consistente y meditativa. Su práctica continuada permite que el cuerpo se active, que la mente se relaje y que el espíritu, al mismo tiempo que incrementa el flujo de energía, se serene. Además, estimula la secreción de endorfinas, hormonas naturales que facilitan estados de buen humor y refuerzan el sistema inmunitario para mantener alejadas posibles gripes o resfriados.

Según la medicina tradicional china, los órganos más directamente asociados con el invierno son los riñones y la vejiga. El meridiano de la vejiga recorre la espalda e influye sobre los nervios simpático y parasimpático.

La acumulación de tensiones y emociones provoca rigidez y dolor en la espalda y el cuello, lo que afecta a este meridiano. Para evitarlo conviene mantener la espalda destensada, con estiramientos, yoga u otras técnicas corporales.

Para notar los beneficios de la práctica, es recomendable practicar yoga un mínimo de dos veces por semana.

Presta atención a la respiración

Cuando hace frío, tendemos a encogernos y a encorsetar la respiración, lo que interfiere en los mecanismos que ayudan a limpiar de impurezas, virus y bacterias el aire inhalado. Esto aumenta la vulnerabilidad a las infecciones y altera el funcionamiento de los sistemas respiratorio, inmunitario, digestivo y nervioso.

La práctica de algunas técnicas permite expandir la respiración, eliminar tensiones y atesorar la energía de la respiración o prana en nuestro interior durante el invierno.

La respiración ujjayi del yoga, también conocida como respiración victoriosa o de fuego, puesto que está directamente relacionada con el agni (fuego interno), resulta muy beneficiosa ya que, además, calienta el organismo.

Para llevarla a cabo:

  1. Colócate en una postura cómoda –sentado o tumbado– con la columna vertebral erguida.
  2. Contrae ligeramente tanto la musculatura de la zona abdominal (udhiyana bandha) como la de los esfínteres (mula bandha) están ligeramente contraídas, al igual que la de la glotis.
  3. Al inspirar, dirige el aire hacia la zona intercostal y clavicular.
  4. Realiza la inspiración y la espiración por la nariz, y alárgalas progresivamente, tratando de igualar su duración.
  5. Cuando el aire pasa por la zona de la garganta, provoca un sonido relajante que puede evocar las olas del mar.

Practicar la respiración ujjayi unos minutos al día mantiene el sistema inmunitario en forma, puesto que ayuda a eliminar las impurezas del cuerpo. También aumenta la capacidad pulmonar, calma el sistema nervioso y mantiene la mente despierta y concentrada.