La primera sociedad que conocemos, en la que nacemos y vivimos, es la de nuestra familia. En ella, aprendemos a relacionarnos, nos culturizamos y comenzamos a descubrir el mundo. Desde el punto de vista de la salud física y emocional, estas experiencias de nuestra infancia son vitales. Muchas de ellas determinan la calidad de nuestra vida posterior.

Cuanto más equilibradas y saludables sean las dinámicas de nuestra familia, mejor fortaleza interna y salud emocional tendremos tanto de niños como de adultos.

Unas dinámicas familiares poco equilibradas y no atentas a las necesidades de los niños, pueden generar desigualdades y traumas que se arrastran de por vida. Cuando los roles en la familias vienen marcados por una jerarquía dominante sustentada en el miedo, la coacción y el control, todos los miembros sufren graves desequilibrios internos.

En estos casos, las verdaderas necesidades de los niños se supeditan a las de los adultos. Tanto mayores como pequeños, acaban desvinculados de sus objetivos vitales y las relaciones se sustentan en el dolor y el malestar. Aparecen los celos, la envidia, las peleas, los favoritismos y el desequilibrio. Los hijos se sienten inseguros, desprotegidos, su autoestima es muy baja y la confianza en sus padres nula. Por su parte, los padres también arrastran sus propias carencias originadas en su familia de origen.

Cómo sanear las dinámicas familiares

Las dinámicas familiares no son fijas. En mi consulta trabajo con las familias para modificarlas y establecer nuevos vínculos basados en la equidad y el equilibrio. Trabajando en equipo, sanando las heridas pasadas y estableciendo nuevos vínculos basados en la seguridad y el amor incondicional, es posible crear nuevas dinámicas en las familias.

Tras muchos años de acompañar a familias en la transformación de sus dinámicas, de desequilibradas a saludables, estas son mis conclusiones sobre las 5 claves principales para estableces dinámicas familiares saludables.

  • Todos los miembros de la familia son importantes

Independientemente de la edad, de la posición de llegada o de sus circunstancias personales, todos los miembros de la familia tienen la misma importancia. Todos participan en la familia y sus opiniones y su contribución es tenida en consideración. El diálogo y la negociación son recursos fundamentales.

Por supuesto, los adultos, además de ser los responsables de tomar algunas decisiones trascendentales para la familia, han de cuidar de todos, no se delega en los niños esta tarea.

  • Tener en cuenta las necesidades de todos

No priorizar siempre a uno por encima de otro. No crear favoritismos o desigualdades. Respetar a todos y fomentar el respeto entre todos.

Cuando ocurra una discusión, escuchar a todas las partes de forma objetiva, sin tomar partido por uno o por otro, sin imponer soluciones arbitrarias e injustas.

  • No exigir más de lo que cada uno puede dar

Cada niño, según su edad y su personalidad, tendrá sus propios límites. No podemos sobrepasarlos, para no provocar situaciones de cansancio o de tensión. Por ejemplo, llevar a un niño al supermercado para hacer la compra familiar a las 8h de la tarde, después de todo un día de colegio, deberes y actividades extraescolares, y pedirle que esté tranquilo, es sobrepasar sus límites.

  • Fomentar la cooperación

En lugar de comparar a los hermanos y hacerles competir por la atención de los padres, fomentemos el trabajo en equipo. También, hemos de crear un vínculo seguro entre todos. Si todos los miembros de la familia se sienten amados y protegidos, todos desarrollan una alta autoestima, saben valorarse tal y como son y por lo que son, se sienten seguros y no tienen la necesidad de competir por la atención de los padres.

  • Respetar las individualidades

Cada miembro de la familia tiene sus propios gustos, particularidades y aficiones que deben ser apoyadas y respetadas por todos. Todos deben ser igual de atendidos y acompañados en sus circunstancias personales. Además de tiempo en familia, para recibir un trato personalizado, amor y cobijo, cada hijo ha de poder pasar tiempo solo con los adultos de la casa.