La tiroides es un órgano pequeño con forma de mariposa que abraza la base del cuello. Posee un gran poder para controlar el metabolismo, la energía disponible y el bienestar físico y mental. Ejerce este poder a través de las hormonas tiroideas, que se almacenan dentro de sus células y se liberan en el torrente sanguíneo en función de las necesidades del organismo.

La tiroides está conectada con todos los sistemas del cuerpo. En función de la información que recibe de la hipófisis cerebral a través de la hormona TSH (hormona estimulante de la tiroides), intensifica o reduce su actividad como un termostato muy sofisticado.

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Es un órgano dinámico y vibrante, construido con células grandes y redondeadas, llenas de un coloide rico en minerales y proteínas. Estas células producen las hormonas tiroideas, la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3), que se distribuyen mediante el torrente sanguíneo y las proteínas -trasportadoras, que las llevan a corazón, riñones, hígado, cerebro, músculos, huesos, etc.

Problemas de tiroides: Cómo se detectan y cuáles son las causas

La función tiroidea se valora midiendo los niveles de TSH en sangre. Si están alterados, se supone que hay un fallo en la producción hormonal:

  • Cuando la TSH está aumentada (por encima de 5.0 mIU/L) indica que faltan hormonas tiroideas y el tratamiento consiste en administrar formas sintéticas.
  • Si sobran hormonas, el valor de TSH es bajo (menos de 0.3 mIU/L) y se administran fármacos bloqueadores.

Son tácticas correctas, como primeras medidas para ayudar, pero también es interesante buscar las causas del problema y tratarlas.

El hipertiroidismo es la alteración menos frecuente y suele deberse a la enfermedad autoinmune de Graves-Basedow, a infecciones virales y a nódulos o tumores. Mucho más común es el hipotiroidismo (producción insuficiente de hormonas tiroideas), que afecta a 4 de cada 100 personas. Casi tres millones lo sufren sin haber recibido un diagnóstico. Sus causas son:

  • Puede haber una deficiencia de nutrientes para producir las hormonas: de yodo, zinc, selenio, proteínas, vitaminas, ácidos grasos, etc. La razón puede ser una dieta monótona, pobre en diversidad de alimentos. A la carencia puede contribuir que las tierras de cultivo de los alimentos sean pobres en alguno de los minerales.
  • El gasto energético exagerado, es decir, un exceso en la demanda de combustible, puede aumentar los niveles de TSH. Esto puede ocurrir con el estrés crónico, deprivación de sueño, algunas infecciones, traumatismo, inflamación crónica generalizada y muchas más causas. En este caso sería correcto suplir la falta hormonal temporalmente, pero sobre todo hace falta saber qué «fuego» hay que apagar y hacerlo pronto.
  • Una inflamación crónica de tipo autoinmune puede afectar a la glándula tiroidea. A causa de diferentes factores (genéticos, virales, inmunitarios, ambientales, nutricionales, etc.), el cuerpo puede empezar a dirigir las células del sistema inmunitario contra la tiroides. A medio y largo plazo, esto afecta al suministro hormonal y hace que fluctúe por arriba y por abajo, y con ello fluctúa también el bienestar de la persona.

Tratamiento del hipotiroidismo

Además de seguir las indicaciones del médico, se puede nutrir y optimizar la función tiroidea y el metabolismo en general. Si el valor de TSH es alto pueden producirse síntomas (hipotiroidismo clínico) o no (hipotiroidismo subclínico). Los síntomas son muy variados y no siempre específicos; es frecuente que no se les dé importancia o que se ignoren porque se asocian al estrés. Algunos de los síntomas son cansancio, altibajos anímicos, fallos de memoria, sueño, fatiga mental, dolor muscular y articular difuso, piel seca, estreñimiento, digestión lenta, aumento de peso, niveles altos de colesterol y glucosa sin razón aparente, retención de líquidos, alteraciones del ciclo menstrual, infertilidad, poca libido, etc.

  • Suplementación nutricional: La medicación puede ayudar, pero además se puede asegurar que se consiguen los nutrientes que influyen directamente sobre la salud tiroidea. Una alimentación variada y rica satisface perfectamente las necesidades, pero a veces puede estar indicada la suplementación nutricional durante un tiempo, sobre todo cuando la dieta no es equilibrada, cuando la absorción y asimilación de nutrientes no es óptima o cuando el gasto es alto en caso de enfermedad, estrés, insomnio persistente, viajes, embarazo, etc.
  • Dieta antiinflamatoria: Se recomienda que sea rica en verduras y frutas, frutos secos y legumbres; y limitada en cereales, azúcares, lácteos y grasas de origen animal. Mas importante que las cantidades es la variedad de alimentos vegetales con diferentes colores y texturas. A la tiroides también le gustan las especias y aromáticas (cúrcuma, jengibre, maca, pimientas, canela, clavo, comino, romero, tomillo, orégano, etc.). No hay que olvidar el ajo crudo por su riqueza en yodo. Esta alimentación reduce la inflamación y favorece el buen estado de la microbiota intestinal, que influye sobre el equilibrio del sistema inmunitario, y el hígado.
  • Soja y crucíferas: Hay mucha confusión con el tema del consumo de soja y las verduras crucíferas (las coles), porque podrían reducir la absorción de yodo y perjudicar a la tiroides. Sin embargo, los últimos estudios científicos confirman que se pueden consumir sin problemas productos de soja de buena calidad (miso, tofu, leche y yogur de soja, germinados, etc.). En cuanto a las verduras crucíferas, consumidas en el marco de una dieta equilibrada y rica en yodo, son muy beneficiosas para la salud. Ejercen un efecto anticáncer, detox y combaten la inflamación.

