Es lunes, abres el ordenador, tienes que enviar un mail y no lo consigues. Tu cabeza va por un lado, pero tu cuerpo no la sigue. Si lo que hacías hace dos o tres años con facilidad ahora te cuesta y te sientes limitado, el problema no es tanto la actividad en sí –el trabajo frente al ordenador, el deporte o la afición que tanto te gusta y de la que no quieres prescindir–, sino cómo la llevas a cabo.

Pregúntate, ¿te mueves del modo adecuado?

Cuando tu movimiento está desalineado, la fricción es máxima; se producen dolor, rigidez y bloqueo, y no puedes continuar con los paseos por la montaña ni el trabajo con el ordenador, ni siquiera dormir y descansar sin molestias.

Qué es la técnica Alexander

La desorganización puede verse en el cuerpo y en la historia que la persona cuenta sobre su vida. Piensa una cosa y hace otra; medita, pero no es capaz de hacerlo sin angustiarse. Habla de espiritualidad, pero siente que su vida es un desastre. Intenta relajarse, pero cada vez nota más tensión. El atasco es físico, emocional, mental, espiritual y real.

En estas situaciones, la Técnica Alexander muestra que, con menos energía, pero bien dirigida, puedes hacer lo mismo e incluso más. Enseña a regular el tono nervioso y muscular y a optimizar el movimiento independientemente de la actividad. Además, proporciona unos fundamentos sólidos para conocerte y adaptarte a los cambios de la edad, la condición física, el ambiente o la actividad.

Se puede combinar con el entrenamiento deportivo, el yoga o la fisioterapia y siempre mejora los resultados en cada caso.

Qué es la Inteligencia cinestésica y cómo ayuda esta técnica

La técnica Alexander fue desarrollada por el australiano Frederik Matthias Alexander (1869-1955) y está muy extendida en Reino Unido y Estados Unidos.

Como herramienta educativa se puede aprender desde muy temprana edad. Es extraordinaria para desarrollar capacidades ejecutivas como la atención, inhibir respuestas inadecuadas, planificar o tomar decisiones a nivel personal y profesional.

La Técnica Alexander desarrolla tu inteligencia cinestésica. Es un método de educación psicosomática que desarrolla tu capacidad de unir el cuerpo y el sistema nervioso para lograr el perfeccionamiento del desempeño físico en tus actividades. 

Empieza con el control de los movimientos automatizados y voluntarios y avanza hacia el empleo del cuerpo de manera altamente diferenciada y competente.

Otros beneficios de la técnica ALexander: pausa, orden y dirección

Es posible recuperar la conexión entre cuerpo y mente para moverse con facilidad, naturalmente y sin generar tensiones.

Mejora la postura

Muchas personas acuden a la Técnica Alexander aconsejados por el médico para apoyar el tratamiento con un cambio consciente de hábitos posturales. Se parte de la premisa de que dejar de hacer lo que te sienta mal es lo que hace posible el cambio.

Elimina tensiones

Cuando conoces tu cuerpo y cómo usarlo, te das cuenta de que hay un montón de movimientos y tensiones que son innecesarios. Como es imposible arreglar un motor en marcha, el primer paso es disminuir la actividad cuando es excesiva y aprender a parar, en el sentido de quietud y observación activa de las sensaciones corporales y la actividad mental. Esa pausa permite abandonar el piloto automático.

Orden mental y físico

Saber parar es tan importante como saber qué mover. El siguiente paso es ordenar el pensamiento para organizar el cuerpo. F.M. Alexander utilizaba una secuencia de instrucciones para organizar conscientemente el cuerpo antes y durante la acción. Es muy sencilla, puedes memorizarla y utilizarla en cualquier circunstancia:

  • Dejo de tensar mi cuello.
  • Dejo de llevar mi cabeza hacia abajo o hacia atrás.
  • Dejo de tensar mi espalda.
  • Dejo de tensar mis rodillas.

Ayuda a pensar mejor

En realidad, es en la calidad de tu pensamiento donde reside la efectividad de la técnica. En este aspecto, no obstante, es donde más podrías necesitar la guía de un profesional cualificado para continuar avanzando.

Técnica Alexander: 6 ejercicios prácticos

Toma estos ejercicios como puntos de partida sin obsesionarte con hacerlos bien. Lo importante es que pares, te observes y guíes tu cuerpo. Repite las veces que necesites y pregúntate: ¿Puedo hacer lo mismo con menos esfuerzo?, ¿resulta más fácil cuando organizo mi cuerpo con las cuatro direcciones («dejo de tensar mi cuello», «dejo de llevar mi cabeza hacia abajo o hacia atrás», «dejo de tensar mi espalda», «dejo de tensar mis rodillas»)?, ¿qué cambia en mi tono, mi postura o mi concentración mental?

