Tras años de búsqueda interior, Isha descubrió que el mayor regalo de la vida se halla en el amor incondicional, ese que solo podemos encontrar si conectamos con nuestro yo más profundo, en unidad con el universo. Publicó libro, ¿Por qué caminar si puedes volar? (Ed. Aguilar), del que existe también una película.

Fruto de su investigación personal, ha creado un sistema terapéutico y de autoconocimiento que lleva su nombre, un sencillo método basado en cuatro afirmaciones que ella denomina facetas.

Propone repetir cada una de las facetas a diario en sesiones de unos veinte minutos, las veces que se quiera, especialmente en momentos de desasosiego. Pueden hacerse estas repeticiones en cualquier lugar o momento (no hace falta una disposición mental especial, solo estar cómodo).

Es bueno acompañarlas de ejercicio físico, así como beber agua, para eliminar las toxinas que se remueven con la práctica.

Esta repetición puede conducir, según Isha, a eliminar progresivamente pensamientos negativos, miedos y creencias limitantes; a sentir gratitud por el hecho de poder desarrollar nuestra humanidad, a recuperar la propia valía y a aceptar las cosas que nos suceden.

Isha, de origen australiano, reside ahora en la costa de Uruguay. En todo momento se mostró como una persona tremendamente humana, accesible, serena, divertida, sin ninguna pretensión más que disfrutar de la vida y compartir lo que sabe con los demás.

Del miedo al amor

–¿Qué proceso le llevó a desarrollar el sistema ISHA?
–Me cansé de sufrir. Había probado cientos de terapias y sistemas espirituales: meditación, rebirthing, reiki… pero me daba cuenta de que el miedo dominaba mi vida. Llegó un momento en que comencé a ir hacia dentro, muy profundamente, y empecé a ver que no me amaba a mí misma.

Era una mujer de éxito, pero nada de lo que hacía me parecía lo suficientemente bueno. Mi mayor temor era que la gente no me amara o que me abandonaran. Cuanto más adentro iba, más cuenta me daba de que esa separación tenía un origen más interno que externo.

–¿Y qué ocurrió a partir de ese momento?
–Que empecé a sentir la situación y a sanarla a un nivel muy profundo. Luego comencé a escuchar mi voz interior y esta me enseñó que tenía que abrazar mi humanidad, que tenía que expresar mi verdad, que tenía que ser íntegra, en vez de estar buscando siempre la aprobación fuera. Que tenía que encontrar la seguridad interna y no apegarme a cualquier cosa externa.

"Comencé a ver cómo en cierto modo era una adicta al sufrimiento."

Por eso mis adicciones resultaban tan importantes para mí, puesto que me conducían siempre al mismo punto: tenía malas relaciones y así podía demostrar que no merecía el amor de los demás. Solía beber mucho, porque no estaba cómoda conmigo misma, era muy insegura. Empecé a sentir todo esto y a expandir esa energía interna, y cuanto más me enfocaba en eso más grande se iba haciendo. Así surgió el sistema.

–Lo define como un sistema terapéutico basado en el amor. ¿Tan grande es el poder de este sentimiento?
–Los seres humanos no se dan cuenta de que el amor es una energía muy poderosa, que te hace sentir seguro internamente, en paz. Viene a ser como si cada uno pudiera llevar su propia casa dentro de sí mismo.

Una vez que alguien encuentra esa energía interna, mientras usa por ejemplo las facetas que yo enseño, esa experiencia empieza a expandirse. Nuestro cuerpo completo es energía, todo es energía. Cuando empezamos a expandirnos y a enfocarnos en el amor, nuestra vibración comienza a elevarse y atraemos más y más de eso mismo.

–¿Propone entonces cambiar aspectos internos en vez de cambiar lo que nos rodea?
–Tendemos a creer que debemos cambiar aspectos o cosas externas, de hecho dedicamos mucho tiempo y energía a eso. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que lo externo nos está reflejando a nosotros mismos.

Por eso, cuando sanamos internamente, elevamos nuestra vibración y encontramos un lugar de paz y de dicha. Acudimos a un lugar de confianza, en vez de permanecer siempre en un espacio caracterizado por la protección y el miedo. Cuando esto sucede, entonces comenzamos a abrirnos, a recibir, y todo, todo cambia. Nuestro gran secreto reside dentro de nosotros, no en lo de afuera.

Un sistema sencillo, apto para descreídos

–Su sistema me recuerda en parte a la PNL, pues mediante la palabra permite modelar la realidad; o a la oración, ya que se basa en afirmaciones que nos hacen conectar con nuestra parte espiritual. Y también a la meditación, pues lleva la atención al momento presente. ¿En qué se diferencia de esas técnicas?
–En que nos enfocamos en el amor. Cuando nos enfocamos en esa energía, todo lo que no está vibrando en esa frecuencia se transforma en algo evidente y uno comienza a verlo. Aquí no analizamos nada, no interpretamos, solo se trata de sentir y ver y poder desprenderse de lo que no sirve.

Se trata de un método muy poderoso, porque pueden usarse sus cuatro facetas en todo momento. Eso nos conduce automáticamente a ese espacio de amor incondicional. Es un sistema rápido y directo, no vinculado a ninguna creencia. No hace falta vestirse ni comer de manera determinada para acceder a sus beneficios.

