Tu cuerpo es un gran aliado en tu bienestar. Cuando cuidas tu cuerpo, estás cuidando de ti, y al cuidar de ti te sientes mejor y eso se refleja en todos los aspectos de tu vida.

El cuerpo está diseñado para moverse, por ello cuando lo ejercitas regularmente lo ayudas a mantenerse sano y vital. La danza a través del movimiento consciente puede convertirse en una maravillosa práctica de autocuidado donde cultivar tu jardín interior y nutrirlo de calma, alegría, confianza, fortaleza y amor para disponer de esta fuente de vida cuando lo necesites.

Beneficios físicos y mentales de la danza 

Desde una visión energética de la existencia, todos los seres humanos, hombres y mujeres, estamos conformados por energía femenina y masculina. La fusión de estas dos energías contiene la fuerza de la creación de la vida. Estas energías no pueden separarse, una nutre y activa a la otra. Son un baile perfecto de cualidades y potenciales que dan forma y ritmo a nuestro cuerpo.

Conectar con el movimiento esencial que pulsa en nuestro interior es conectar con la manifestación de la vida en sí misma. La danza ayuda a equilibrar lo que nos desequilibra en la vida, que es básicamente la falta de conexión con los potenciales que tiene el cuerpo para autorregularse por sí mismo.

La escucha profunda de nuestro cuerpo nos aporta la sabiduría para darnos lo que necesitamos en cada momento. Esta escucha se ve ensordecida por muchos ruidos con los que convivimos diariamente y que nos alejan de este conocimiento que late en nuestro interior.

Vivimos una época de gran avance tecnológico, que no solo nos expone a una alta radiación que afecta intensamente a las células de nuestro cuerpo, sino que también ha hecho prescindibles muchos movimientos naturales y necesarios para el cuerpo. 

El resultado es un sedentarismo excesivo que atrofia y debilita nuestro organismo.

Mover las energías estancadas en el cuerpo no solo es físicamente beneficioso, sino que ayuda a que las emociones en desequilibrio no se cristalicen en los órganos, en los músculos o en los huesos.

La danza te permite recuperar tu corporeidad y activa las fortalezas de tu naturaleza interior para que puedas enriquecer y nutrir el mapa de posibilidades que tienes dentro de ti.

La danza te conecta con tu fuerza vital

A través de tu cuerpo puedes conectar con tu movimiento natural y disponer de recursos para cada vez que necesites darte una inyección de energía positiva, de vitalidad y de alegría.

Dentro del vientre de la mujer, el agua es el medio que acoge la vida. Se mantiene en movimiento por diferentes fuerzas, físicas y energéticas. Los espermatozoides inician su viaje mediante una corriente líquida guiada por la fuerza y el impulso de la existencia. La eyaculación contiene la fuerza primigenia que permite atravesar el camino hacia el óvulo, que espera con sabiduría el momento perfecto para abrirse al gran milagro de crear una vida.

La fuerza y la divinidad que te trajo hasta el vientre de tu madre, gracias a la semilla de tu padre, es una fuerza inmensurable que siempre está latiendo en tu interior. Es vital recordar esta fuerza que nos dio la posibilidad de ser quienes somos y como somos.

Tener en cuenta y visualizar que en todo momento somos naturaleza nos ayuda a reconocer los potenciales que laten en nuestro interior a pesar de las circunstancias que hayamos vivido. Nuestro drama personal nos estrecha la mirada y la percepción de nosotros mismos. Cuando conectamos con la naturaleza que nos conforma podemos atravesar las corazas que creamos para defendernos de lo que nos pasó y recuperar la fuerza de vida que alberga en nuestro interior.

danza consciente: dinámica de la energía vital

Te propongo un bello viaje hacia el milagro de la vida antes de tu nacimiento. Sin que importe el género, puedes realizar esta práctica de danza consciente que te ayuda a conectar con tus potenciales naturales.

Visualiza el recorrido que realiza el espermatozoide que llegó a la meta y las cualidades que le ayudaron: flexibilidad, dirección, claridad, certeza, determinación, foco y trabajo en equipo. Pregúntate: ¿Cuáles de estas cualidades reconozco en mí? ¿Cuáles no reconozco o me generan conflicto?

Recuerda cuando fuiste un óvulo. Esta gran célula late, asume los cambios, se entrega a la muerte y a la vida. Atesora presencia, paciencia, quietud consciente, inteligencia cíclica, magnetismo, sabiduría para elegir, capacidad para protegerse y poner límites. Pregúntate cuáles de estas cualidades posees y cuáles te crean conflicto.

