Si has llegado hasta aquí es porque buscas las palabras que mejor describan eso que estás sintiendo por otra persona. ¿Le amas o le quieres? Pues esta no es la pregunta importante. ¿Te amas? De esa respuesta depende que tu relación sea saludable. Y sea como sea, aquí tienes 25 poemas de amor para enamorar a cualquiera.

Todos sabemos qué es el amor, aunque no todos nos hemos enamorado. Pero ¿por qué sabemos que eso que sentimos es amor? ¿Y por qué algunos aseguramos no habernos enamorado nunca? ¿Quizá porque aceptamos que el amor romántico es eso que nos enseñan en el cine, la música o los poemas clásicos, como los 25 poemas de amor para enamorar que hemos escogido para ti? Probablemente.

25 POEMAS DE AMOR PARA ENAMORAR

En esta selección de 25 poemas de amor para enamorar de autores de todos los tiempos podrás reconocer cuál es su concepto del amor. Y el tuyo, ¿cuál es?

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Tú crees en el ron del café… - Paul Verlaine

Tú crees en el ron del café, en los presagios,
y crees en el juego;
yo no creo más que en tus ojos azulados.
Tú crees en los cuentos de hadas, en los días
nefastos y en los sueños;
yo creo solamente en tus bellas mentiras.
Tú crees en un vago y quimérico Dios,
o en un santo especial,
y, para curar males, en alguna oración.
Mas yo creo en las horas azules y rosadas
que tú a mí me procuras
y en voluptuosidades de hermosas noches blancas.

Y tan profunda es mi fe
y tanto eres para mí,
que en todo lo que yo creo
sólo vivo para ti.

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Llámame - Ana Rosetti

Paraíso sin ti, ni imagino ni quiero

Julio Aumente

Yo aguardo la señal para reconocerte.

Cada noche, mientras tiembla el invierno

y abatida la lluvia se derrama

y el frío elige calles y restalla cordeles,

indóciles cabellos de pronto destrenzados,

yo aguardo la señal.

Y te busco incesante, y en la música entro:

acolchada la puerta se cierra tras de mí,

la sombra me golpea y mis ojos insisten,

suelta lanza dispersa y confundida.

Por el esbelto nardo y el armonioso alerce,

sauce, flor, el oro se desnuda,

gráciles piernas, bosques, enramadas:

dime, serpiente, dónde tus anillos.

Irresistible seductora mía, sin ti mi rostro

es fervoroso girasol anclado, es alabanza inerte,

no selva trastornada, no subterránea herida

ni belleza.

Sin deseos, sin sed, sin perseguido abismo,

sin que aceches y ofrezcas y arrebates,

qué jardín, dime tú, qué jardín

se podría llamar paraíso o delicia.

Mi tentación hermosa,

cada noche te busco, cada noche.

Y aguardo tu señal, transida ya de ti

para reconocerte y entregarme.

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Sin título - Juanito Makandé

Besarte fue como saltar al vacío, 

ya no hubo marcha atrás.

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La historia de los amores imparables - Marwan

Porque hay personas que merecen nuestra herida
personas que mancharon todo de felicidad,
y contrataron la alegría
y la volcaron sobre ti
como quien te arroja un cubo de esperanza,
personas que empapaban tu vida con su risa
y ahora que no están no dejan cuerda de tender
donde seque esta tristeza.

Me dicen que es de tontos,
que lo deje,
porque huir del compromiso
es el deporte que practicas.

Y tal vez estén en lo cierto
pero no saben que tu boca
es el ticket de entrada al paraíso,
como una esperanza que se cuela dentro.

Y dueles. Claro que dueles.
Como un regalo que al abrirlo está vacío,
como el premio que te sacan de las manos.
Dueles.

Pero yo sé que solo hay miedo tras tu huida,
que me tiras las flores de los tiestos
por el miedo a que no haya champán con que regarlas,
que tu huida es un descanso,
que el amor
se toma un tiempo sobre ti
para que los temores no caven más hondo en tus entrañas.

A veces no hay parejas que no se amen
sino temores que nos vencen.

Pero siempre vuelves,
siempre llegas de nuevo
para estampar en mi cuarto el paraíso,
para darle un nuevo orgasmo a mi memoria,
un motivo más para creer.

Y sé que no es fácil,
que me hago herida nuevamente
en cada travesía desde mi lengua hasta la nada,
pero me curas de nuevo en tu viaje de vuelta hacia nosotros,
me curas, muerdes mis heridas y las arrancas de golpe
y allí donde había piel rota y soledad
solo encuentro piel nueva, alma restaurada.

