Pocas actividades cotidianas tienen tan mala imagen social como las tareas domésticas. No remuneradas, invisibles, repetitivas, poco aspiracionales… se suelen dejar en último lugar en la lista de prioridades y eso deriva en maratones de limpieza los fines de semana o en un desorden evidente: pilas de ropa, objetos desordenados y caos en el hogar que aún aleja más a las personas de estas labores.

El cleanfulness es una disciplina cercana al mindfulness y el mindful eating que nos permite reconciliarnos con las tareas domésticas, como limpiar y ordenar, aunque también con las que implican planificar los menús, hacer la colada, planchar, cuidar las plantas o el jardín, etc.

El método consiste en centrarnos en el presente y practicar la plena atención al realizar tareas domésticas.

Aunque el nombre sea novedoso, el concepto no lo es en absoluto y todas las tradiciones religiosas alaban la disciplina y el respeto en las pequeñas acciones del día a día como camino para el fortalecimiento del espíritu.

Desde el “ora et labora” cristiano a la meditación fregando los platos del maestro budista Thich Nhat Hanh, la repetición de tareas y la actitud de esmero y excelencia en todo aquello que hacemos, por intrascendente que parezca, es algo valorado positivamente y potenciado.

Y en el marco de nuestro hogar aún cobra más importancia. Conocemos la influencia tan poderosa que tiene el entorno sobre nuestro bienestar físico, emocional y mental y los beneficios de mantener nuestra casa limpia, despejada y en armonía se pueden sentir a todos los niveles.

Beneficios de practicar el cleanfulness

El desorden externo estresa y te impide disfrutar de calma en casa. La ausencia de alimentos saludables en la despensa y en el frigorífico te aleja de una comida sana y de calidad. La pila de ropa sucia o arrugada no te recarga las pilas por la mañana.

Por el contrario, lo que defiende el cleanfulness es que cuidando tu casa, tú puedes conseguir más calidad de vida.

Un espacio ordenado y bien ventilado te aportará más paz y claridad y te proporcionará más momentos placenteros que el caos.

Si quitamos los prejuicios sociales obsoletos sobre el hogar, la realidad es que las tareas domésticas son solo una más dentro de los hábitos cotidianos y de un estilo de vida saludable.

Podemos enfocar la limpieza de la misma manera que la higiene dental, el ejercicio físico o estudiar materias que nos gusten.

Esta es la perspectiva que defiende Keisuke Matsumoto, monje budista del templo Komyoji y autor de Manual de Limpieza de un Monje Budista (Ediciones Duomo). Nos recuerda que vivimos en un mundo interdependiente y estamos conectados con nuestro entorno, que las tareas cotidianas y sencillas nos ayudan a encontrar la serenidad interior y que son una forma de meditación en movimiento.

Con tanto ruido externo y mental, dedicar un tiempo a la limpieza te permite bajar revoluciones, concentrarte en una tarea e, incluso, relajarte.

10 pasos para practicar el cleanfulness en casa

Aunque la teoría es sencilla, seguramente no pasaremos rápidamente de despreciar o posponer la intendencia del hogar a valorarla y priorizarla. Sin embargo, si ampliamos nuestra mirada, lo asumimos como un hábito saludable más y nos permitimos sentir esa limpieza meditativa, el cleanfulness se convertirá en la mejor terapia contra el estrés porque despeja la casa y resetea la mente a la vez. Te damos 10 consejos para lograr ese cambio:

  1. Establece rutinas diarias o semanales realistas y adaptadas a nuestro ritmo vida. Se trata de planificar la limpieza en la agenda tal como planificamos el gimnasio, la peluquería o la vida social. Así evitaremos procrastinar y evitareos la limpieza a toda costa,
  2. Divide el trabajo. Si convivimos varias personas en casa, es mejor hablar de este tema positivamente y dividir las labores según capacidades, disponibilidad e interés
  3. Trata de poner los cinco sentidos. Es esencial que nos apliquemos en lo que hacemos. La atención plena es muy democrática, cualquier labor merece nuestra presencia consciente, ya sea la colada, como acabar un informe, hornear un pastel o recitar poesía.
  4. Pon música. Si ponemos música para que nos acompañe mientras limpiamos, alegramos el momento.
  5. Abandona la autoexigencia. No buscamos la perfección, ni dejarlo todo “como los chorros del oro”, sino que tratamos de implementar el hábito continuado de que nuestra casa y nuestra vida merecen esos cuidados. Poco a poco se verán los resultados.
  6. Limpia sin ensuciar. Ya que cogemos la escoba y el trapo, hagámoslo bien y usemos productos naturales que no añadan tóxicos al aire que respiramos. El vinagre, el bicarbonato, el jabón natural y los aceites esenciales serán tus grandes aliados.
  7. Muévete con alegría. Tumbarse en el sofá no quema calorías, pero barrer, fregar, quitar el polvo de los armarios altos, colocar ropa en los cajones y ahueca los cojines sí. No subestimes el deporte doméstico
  8. Póntelo fácil. La tecnología cada vez nos ayuda más en el hogar. Sea una fregona a pedales, un robot frega suelos o escobas eléctricas, elijamos instrumentos que nos ayuden
  9. Prémiate. Ningún té o infusión te sabrá mejor que después de una jornada de cleanfulness contemplado el trabajo bien hecho y disfrutando de esa sensación de orgullo y bienestar
  10. Sé paciente. Al igual que toda semilla requiere un tiempo para brotar, no podemos modificar en poco tiempo lo que lleva meses o años de desorden en casa. La constancia lo hará.