Las propiedades curativas del barro son conocidas incluso por los animales, que lo utilizan para aplicarlo a sus heridas.

Los animales heridos saben buscar los lagos de aguas o de barros impregnados de sales minerales guiándose por el olor.

Ese olor que nosotros percibimos después de llover y que nos huele tan bien es el de los actinomicetos, los microbios de la tierra, grandes productores de antibióticos.

Allí donde existen aguas curativas, al parecer, los animales hacen uso de ellas.

El uso del barro a lo largo de la historia

No solo los animales utilizan el barro para curarse. También el hombre conoce las propiedades del barro desde hace siglos: en el papiro de Karum está escrito que los lodos del Nilo se empleaban para problemas ginecológicos.

Hipócrates, Galeno y Dioscórides trataban con arcilla traumatismos y heridas, y según el Evangelio Jesús devolvió la vista a un ciego aplicándole sobre los ojos tierra con saliva.

El barro se ha seguido usando luego en toda la historia de la medicina, aunque desde el siglo pasado ha quedado reducido a balnearios o a usos populares con escaso control médico.

Se conocen diversos barros terapéuticos llamados peloides, pero es la arcilla con ventaja el más popular.

Donde más se usan los peloides en España es en la Manga del Mar Menor. La recogida de datos médicos de las curaciones que se producen allí depararía muchas sorpresas.

El poder desinfectante del barro

De los barros se ha obtenido toda una segunda generación de antibióticos.

Las protagonistas de esa acción son unas bacterias, que para protegerse de las corrientes de agua segregan un moco similar al que se forma en las bayetas.

En la arcilla ese moco mejora su viscosidad, elasticidad y manejabilidad, pero también sus posibilidades terapéuticas.

Los alfareros chinos lo sabían y decían que una arcilla, para tener propiedades, debía ser madura en agua: hay que dar tiempo a que proliferen las bacterias y segreguen los biofilms.

Las bacterias de la arcilla se alimentan de hierro, sílice, azufre y otros materiales inorgánicos, que convierten en orgánicos al procesar la gelatina. Así, la arcilla en contacto con el agua toma vida y comienza un proceso de maduración que en horas o días la prepara para ser utilizada.

El que vivan esas bacterias en la arcilla impide que se desarrollen otras que podrían ser nocivas.

De una forma intuitiva, desde hace miles de años se ha visto que, con la arcilla, no solo no se infectan las heridas sino que sus microbios ayudan a la cicatrización, mientras que otras tierras, como el humus, podrían ser perjudiciales.

Hoy día, el conocimiento de esos microbios nos da la razón.

¿Cómo tomar un baño de barro terapéutico?

Tomar un baño de barro parece difícil, pero no lo es.

Puede probarse el método egipcio: se embadurna el cuerpo con un puñado de arcilla amasada de hace unos días, se deja secar y se retira con agua.

Buena parte del barro ya seco es mejor quitarlo a mano para evitar que ciegue el desagüe de la ducha.