Pienso que debemos ser valientes y atrevernos a practicar la meditación a nuestra manera. No obstante, hay una lista de cosas que es mejor no hacer, puesto que podrían suponer un obstáculo para nuestra práctica meditativa, sea del tipo que sea. 

1. Querer controlar la meditación 

En ocasiones, me encuentro con personas que tienen mucha ilusión para aprender a meditar, pero están agarrados a una idea de cómo debe de ser la meditación. Están convencidos de que su práctica será plácida y tranquila, pero la realidad es que nunca sabes a donde te llevará la meditación.

Te puedes poner una meditación guiada, sin embargo, es muy fácil que sientas que has ido a lugares distintos a los que el ejercicio te proponía. Cuando nos ponemos a meditar, debemos soltar el control y abrirnos a llegar a lugares no esperados. 

2. Tener una postura incómoda

Antes de sentarte a meditar te recomiendo hacer una serie de estiramientos sencillos.También, si sabes que eres una persona nerviosa o con mucha energía, ponte a meditar después de haber practicado deporte, por ejemplo. De esta forma, podrás aguantar mejor la postura de la meditación. 

Si durante la meditación tienes la necesidad de moverte, no hay problema, pero es mejor que estés lo más quieto posible durante la práctica. 

La postura tiene que ser cómoda, por ejemplo, sentado en una silla o en el sofá. La espalda tiene que mantenerse erguida y las piernas sin cruzar. Puedes colocar las manos en tu regazo. Al contrario de lo que se piensa, no es obligación hacer ningún gesto concreto o permanecer en una postura especial. Con estar sentado en una silla, es suficiente. 

3. estar demasiado cómodo y dormirte

Si meditas estando tumbado en la cama, por ejemplo, es más fácil que te quedes dormido durante el ejercicio. Dormirte durante la meditación no es un error, pero es preferible estar conscientedurante toda la práctica. Por lo tanto, cierta incomodidad en la postura acaba resultando positiva porque te ayuda a estar más atento. 

4. Mantener respiraciones que no te resultan cómodas

Sobre todo, no fuerces nunca la respiración. A menudo, las meditaciones van acompañadas de ejercicios de respiración. La respiración es lo que nos mantiene conectados a la vida y es la base de una buena meditación y de un estado de conciencia lúcido y sereno. Sin embargo, nunca hagas ningún ejercicio de respiración que sientas que te supone un esfuerzo o una incomodidad. Tienes que estar cómodo en todo momento.

5. Perseguir el objetivo de mantener la mente en blanco 

Cuando hablamos de meditación siempre explico que no debemos perseguir el propósito de dejar la mente en blanco. Existe un mito muy extendido que relaciona la práctica meditativa con el objetivo de dejar de pensar, no obstante, la finalidad de la meditación es observar los pensamientos y las emociones.

La meta es separarnos de lo que sentimos y pensamos, pero no dejar de sentir o pensar. Primero, porque dejar de pensar o sentir es imposible. Segundo, porque lo interesante de la meditación es precisamente: estar conscientes. Puedes recuperar la meditación guiada para estar consciente aquí. 

6. Querer hacerlo perfecto desde el primer día

La meditación es un espacio de libertad. Puedes liberarte del perfeccionismo, de las prisas y de las expectativas. No meditas para hacerlo perfecto, porque la meditación perfecta no existe. No meditas para contárselo a nadie, lo haces por ti.

Regálate la experiencia de, por primera vez, no querer hacerlo perfecto. Ama tu mente y tu estado de ánimo tal y como esté. Siente como la meditación te flexibiliza y te ayuda a sentirte mejor en tus carnes, ese es su objetivo. 

7. Creer que necesitas cosas como una esterilla, un cojín o un cuenco tibetano para meditar

No necesitas ir a ninguna tienda para comprar un atuendo especial o los materiales que has visto en redes sociales. Elementos como una esterilla o un zafú (así es como se les llama a los cojines de meditación) son de ayuda y hacen la práctica más agradable. No obstante, son completamente prescindibles. Adquiérelos al cabo de un tiempo de tu práctica, casi como si fueran un premio por tu perseverancia.

Cuando los compres, hazlo con mucha consciencia y escogiendo materiales respetuosos y de calidad, puesto que son objetos que van a acompañarte durante mucho tiempo.

8. Tener miedo a experimentar diferentes tipos de meditación, así como diferentes maestros de meditación 

A veces, cuando nos acostumbramos a un tipo de meditación o a un maestro, cuesta mucho cambiar. Pero no te quedes con el primer profesor o la primera escuela de meditación que se cruce. Experimenta distintas prácticas para ir construyendo la tuya propia. No tengas miedo. La meditación está para jugar, divertirse y hacer de ella algo completamente tuyo. Para ello, es importante que experimentes y pruebes distintos estilos. Sal de tu zona de confort y seguro que disfrutarás. 

9. Pensar que estás meditando mal 

No me cansaré de repetirlo: nunca se medita mal. No hace falta meditar ni bien ni mal, solamente hace falta meditar. Libera tu mente de cuestiones escolares como el aprobado o el suspenso, como el bien o el mal. Siéntate a meditar y construye, poco a poco, un espacio libre de juicio en tu interior. ¡Seguro que te alarga la vida!

10. Creer que la meditación no es para ti

No hay excusa para no meditar. Pensar que la meditación no es para ti es como pensar que lavarte los dientes no es para ti, que dormir no es para ti o que comer no es para ti. Nunca pensarías esa clase de cosas, ¿verdad? Pues con la meditación sucede lo mismo. Todos debemos de meditar porque es una forma de cuidarnos holísticamente y que nos mantiene conectados con nuestro propósito de vida. 

Ya ves que no hay excusa que valga. Dedícate diez minutos al día y descúbrete meditando y cuidando de ti.