Un papel activo en la respiración y la vivencia de las emociones
Solemos tener la zona abdominal cargada de expectativas estéticas, por eso quizá es la parte del cuerpo que más sufre de prejuicios, culpabilidad y vergüenza. Para muchos es un hecho que el volumen abdominal incide en la autoestima. Se tiende además a valorar la estética de la zona abdominal según un único modelo: los famosos seis "cuadrados" en la zona central de los abdominales o, dicho en lenguaje popular, la tableta de chocolate.
Este criterio de belleza que no tiene en cuenta la edad, las diferentes constituciones morfológicas, los partos y otros factores naturales, puede dar lugar a una valoración rígida, un criterio incuestionable que afecta a la manera en que se percibe y se vive el cuerpo.
Todos conocemos a personas que se sienten incómodas en sus propios cuerpos en el mejor de los casos, o incluso repugnantes y no merecedoras de ser amadas en el peor. Así pues, es importante integrar la zona abdominal con el resto del cuerpo, es decir, apreciar el papel activo que desempeña en el acto respiratorio e incluso en la vivencia de las emociones.
Cuando se despierta la consciencia en la zona abdominal percibimos sus cambios, deseos y toda la vida que se mueve por su interior. Percibir cómo la zona abdominal está íntimamente relacionada con la vida psicoemocional y respiratoria, así como con nuestra alimentación, fácilmente aumenta la sensación de conexión con el cuerpo. Esta conexión intensifica la sensación de bienestar y complicidad con uno mismo, y a partir de ahí se pueden empezar a introducir cambios, siempre desde un lugar de intimidad, conexión, comunicación y compasión.
El objetivo no consiste en moldear y controlar los abdominales a nuestro gusto, influidos por ideas poco realistas, sino en comunicarse con el cuerpo y explorar de manera gradual las necesidades reales de nuestra zona abdominal, consultando con el propio cuerpo qué es lo que necesita para alcanzar la salud. ¡Toda una práctica!
Cuatro capas de músculos
Para aumentar la conciencia de esta zona tan importante es útil conocer la anatomía, la ubicación y los nombres de las cuatro capas abdominales. Se suele creer que los músculos abdominales ocupan solo la parte frontal del tronco, cuando de hecho (con excepción de los rectos abdominales) se conectan a un tendón en la espalda baja que se inserta en las vértebras lumbares.
Así pues, los músculos abdominales abarcan más espacio de lo que en principio se podría imaginar, ya que llegan hasta las lumbares. Por esta razón se considera que los abdominales dan una estabilidad lumbar. Estas son las cuatro capas de músculos abdominales:
- Rectos abdominales. Configuran la famosa tableta de chocolate. Se trata de unos músculos superficiales que se cuidan parcialmente de la flexión del tronco, es decir, acercan la pelvis al tronco. Son los únicos que no se llegan a insertar en la aponeurosis torácicolumbar y por lo tanto no ejercen una acción directa sobre la zona lumbar y su estabilidad.
- Oblicuos mayores. Se ubican justo debajo de los rectos abdominales, en los laterales.
- Oblicuos menores. Están localizados justo debajo de los oblicuos mayores. Los dos participan en la flexión, rotación e inclinación del tronco. El fortalecimiento de estos músculos garantiza mucha más comodidad a la hora de darse la vuelta en la cama o de levantarse desde la posición estirada. Por lo tanto, la salud de estos músculos mejora la calidad de vida.
- Transversos del abdomen. Es el músculo más profundo de las cuatro capas abdominales. Está casi pegado a las vísceras (separado de ellas solo por la fascia tranversalis y el peritoneo). Los transversos intervienen al toser y al expulsar algo, como ocurre en el vómito, la defecación o el parto. Lo curioso de este músculo es que apenas ejerce un efecto sobre el esqueleto, prácticamente no tracciona la pelvis, ya que sus fibras contráctiles son paralelas a ella, y moviliza las vértebras mínimamente (ante todo actúa estabilizando las vísceras). Al contraerse, sus fibras circulares reducen el diámetro de la región abdominal y crean una «faja» muscular. Por todo ello, los transversos del abdomen son los músculos más interesantes que trabajar si el objetivo de la práctica es crear una estabilidad lumbar y reducir la talla de la cintura.
Las funciones de las abdominales
Una vez conocida la ubicación de los abdominales, es interesante conocer asimismo sus funciones fisiológicas determinantes. Evidentemente, los abdominales crean movimiento en el tronco (flexión, torsión, inclinación) y en la pelvis (anteversión, retroversión).
Dado que se insertan en el esternón, las costillas, las vértebras y la pelvis, también son capaces de movilizar dichas estructuras. Estabilizan el tronco entre la pelvis y las piernas. Al subir escaleras y al caminar, siempre hay una pierna que está por un momento en el aire. Entonces el tronco y la pelvis tienen que mantener la estabilidad del resto del cuerpo para no caer por efecto de la gravedad. Sin la sujeción que dan los abdominales al tronco y por lo tanto al resto del cuerpo no podríamos caminar ni subir escalones.
Asimismo ayudan a la estabilidad lumbar, por ejemplo cuando se carga peso.
También es importante su función ya mencionada de proteger los órganos internos. Participan activamente cada vez que hablamos, cantamos, tosemos, estornudamos, tenemos hipo, empujamos algo, en el proceso respiratorio (especialmente en la exhalación forzada), la defecación y el parto.
Menos conocido es el hecho de que los abdominales acompañan físicamente todas nuestras emociones, por ejemplo al llorar, reír o entrar en cólera. Justamente en esta zona reside el llamado "cerebro abdominal" o "cerebro digestivo".
En su libro El segundo cerebro, el Dr. Michael D. Gershon, jefe del departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia en Nueva York, dice: "El lenguaje hablado por las células del sistema nervioso abdominal es tan rico y complejo como el del cerebro".
El sistema nervioso entérico, una subdivisión del sistema nervioso autónomo que reside en el mismo tejido del aparato digestivo, es la única parte del cuerpo que puede rechazar o ignorar un mensaje que llega desde el cerebro craneal.
Asimismo, en el sistema digestivo se produce y almacena el 90% de la serotonina, cuya función es esencial: regula la absorción y aporte alimenticio, la temperatura corporal, el humor (especialmente la inhibición de la ira o cualquier conducta impulsiva orientada a la agresión), el apetito, el placer sexual o el placer en general. Así pues, la barriga es un recipiente de emociones y nuestra sensación de bienestar reside en este centro.
La práctica holística
Una práctica abdominal sana y holística tratará por tanto de ver esta zona en toda su plenitud, llena de vida, con sus altos y bajos. El crecimiento personal lleva a considerar cuerpo y mente como una unidad. Tonificar los abdominales permite disfrutar de más estabilidad lumbar.
Una práctica más completa se inicia desde una consciencia despierta, que permita una comunicación íntima con el cuerpo y el entorno, ejercitando la escucha activa y compasiva de nuestras necesidades reales, y suavizando el diálogo interno para disfrutar de un estado mental relajado que libere la respiración y no interfiera con ella.
Así pues, la práctica ideal no consiste solo en hacer ejercicios, sino que se expande a lo largo de todo el día. Practicamos a la hora de comer, practicamos cuando cuidamos la forma en que respiramos y cuando escogemos el modo de gestionar las emociones.