Con una masa aproximada de mil quinientos gramos y unos cien mil millones de neuronas unidas por una extraordinaria red de conexiones, nuestro cerebro se considera el órgano más complejo que existe.

Por ello no debe extrañarnos que mantenga aún numerosos enigmas por desvelar.

En una de las cosas en las que suelen coincidir sus estudiosos es que la mente es un producto emergente de la actividad cerebral. Pero, al mismo tiempo, la propia actividad mental puede modificar la estructura y función del cerebro.

Un cambio químico que tenga lugar en el cerebro puede cambiar un pensamiento de la misma manera que un pensamiento puede influir en la química cerebral. Esta interacción de doble sentido genera un extraordinario potencial de aprendizaje.

Aprovechar la capacidad de adaptación del cerebro

Así pues, el cerebro es un órgano con capacidad de cambiar respondiendo a las modificaciones del entorno.

Puede variar las conexiones entre neuronas, modificar la red de capilares que les proporcionan oxígeno y nutrientes y producir nuevas neuronas, por lo menos en determinadas zonas, como el hipocampo. En suma, goza de neuroplasticidad.

Esto nos abre la puerta no solo a conocernos sino también a darnos forma y construirnos a nosotros mismos. Cada vez que aprendemos algo nuevo el cerebro se modifica.

Una mente "expandida" o estimulada por una nueva idea jamás recobra su tamaño original. Si aprender y enseñar es algo que ocurre en el cerebro, conocer su funcionamiento puede ser un punto de partida para obtener el rendimiento idóneo en esos procesos.

A partir de esta idea surge la ciencia de la neurodidáctica, desde la cual se postula que todo lo que aprendemos modifica nuestras redes neuronales y que el desarrollo del cerebro y el de las capacidades cognitivas están inseparablemente unidos.

Aprendizaje a lo largo de toda la vida

La neurodidáctica propone diseñar el aprendizaje de la forma que mejor se adapte al desarrollo y funcionamiento del cerebro.

También dice que es necesario reconocer, aprovechar y consolidar las capacidades propias de cada cual, que hay que aprender y enseñar en consonancia con las dotes y talentos personales, y que el aprendizaje ideal adecua el contenido de las materias a las competencias individuales y no al revés.

En relación al aprendizaje somos diferentes, y cuanto más nos adaptemos a nuestras propias características mejores resultados obtendremos.

Todo esto no incluye los conocimientos académicos sino también cualquier tipo de aprendizaje vital.

Ni queda limitado a una determinada edad, puesto que el cerebro goza de una plasticidad ininterrumpida y en el cerebro adulto existe una enorme capacidad para el cambio. El aprendizaje se produce en todas las edades y nunca es demasiado tarde para aprender.

De hecho aún hay más, puesto que la educación se considera corno un factor protector frente al declive mental y la demencia senil.

Un cambio químico que tenga lugar en el cerebro puede cambiar un pensamiento, así como un pensamiento puede influir en la química cerebral.

Nuevas formas de aprender

Adaptándose a la forma de funcionar del cerebro la neurodidáctica pretende fomentar el aprendizaje potenciando nuestras naturales ganas de saber y estimulando nuestra característica disposición a aprender.

En la avanzadilla de los conocimientos actuales sobre el cerebro encontramos ya nuevas propuestas de aprendizaje.

Teoría de la mente

Este es el nombre que se da a la capacidad que tenemos de averiguar los pensamientos, deseos e intenciones de los demás, y tiene una base cerebral definida.

Se trata de una capacidad crucial para las comunicaciones e interacciones sociales y parece ser una condición básica cuando se quiere enseñar con un propósito.

Para que su labor sea efectiva, un docente ha de ser capaz de realizar suposiciones aproximadas acerca de aspectos como en qué medida el alumnado le sigue, cuándo requiere su ayuda, cuál es su grado de interés e implicación, su receptividad, si se aburre, si se estresa...

En suma, debe realizar una calibración constante de su situación comunicativa particular y no simplemente exponer sus conocimientos.

El cerebro puede procesar y almacenar información sin que lo sepamos. Años de investigaciones sobre el aprendizaje implícito han revelado que somos capaces de aprender sin darnos cuenta.

Activaciones a la carta

En la estimulación magnética transcraneal (EMT) se envían impulsos magnéticos intensos pero muy cortos a zonas específicas del cerebro que, así, se pueden activar o desactivar.

Allan Snyder, director del Centro Australiano para la Mente. está utilizando la EMT para intensificar la capacidad de memoria y de aprendizaje, y plantea que la desactivación transitoria del lóbulo frontotemporal hace que afloren habilidades concretas sin previo aprendizaje.

Inteligencias múltiples

Howard Gardner distingue al menos ocho tipos de inteligencia independientes entre sí, cada una con su forma característica de percibir, memorizar y aprender.

Considera que los tests tradicionales sólo miden las inteligencias verbal-lingüística y lógica- matemática, las dos que se potencian casi de forma exclusiva en la escuela, lo cual no permite aprovechar las potencialidades de cada persona y cierra la puerta a habilidades y capacidades esenciales.

Libros sobre neurodidáctica

  • Cómo aprende el cerebro; Sarah-Jane Blakmore y Uta Frith. Ed. Ariel
  • Mentes diferentes, aprenziajes diferentes; Mel Levine. Ed. Paidós
  • El cerebro femenino; Louann Brizendine. Ed. RBA
  • La paradoja de la sabiduría; Elkhonon Goldberg. Ed. Drakontos