¿Qué es el phubbing? El phubbing es un fenómeno social, descrito recientemente, que hace referencia al hecho de ignorar a la persona que tienes al lado por prestarle más atención al teléfono móvil (o tableta, ordenador, etc.). Como ejemplo, podemos pensar en una estampa habitual en nuestros pueblos y ciudades: grupos de jóvenes sentados en un banco, mirando sus móviles, sin interactuar entre ellos. 

De hecho, hay estudios que alertan de los preocupantes efectos del phubbing  para los adolescentes. Entre ellos, podemos destacar los siguientes: aislamiento social, baja autoestima o sentimiento de invisibilidad. A largo plazo, los efectos pueden ser aún más graves, llegando, incluso, a la depresión o la ansiedad.

¿Cómo nos afecta el phubbing ?

El efecto en la adolescencia ya es preocupante, pero el phubbing va más allá y también afecta a las relaciones familiares entre padres e hijos. Observemos, por ejemplo, esta  escena: un padre o una madre empujando el carrito en el que llevan a su bebé y mirando su móvil, sin hacer ningún tipo de contacto con el pequeño. O, también, esta otra: un niño más mayor, en un parque de juegos, gritando “mamá, papá, mirad lo que hago”, mientras sus padres están tan concentrados en sus pantallas que ni siquiera le escuchan. 

¿Cómo crees que se sienten esos niños? ¿Piensan que, de verdad, se sienten atendidos, protegidos y queridos? Los ejemplos anteriores son cada vez más frecuentes y seguro que tú misma los has presenciado más de una vez. 

Los peligros del Phubbing

Este fenómeno, análogo a otro tipo de adicciones como la ludopatía, está muy relacionado con la falta de autocontrol (habitual por la juventud y falta de madurez cerebral en niños y adolescentes) y con otro fenómeno, también de reciente aparición, como es el del FOMO (Fear of missing out). 

Como ya he comentado más arriba, sus efectos secundarios pueden llegar a ser realmente muy perniciosos. Veamos algunos:

Phubbing y relaciones superficiales

El aspecto más peligroso del phubbing es que afecta directamente a las relaciones sociales, ocasionando que estas sean cada vez más superficiales. 

Es cierto que la tecnología nos ha facilitado la comunicación con familiares lejanos y que podemos trabajar online, pero en las relaciones interpersonales, el contacto humano cercano necesita que miremos, toquemos y sintamos a la persona

Phubbing y falta de confianza y atención

Si la persona presta más atención al móvil que a su interlocutor, la confianza decrece. Como sabemos, la confianza es un factor clave en la relación entre padres e hijos, sobre todo cuando llega la adolescencia. Si no se trabajan las relaciones y se abusa de los móviles, la confianza de los hijos en sus padres será nula y esto les dejará en una situación mucho más vulnerable frente a futuros problemas. 

Consejos para evitar el phubbing

Aunque nos quejemos del abuso de la tecnología en los adolescentes o los niños, no pensemos que la culpa es de ellos. Como he comentado innumerables veces en este blog, los adultos somos el modelo, somos los primeros que debemos dar ejemplo. La mayoría de las veces, son los padres y las madres quienes primero abusan del móvil e ignoran a sus hijos por estar más pendientes de las pantallas. 

Para solucionar este problema y, teniendo en cuenta todo lo anterior, te traigo tres ideas básicas para reflexionar sobre la dependencia y el abuso del móvil en las relaciones interpersonales

El móvil fuera de la mesa

Desde la hoguera en la que se cocinaba la caza en la prehistoria, hasta la mesa redonda del rey Arturo, reunirnos a compartir la comida y charlar alrededor de la mesa ha sido una de las actividades humanas que más han reforzado la confianza y la cohesión entre los miembros de la familia o de la tribu.

Hoy en día, la mera presencia del móvil en la mesa, aunque esté silenciado, reduce drásticamente la percepción de cercanía y confianza con la otra persona. Siempre hay una parte de la mente que está pensando “¿Tendré un mensaje?” o “¿Cómo habrá ido mi publicación?”.

Los momentos de reunión, para comer o para cualquier otra actividad en familia, deben ser exclusivos. Buscad un lugar donde dejar el móvil fuera de la mesa para poder disfrutar de ese momento familiar y no estar pendientes de las redes sociales o los mensajes, salvo que sea estrictamente necesario. 

La persona antes que la pantalla

En cualquier tipo de reunión o de interacción, la premisa debe ser que, cuando estás hablando con una persona (amigo, familiar, hijo, etc.), conectar con ella y hacerle saber que le estás escuchando es mucho más importante que revisar tus redes sociales. Si tu hijo o hija te llama o comienza a contarte algo, tu atención debe estar 100% en lo que te dice. Lo mismo debe ocurrir con tu pareja o con cualquier persona con la que te interese mantener una relación sana y cercana. 

El mensaje que transmitas con tus acciones debe ser que prestarle atención es mucho más importante que el móvil. Recuerda que tú eres el mejor modelo para tus hijos. Si comienzas a poner en práctica este principio, será mucho más probable que ellos puedan aparcar el móvil para atender a la persona que tienen al lado. 

Resolver los conflictos

Un signo de madurez emocional es afrontar los conflictos y resolverlos cara a cara, hablando de lo que nos ocurre con asertividad. Dejar una relación por whatsapp no es un signo de madurez, despedir a un empleado por email tampoco. 

Si queremos que nuestros hijos maduren y que nuestra sociedad avance, debemos enseñarles que no se pueden esconder detrás de las pantallas. Es necesario sentarse a hablar y mirarse a los ojos para que la comunicación fluya, para comprender a la otra persona y poder buscar soluciones sanas.