–¿Y tampoco se requiere tener "fe" para que funcione?
–No. Las facetas están vibrando en unidad y generan una coherencia perfecta en el cerebro. Cuando vivimos en la ilusión del miedo percibimos que siempre hay algo que está mal, pero las facetas son muy poderosas. La primera es: "Alabanza al amor por este momento, en su perfección". Hablar de perfección, por ejemplo, es la última cosa en la que el intelecto va a estar de acuerdo.

El trabajo del intelecto es mantenernos en la dualidad y detectar lo que falla. Al tener presente la perfección aprendemos a confiar, a fluir y a rendirnos, en vez de estar siempre peleando. Cuando digo rendirnos aludo a entregarnos a las cosas tal y como son, pero desde la dicha. Con frecuencia los obstáculos más grandes los erigimos nosotros, con nuestro afán de control.

"El universo nos ofrece cada día diamantes, pero estamos tan ocupados aferrados a nuestras piedrecitas que no podemos recibirlos."

–He practicado sus frases durante una semana. Me he sentido más confiada y en paz respecto a los condicionantes externos, más paciente, menos controladora, más alegre. Sospecho que eso permite atraer mayor positividad a la vida…
–Al practicar las facetas comienzas a encontrar una seguridad interna. Los seres humanos rara vez estamos presentes: solemos estar preocupados por el pasado o por el futuro. Pero cuando alguien comienza a anclarse en el presente y a estar en esta paz interna todo comienza a cambiar. No deja sus ocupaciones por ello, pero se va moviendo como desde dentro de sí mismo. Tiene más energía porque no vive en su cabeza todo el tiempo. La persona se siente así más saludable y empieza a ver con nuevos ojos.

El mundo es hermoso, pero a menudo estamos tan enfocados en nuestro sufrimiento que no encontramos una razón para vivir con alegría.

–¿Ese sufrimiento procede del miedo?
–Sí. Pero cuando una persona regresa a ese lugar interno de confianza comienza a amarse a sí misma, y las elecciones que hace están basadas en el amor, no en viejas adicciones. Nutrir ese amor interno permite ver y abrazar cada aspecto de nosotros mismos. Cuando eso sucede, de pronto, como por arte de magia, la persona comienza a cambiar también externamente.

"Es tan simple sanar al mundo: solo hay que sanarse a uno mismo."

–Sostiene que su sistema sana incluso a un nivel físico...
–El sistema actúa a un nivel muy profundo. No quiero decir que sea una cura milagrosa, pero hace dos días fui de Madrid a Uruguay y corrí una carrera de enduro de 160 km. Subí a un avión de nuevo y aquí estoy hoy. Salí a correr esta mañana, tengo casi cincuenta años y vibro y funciono en un estado muy atlético, cuando yo antes no era así. Muchas personas han sanado cosas importantes con esto; otras pasaron por una operación y las facetas les ayudaron a recuperarse antes. Hemos conocido a personas que se curaron y otras que murieron, pero en un estado de aceptación y en paz, porque la muerte es una transición. El sistema no lo cura todo, no es una panacea, pero opera a un nivel muy profundo.

Usar las crisis como motor para el cambio

–¿Qué opinión le merece la actual crisis económica, ambiental y social? ¿Cómo podría articularse un cambio hacia formas de hacer más humanas, sostenibles y evolucionadas?
–Con veintiocho años viví una crisis tremenda. Hubo un crack financiero en Australia, mi país de origen, y lo perdí todo: mi dinero, mi carrera. Seis miembros de mi familia murieron. Pero esa sacudida me permitió encontrarme a mí misma. Me di cuenta de que, si eso no hubiera sucedido, jamás habría cuestionado mi vida, y yo era una persona muy cabezona... Pero no es preciso que ocurra algo tan extremo para cambiar para bien. Podemos ver que lo que hicimos antes no nos sirvió. Cuando accedemos a ese lugar de confianza y hallamos la paz interna y la dicha, entonces empezamos a fluir y a darnos cuenta de que la vida es una experiencia maravillosa. Las cosas hermosas, como las que no lo son tanto, crean este colorido, esta belleza.

"Las crisis tienen una faceta buena porque nos hacen ir hacia dentro y nos permiten encontrar lo realmente importante."

–Siendo australiana, ¿qué le ha llevado a vivir en Uruguay?
– El método lo desarrollé en Australia, pero me invitaron a viajar un par de semanas a Venezuela, y en todos los lugares a los que iba era tanta la demanda que empecé a entrenar a maestros. La red de relaciones se iba haciendo tan grande que fundamos un centro en la Costa Azul de Uruguay, un lugar bellísimo, en el que imparto mis enseñanzas junto con los 35 profesores que he formado. Esa es mi casa y en ella vivo cuando no estoy viajando. También tenemos otro en México.

–Otro de sus ámbitos de trabajo son las cárceles…
–En México DF, en una prisión de máxima seguridad, acuden unos mil hombres voluntariamente a mis charlas. Me impresiona verlos sentados, tan tranquilos y respetuosos. El sistema ha funcionado tan bien en las cárceles que algunos centros empiezan a incorporarlo como parte de un programa de reducción de sentencia. También hemos recibido apoyo de las autoridades colombianas para enseñar a ex-integrantes de la guerrilla como parte del proceso de reinserción a la sociedad.

–Un ermitaño de Montserrat me dijo una vez que la mente es el peor enemigo del hombre. ¿Está de acuerdo?
–Si es tu dueña, sí. Si no es así, es tu mejor amiga.