Por eso acepto todo lo que caiga sobre mí cuando te vayas.

Acepto que me elijas y me sueltes,
que la felicidad sea un disparo,
lo que dure este momento.

Acepto las tres llamadas pendientes que cuelgan de mi vida
con las que no sé qué hacer
para que no me revienten de pasado el paisaje.

Y también los domingos en que siento
que la vida está comunicando.

Lo acepto todo si eso abre la puerta
a que mis lunes sean tus lunes
y mi foto tu desvelo
y mis guerras un motivo
por el que hallar la paz contigo.

Me dicen que te olvide y tienen razón,
pero lo dicen porque no saben lo ligeros
que son dos amantes cuando es correspondido.

No entienden que te necesito.

Te necesito porque despedirse es una palabra demasiado grande
y no lo entienden.

Y porque me están subiendo los tres polvos de más que te debo,
como una droga que no consumes pero afecta
y no lo entienden.

Y vuelvo a ti porque no es posible ponerle vallas al amor
y cada uno elige el modo de volarse
y no lo entienden.

¿Dependencia? Por supuesto.
De la felicidad que traes,
de ser nosotros,
posiblemente.

Les digo eso.
Por eso vuelvo a ti,
a chocar de frente contra la felicidad,
a caer de boca contra la felicidad,
a romper mis dientes contra la felicidad.
Me equivoque o no,
para mí eres eso,
la calle que conduce
a la felicidad.

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Escala de amor - Jorge Manrique

Estando triste, seguro,

mi voluntad reposaba,

cuando escalaron el muro

do mi libertad estaba:

a escala vista subieron

vuestra beldad y mesura,

y tan de recio hirieron,

que vencieron mi cordura.

 

Luego todos mis sentidos

huyeron a lo más fuerte,

mas iban ya mal heridos

con sendas llagas de muerte;

y mi libertad quedó

en vuestro poder cativa;

mas placer hobe yo

desque supe que era viva.

 

Mis ojos fueron traidores,

ellos fueron consintientes,

ellos fueron causadores

que entrasen aquestas gentes

que el atalaya tenían,

y nunca dijeron nada

de la batalla que vían,

ni hicieron ahumada.

 

Desde que hobieron entrado,

aquestos escaladores

abrieron el mi costado,

y entraron vuestros amores;

y mi firmeza tomaron,

y mi corazón prendieron,

y mis sentidos robaron,

y a mí sólo no quisieron.

 

Fin

 

¡Qué gran aleve hicieron

mis ojos, y qué traición:

por una vista que os vieron,

venderos mi corazón!

 

Pues traición tan conocida

ya les placía hacer,

vendieran mi triste vida

y hobieran dello placer;

 

mas al mal que cometieron

no tienen escusación:

¡por una vista que os vieron,

venderos mi corazón!

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Amor verdadero - William Shakespeare

Amor verdadero - William Shakespeare

No, no aparta a dos almas amadoras
adverso caso ni crüel porfía:
nunca mengua el amor ni se desvía,
y es uno y sin mudanza a todas horas.

Es fanal que borrascas bramadoras
con inmóviles rayos desafía;
estrella fija que los barcos guía;
mides su altura, mas su esencia ignoras.

Amor no sigue la fugaz corriente
de la edad, que deshace los colores
de los floridos labios y mejillas.

Eres eterno, Amor: si esto desmiente
mi vida, no he sentido tus ardores,
ni supe comprender tus maravillas.

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Quiéreme entera - Dulce María Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras

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Poema XCI - Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

 

Poemas para enamorados de amor (DEL BUENO)

No seré nada original diciendo eso que tanto hemos escuchado de que “el amor mueve montañas”. Que levante la mano quien no haya hecho alguna locura en nombre de eso que hacemos llamar amor. Ahora bien, detente un momento. Retrocede hasta aquel momento. ¿Volverías a hacerlo? Con la perspectiva y la sabiduría que da el paso del tiempo, ¿dirías que aquello lo hiciste por amor o podrías ponerle otra palabra? Pasión, apego, miedo… Y es que si algo queda patente en esta selección de  poemas de amor para enamorar es que el concepto de amor ha cambiado con el tiempo.

El concepto de amor de pareja, el amor romántico, ha cambiado. Ahora, muchos de esos comportamientos aceptados socialmente que todos admitíamos como demostración de amor han pasado a denominarse amor tóxico, y es que nunca fue cierto eso de “quien bien te quiere te hará llorar”. Pero ¿por qué hemos aceptado amores que en lugar de hacernos batir las alas y volar lo más alto posible nos han hecho sentir en una jaula, quizá de oro, pero jaula al fin y al cabo? Pues porque nos faltaba la base sólida sobre la que construir cualquier relación: el amor propio.