Nutrientes clave para la tiroides

Los siguientes nutrientes tienen un papel importante en el funcionamiento de la tiroides:

  • Yodo: Es un componente esencial de las hormonas tiroideas. Es suficiente con 30-100 g de alga fresca (hidratadas) a la semana. Con el consumo excesivo de alga en polvo (seca) podría producirse una sobredosis perjudicial de yodo. En la dieta omnívora se consigue también del pescado y el marisco.
  • Zinc: Es crucial en la síntesis de triyodotironina (T3) y puede reducir los anticuerpos en enfermedades autoinmunes. Se halla en las semillas de calabaza, anacardos, alubias y avena, entre otros alimentos.
  • Selenio: Además de ser necesario para producir hormonas tiroideas, protege la tiroides del daño oxidativo. Se halla en nueces de Brasil, setas shiitake, alubias, sésamo, arroz integral, etc.

hábitos saludables para cuidar la tiroides

Al cuerpo le gustan la previsibilidad, un ritmo regular en el gasto energético y el reposo:

  • Horarios de las comidas: Además de comer cada día a las mismas horas, es muy beneficioso realizar las ingestas en una ventana de 12 horas (por ejemplo, entre las 8 h y las 20 h) para tener un reposo digestivo de otras 12 horas. Dentro de este margen, conviene tomar la mayor parte de los hidratos de carbono antes de las 15 h o de las 17 h como máximo.
  • Actividad y descanso: Se recomienda realizar algún ejercicio continuado sin interrupciones, aunque sea suave, durante 30 minutos como mínimo para generar una combustión metabólica estable. No es recomendable hacer ejercicio antes de desayunar. Resulta más beneficioso si se realiza el ejercicio por la tarde, porque se optimiza el metabolismo de la insulina y aumenta el gasto energético. Si es posible, realiza esta actividad al aire libre y rodeado de naturaleza. Además, es imprescindible dormir 7-8 horas con una buena calidad de descanso.
  • Disfrutar del sol y del mar: La actividad tiroidea y su producción hormonal aumenta en los meses de verano con el sol y las temperaturas altas. Es como si la tiroides se enchufara a la energía solar. Necesitamos baños de sol a primera hora de la mañana y al atardecer. Si puede ser en la playa, mejor, porque el mar libera yodo al aire que respiramos. Podemos aprovechar para hacer ejercicio. El sol y el mar en dosis adecuadas son especialmente beneficiosos para las personas con tiroiditis autoinmune de Hashimoto.

 

  • Evitar el estrés: Lo que te estresa no va a desaparecer sin hacer nada. Hace falta tomar medidas para descubrir y evitar las causas de estrés. Además, puedes aprender a desconectar de los problemas durante un tiempo cada día o varias veces a la semana. Practica técnicas de relajación o aficiones que te distraigan por completo para reducir la producción de hormonas del estrés, insulina y sustancias endógenas inflamatorias.

Reducir los tóxicos beneficia a la tiroides

La tiroides es sensible a los tóxicos que se pueden encontrar en el aire, la comida y el agua –como los pesticidas, el mercurio, el plomo– y a muchos medicamentos. Según la revista científica Enviromental Health Pespectives, más de 150 químicos industriales poseen un efecto tóxico sobre la tiroides. Lo comento no para asustaros, sino para ser más conscientes y evitar la toxicidad:

  • Alimentos ecológicos: En la medida de lo posible conviene adquirir productos certificados. Son más costosos, pero valen cada céntimo.
  • Grasas de origen animal: En ellas se acumulan los tóxicos ambientales. Es recomendable evitarlas, sobre todo las recalentadas.
  • Menos plásticos: Los tóxicos y disruptores hormonales del plástico pueden pasar a la comida o la bebida, sobre todo si hay ingredientes grasos y se calienta. Conviene evitar el plástico en general.
  • Hábitos detox: Beber al menos 2 litros de líquido al día y evitar el estreñimiento, de manera que se evacúe una vez al día, favorece que las toxinas sean eliminadas y no se acumulen en el cuerpo.