1. Chequea tu punto de partida

Antes de empezar, para y observa cómo estás física y mentalmente. ¿Sientes que te encoges o te expandes? Agarra una pelota, un cepillo de dientes o una revista. Realiza una presión normal y después incrementa la presión. Repite varias veces. ¿Te das cuenta de qué partes de tu cuerpo se contraen al hacer fuerza? Observa qué pasa en tu mandíbula, glúteos o pies. Prueba a hacer lo mismo con menos esfuerzo.

2. Descubre qué te limita

Deja la pelota y camina un par de minutos a un paso normal. Al moverte irás cogiendo tu postura habitual. Exagérala sin hacerte daño y sigue caminando. ¿Tu cabeza va hacia abajo, hacia atrás, hacia un lado? ¿Qué pasa en tu espalda? Fácilmente verás la relación entre las zonas que se cargan al hacer el ejercicio y las molestias que notas habitualmente. Prueba a hacer lo mismo sentado.

3. Regula la tensión con el descanso activo

El descanso activo en posición semisupina (tumbado boca arriba, con las piernas flexionadas) te ayudará a regular la tensión. Lo importante es lo que sucede en tu pensamiento. Vas a aprender algo fundamental: la diferencia entre pensar en algo y hacerlo.

Empieza a organizar tu cuerpo intencionadamente: «Dejo mi cuello libre de tensión, dejo que mi cabeza descanse en lo alto de la columna, dejo que mi espalda se alargue y se ensanche, dejo que mis rodillas vayan hacia el techo». Si te ves estirándote activamente, estás forzando el resultado. Vuelve a la intención y sigue 10 minutos.

4. Encuentra tu equilibrio inestable

Ponte de pie. Después del descanso activo es interesante chequear cómo ha cambiado tu cuerpo. ¿Cómo es tu postura ahora?, ¿pisas igual?, ¿el peso se distribuye de la misma manera?, ¿tu mente está más enfocada? Cierra los ojos. Lleva la atención hacia dentro y observa. ¿Estás totalmente quieto? Si tus rodillas no están bloqueadas, es probable que sientas una oscilación. ¿Aumenta o disminuye con los ojos abiertos?

5. Activa tu cuerpo y aumenta tu vitalidad

Ahora que has regulado la tensión y el equilibrio, vas a por un «chute» de vitalidad. Vas a hacer un estiramiento diferente porque vas a organizarte intencionadamente mientras lo haces utilizando las mismas direcciones que has aprendido en el descanso activo: «Dejo mi cuello libre de tensión, dejo que mi cabeza descanse en lo alto de la columna, dejo que mi espalda se alargue y se ensanche, dejo que mis rodillas vayan hacia el techo».

Párate y organízate intencionadamente todo el rato: antes de comenzar, al inclinarte, al llegar a la silla, al subir. Pensar y moverse con tanta atención es cansado al principio, pero con la práctica te da mucha energía.

6. Diverge el pensamiento para enfocar de nuevo

Este último ejercicio diferencia el movimiento de los ojos y el de la cabeza. Escoge un punto en el horizonte y deja que tus ojos descansen en él. Sin mover los ojos, rota la cabeza suavemente hacia los lados; cada vez que pases por el centro, para. Haz lo mismo basculando la cabeza hacia atrás y hacia delante. Si usas gafas, prueba con y sin ellas. Después, repite los movimientos, esta vez dejando la cabeza quieta y moviendo los ojos.

Estos ejercicios te ayudarán a desarrollar la atención, controlar y regular los impulsos, mejorar tu flexibilidad mental y tu organización. Antes de finalizar, vuelve al ejercicio 1. ¿Cómo estás ahora física y mentalmente? Si aprecias cambios interesantes, puedes continuar trabajando en solitario o puedes buscar la ayuda de un profesor certificado.

¿La técnica alexander es para ti?

Si eres una persona muy mental y te cuesta relajarte, la Técnica Alexander puede ser adecuada para ti. Necesitas proporcionar a tu mente algo que hacer y organizar tu cuerpo es un buen punto de entrada para soltar tensión y estar más en contacto con tu realidad física.

También está indicada para ti si tu profesión requiere la habilidad de utilizar el propio cuerpo para expresar ideas y sentimientos o desarrollar un gran nivel de coordinación, equilibrio, destreza, flexibilidad o velocidad. Algunos ejemplos son directivos, cirujanos, pilotos, fisioterapeutas, deportistas, músicos, bailarines o actores.

Asimismo, la Técnica Alexander es apropiada si quieres crear hábitos saludables y construir tu salud física y mental. Puede ayudar a resolver molestias y a conseguir una mayor integración mente-cuerpo.