Es imposible amar sin amarse. Solo cuando sientes el verdadero valor que tienes eres capaz de poner límites. Y no, no se trata de salirse uno siempre con la suya, sino de encontrar un equilibrio en lo que ambos aportan a ese vínculo, y siempre declinando cualquier petición que vaya en contra del bienestar personal. 

Por mucho que las grandes historias de amor de las novelas y el cine estén envueltas en tragedias, el amor no hace sufrir. El amor no te hace sentir pequeña. Ni frágil. El amor no es “sin ti me muero”. Amar, como decía El Principito en el libro escrito por Antoine de Saint-Exupéry, es “desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento”. 

MÁS POEMAS DE AMOR PARA ENAMORAR

En esta selección de 25 poemas para enamorar de autores de todos los tiempos podrás reconocer cuál es su concepto del amor. Y el tuyo, ¿cuál es?

Te quiero - Mario Benedetti

Tus manos son mi caricia

mis acordes cotidianos

te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia

 

si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos

 

tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada

te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro

 

tu boca que es tuya y mía

tu boca no se equivoca

te quiero porque tu boca

sabe gritar rebeldía

 

si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos

 

y por tu rostro sincero

y tu paso vagabundo

y tu llanto por el mundo

porque sos pueblo te quiero

 

y porque amor no es aureola

ni cándida moraleja

y porque somos pareja

que sabe que no está sola

 

te quiero en mi paraíso

es decir que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso

 

si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

En caso de emergencia - Raquel Vázquez 

Rompimos el lenguaje.
Vamos, dijiste; o yo traduje, eso no importa:

sólo importó aquel mirlo
que aguardaba en tu mano con las alas plegadas.

Pusiste esa sonrisa
boba que tanto me ha atraído siempre.

Ahora pude decírtelo.

La eternidad se demostró pequeña,
manejable: cabía
dentro de una modesta habitación de hotel.

Y estábamos allí para tocarla.Me dicen que es de tontos
tropezar tres veces en la misma piedra
pero es que tú eras una piedra
sobre la que merecía la pena caer,
resbalarse,
hacerse herida.

Nadie mojaba el aire… - Antonio Gala

Nadie mojaba el aire
tanto como mis ojos.
Me decías:  «¿Trabajas?»
Me decías:  «¿Ya es la hora del té?»
Y yo no te decía:  «Te amo»;
no te decía:
«Eres todo lo que tengo»;
no te decía:
«Eres la única rosa en la que caben
todas las primaveras».
Me decías:
«Adiós, hasta mañana».
O me decías:
«¿Necesitas algo?».
Y yo no te decía:
«Me estoy muriendo
de amor… me estoy muriendo».
Nadie mojaba el aire
como yo.

Ahora te quiero - Pedro Salinas

Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.

Si todo fuera mar - Julia de Burgos

Cuando me tomes, trémulo,

habrá lirios naciendo por mi tierra,

y algún niño dormido de caricia

en cada nido azul que te detenga.

 

Nuestras almas, como ávidas gaviotas,

se tenderán al viento de la entrega,

y yo, fuente de olas, te haré cósmico...

¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

 

Recogeremos albas infinitas,

las que duermen al astro en la palmera,

las que prenden el trino en las alondras

y levantan el sueño de las selvas.

 

En cada alba desharemos juntos

este poema exaltado de la espera,

y detendremos de emoción al mundo

al regalo nupcial de auroras nuestras.

 

¡Si fuera todo mar,

para nunca salirme de tu senda!

 

¡Si Dios me hiciera viento,

para siempre encontrarme por tus velas!

 

¡Si el universo acelerara el paso,

para romper los ecos de esta ausencia!

 

Cuando regreses, rodará en mi rostro

la enternecida claridad que sueñas.

Para mirarte, amado,

en mis ojos hay público de estrellas.

Lo que dejé por ti - Rafael Alberti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Contigo - Luis Cernuda

¿Mi tierra?

Mi tierra eres tú.

 

¿Mi gente?

Mi gente eres tú.

 

El destierro y la muerte

para mi están adonde

no estés tú.

 

¿Y mi vida?

Dime, mi vida,

¿qué es, si no eres tú?

No es que muera de amor… - Jaime Sabines

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

 

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

 

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.

 

Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,

de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.