Recupera tu potencial:

  1. De pie, alinea la columna.
  2. Mira tus manos. Recoge en la derecha las cualidades que has recordado tener en ti gracias al espermatozoide que logró llegar. Recoge en la izquierda las del óvulo que cobijó la vida.
  3. En silencio o con una música que te resulte agradable, mueve las manos sin dejar de mirarlas y deja que ellas guíen el movimiento.
  4. Expande el movimiento a todo tu cuerpo con la intención de llevar esas cualidades a todo tu ser y recordar la fuerza de la vida y del Amor que eres. Disfruta de renovarte, de llenarte, de toda la belleza que hay en ti.
  5. Deja que tus manos se posen en tu corazón, agradece a tus padres la vida que te han dado. Esa gratitud ilumina todo lo que amas.

El alma y el ego, la pareja de baile

El Amor es la consciencia que lo sostiene todo. Es también la gran pista de baile donde danzan el alma y el ego. Esta pareja se necesita para generar movimiento: se impulsan y se entrenan mutuamente para avanzar en el gran aprendizaje de la vida. Puesto que esta experiencia de vida se realiza a través de nuestro cuerpo, podemos decir que nuestro cuerpo es Amor.

Somos una batería generadora de Amor, de movimiento y de vida. Quizá sea este el único propósito que jamás debemos abandonar. Cuando nos perdemos, encontramos en el Amor el camino que nos devuelve a casa. Si nos caemos, es la fuerza del Amor lo que nos levanta. Amar es la inteligencia suprema del Alma.

Danza para superar los estancamientos

El movimiento consciente es un vehículo que nos conduce al equilibrio porque vibra en la frecuencia del Amor. Cuando un aspecto de nuestra vida está estancado podemos identificar ese bloqueo en nuestro cuerpo. El estancamiento muestra un aspecto de nuestra vida que ha dejado de desarrollarse y se somatiza en nuestro organismo.

Cada vez que algo te duela o te moleste, en vez de querer anestesiarlo rápidamente, date un espacio para poner atención, observar esa zona o parte de tu cuerpo o de tu alma y formular esta pregunta: ¿qué no estoy amando dentro de mí? 

El espacio que necesitas puede ser el que crean la danza, el movimiento consciente o cualquier práctica que ejercite tu cuerpo para que puedas sostener y traspasar con más confianza los caminos que te propone la vida. Dentro de ti hay una dosis de buena energía que está disponible para cuando más te necesitas.

Conocer nuestro cuerpo a través del movimiento nos ayuda a mejorar la mirada hacia adentro para iluminar nuestra visión sobre la vida. Cuando una persona despierta al Amor que tiene dentro gracias a la danza, se convierte en un faro para el mundo.

Danza para cuidar las emociones

El movimiento consciente nos ayuda a gestionar mejor las emociones ante los conflictos de la vida y también a desarrollar más habilidades para afrontar cualquier situación adversa.

Nuestro cuerpo es la conexión más cercana con la fuente de la vida. Nos conecta con todo lo que nos sucede y con todo lo que no vemos pero sentimos. Nos ayuda a hacer consciente lo inconsciente. El cuerpo tiene grabada nuestra historia vital, nuestras experiencias vividas y las creencias que nos limitan, pero también las cualidades y los dones que nos pueden hacer crecer, brillar y avanzar en nuestro camino.

La danza espontánea –no hace falta tener conocimientos previos– puede conseguir que te sientas con un cuerpo más vital, más fuerte, que te permita vivir con más armonía y alegría.

Despierta tu capacidad de sanarte con la danza

Danzar es un bálsamo. Te puede mantener en alza en los momentos caóticos e intensos. Danzar puede ser tu medicina porque mejora la funcionalidad del organismo y dejas de darle fuerza y forma a lo que te enferma, a lo que te aleja de tu verdadera naturaleza.

Danzar te devuelve la fuerza vital para traspasar los límites de tu personalidad. Tu cuerpo te cuenta cómo te tratas y cómo te amas. Te muestra las coherencias y las incoherencias de tu vida, lo que te tragas y lo que digieres con gusto. Todos tenemos la capacidad de sanarnos.

Para activar a nuestro sanador interior, necesitamos recordar nuestros potenciales, transformar los conflictos en oportunidades, sonreír a lo que nos viene y cobijar el mundo en nuestros brazos.