¡Que la fuerza te acompañe… con estas posturas y ejercicios que aumentan la energía!
El cuerpo adapta la respiración para que superemos las situaciones de estrés o cualquier dificultad. Cambia la posición que mantenemos en momentos inesperados para que podamos pensar o concentrarnos, soportar una reunión interminable o dormir. Es lo que llamamos posición de fuerza.
Cuando, por ejemplo, en una reunión de trabajo algo nos inquieta, quizá crucemos los brazos de una determinada manera, o nos sujetemos el pulgar con los otros dedos o nos mordamos el labio.
Necesitamos un cambio en la disposición que combata la indisposición que sentimos, que nos ayude a afrontar con palabras o acciones la realidad inmediata. Esta disposición nueva se halla en una posición de fuerza que tiene dos grandes cualidades: permite una respiración adaptable a cualquier circunstancia y hace que la gravedad actúe sobre nuestro cuerpo de manera generosa.
De manera cómoda y agradable, la posición de fuerza permite que la respiración cambie sin que nos derrumbemos cuando deseamos ponerla en marcha, y que pueda moverse libremente en el espacio respiratorio a fin de que podamos realizar cualquier acción.
Existen numerosas posiciones de fuerza, pero las podemos dividir en dos tipos: espontáneas o aprendidas. Entre las primeras la más fácil de encontrar es la que realizamos cuando nos vamos a dormir.