Estiramientos zen para ganar energía
Al despertar por las mañanas, cuando ponemos los pies en el suelo, junto con el primer bostezo sentimos el placer que produce un estiramiento de los brazos y de todo el cuerpo.
Estirar es una acción que el cuerpo pide para comenzar a moverse tras pasar mucho tiempo en reposo. Bostezar es incluso un estiramiento de la mandíbula que implica al paladar y a los pulmones, a los que abre y prepara para la acción, al tiempo que produce un masaje a los órganos abdominales. Estirar es abrir.
Al igual que abrimos las ventanas de nuestra casa y la aireamos para que se renueve la atmósfera en su interior, cuando estiramos abrimos espacios en el cuerpo y lo preparamos para la acción.
Aunque los músculos sean la parte más visible del estiramiento, también estiramos venas y arterias, nervios, piel, parte del sistema linfático, glándulas, tejidos, ligamentos… Y todo ello se transmite al cerebro, produciendo una señal de placer o dolor y abriendo o ampliando la comunicación entre cuerpo y mente.
Estirarnos es abrir puertas y posibilidades nuevas tanto física como mental y espiritualmente.
Obtenemos múltiples beneficios
Estirar nos beneficia siempre:
- Nos da flexibilidad para cualquier movimiento, por vigoroso que este sea, y permite hacerlo sin violencia.
- Alarga la musculatura, evitando los dolores musculares.
- Amplía la gama de movimientos. Nos permitirá movernos más libres y ligeros, dando una respuesta física espontánea adecuada a cualquier acontecimiento que nos sorprenda desde el exterior. Absorberemos más fácilmente el efecto de los impactos o las caídas y seremos más adaptables a cualquier medio. La flexibilidad es también mental.
- Aumenta la capacidad de expresión, puesto que la expresión tiene que ver básicamente con la musculatura.
- Eleva la capacidad de recuperación del cuerpo, que estará mejor y más rápidamente comunicado. Los procesos de sanación se aceleran también con los estiramientos.
- El sistema inmunitario estará mucho mejor dotado, y resistiremos enfermedades oportunistas.
- Aumenta la coordinación y la fluidez de nuestros movimientos.
- Prevenimos lesiones causadas por un sobrepeso o sobrecarga o al practicar cualquier deporte.
La energía fluye y se activan los meridianos
Los estiramientos zen poseen dos características. La primera es que al estirar tenemos en cuenta los conductos que transportan la energía, los meridianos. El estiramiento toma así otra perspectiva: no solo se estira el cuerpo, sino que la mente y el ánimo también se aprovechan de ello.
La atención a los meridianos permite que la energía física, mental, emocional y espiritual que transportan fluya, se organice, distribuya y esté mejor preparada.
La segunda característica de estos estiramientos es que tienen en cuenta que los beneficios tienen lugar cuando dejamos de estirar. Si colocamos la palma de la mano hacia arriba y la estiramos junto con los dedos, veremos que la palma se pone blanca, la sangre no llega; pero si después de diez segundos la relajamos, observaremos que el color y el calor vuelven a la mano.
El estiramiento es efectivo en ese momento, las células de músculos, tendones y conductos se ponen en movimiento y se inicia la comunicación entre ellas, tan beneficiosa para el cuerpo.
Un consejo importante para estirarse: diviértete, juega con las posiciones y cámbialas si te apetece. Son puntos de partida para estirarse, no una ley inamovible. Puedes hacer una secuencia de movimientos como si fueran una danza. ¡Utiliza tu imaginación!