En el pozo de amor a todas horas,

inconsolable, a gritos,

dentro de mi, quiero decir, te llamo,

te llaman los que nacen, los que vienen

de atrás, de ti, los que a ti llegan.

Nos morimos, amor, y nada hacemos

sino morirnos más, hora tras hora,

y escribirnos y hablarnos y morirnos.

El sueño - Gerardo Diego

Apoya en mí la cabeza,
si tienes sueño.
apoya en mí la cabeza,
aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,
no tengas miedo del mundo,
que yo te velo.
Levanta hacia mí tus ojos,
tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco
conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
muertos de sueño.

Ya estás dormida. Ya sube,
baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo
mide el silencio,
almohada de tu cabeza,
celeste peso.
Mi pecho de varón duro,
tabla de esfuerzo,
por ti se vuelve de plumas,
cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,
ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
el de tus pechos.
De cuando en cuando una grande,
espuma al viento,
suspiro que se te escapa
volando al cielo,
y otra vez navegas lenta
mares de sueño,
y soy yo quien te conduce
yo que te velo,
que para que te abandones
te abrí mi pecho.
¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan
– palabras, besos –
tus labios que se te mueven,
dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,
no es sólo sueño;
lo que te acuna y te mece
soy yo, es mi pecho.

Despacio, brisas, despacio,
que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,
hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,
que está durmiendo
al compás que de los suyos
copia mi pecho.
Que cuando se me despierte
buscando el cielo
encuentre arriba mis ojos
limpios y abiertos.

Carta para leer en el tren - Gloria Fuertes

Cuando se quiere a una persona,

te duele que le duela,

te cansa que se canse,

te agota que se agote,

te entristece que se entristezca,

te engaña que se engañe.

 

Yo quiero que te quieras,

que te lleves bien contigo,

que no te consientas,

que no te consientas

volver a decir:

—¡Qué asco de vida!

Deberías saber - Rafael Guillen

Deberías saber que esto que tiene forma

y consistencia y brillo de diamante,

es porque tú, al mirarlo, le das forma

y consistencia de diamante. Y deberías

saber que yo no existo

si no me miras y me creas

mirándome. Y que también te creo yo

cuando te siento junto a mí. Y que este amor

está recién creado siempre, sostenido

en un inexistente pedestal y ardiendo

en una llamarada eterna, que será eterna

mientras me mires y te mire.

Tan sencillo este amor - Elsa López

Tan sencillo este amor,

tan luminoso,

y tú no aciertas nunca

a saber de verdad lo que me pasa.

Lo que me pasa, amor,

es que te quiero,

es que el aire se agrupa de corceles,

golondrinas de mar,

garzas azules.

Lo que te ocurre, amor,

es que eres tonto,

que mi amor se ha quedado flotando entre los brezos

y tú no aciertas nunca

a saber de verdad lo que me pasa.

Tú que lo sabes todo,

que todo lo adivinas y comprendes,

¡Qué tonto eres, amor!

¡Qué tonto eres!

Tu voz - Alejandra Pizarnik

Emboscado en mi escritura

cantas en mi poema.

Rehén de tu dulce voz

petrificada en mi memoria.

Pájaro asido a su fuga.

Aire tatuado por un ausente.

Reloj que late conmigo

para que nunca despierte.

El amenazado - Jorge Luis Borges

Es el amor. Tendré que cultarme o que huir. 
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. 
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, 
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, 
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? 
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. 
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se 
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. 
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. 
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
Ya los ejércitos me cercan, las hordas. 
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
El nombre de una mujer me delata. 
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Pienso en ti - Loreto Lesma

Pienso en ti.
Te recuerdo en mi cabeza con la autorrecomendación de no dejar
que me empapes el alma,
que solamente te quedes paseando por mis pensamientos.
Llevo arrastrándome tanto por el barro,
que tú me sabes a lino en una piel quemada.
Te diría que eres el conejo blanco
que siguió Alicia para salir de su laberinto
(y meterse en otro).
Eres la boca del lobo
que devoro
con el ansia de quien lleva sin comer meses.
Eres (la) locura
que cometo siendo cuerda
y consciente,
como el cocainómano que busca camino de nieve hacia el cielo
con fugas ya en el tabique.
Despiertas mis instintos olvidados,
como una perra en celo
que se salió de la manada
para cruzarse con un zorro.
Tengo el estómago vacío
y tanta hambre (de ti)
que no me hace falta que me digas «ven»
para que lo deje todo.

Quiéreme entera - Dulce María Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras

Como una sola flor desesperada - Juana de Ibarbourou

Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.

Amo, amas - Rubén Darío

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!