La reciente desaparición de la obligatoriedad de las mascarillas ha hecho aflorar un problema nuevo que no teníamos previsto: el síndrome de la cara vacía.Muchos adolescentes y (también algunos adultos) se sienten inseguros al volver a exponer sus caras y desprenderse de la mascarilla que, durante dos años, les ha servido como protección y escudo frente al exterior.

En estos días, he leído a profesores de muchos lugares diferentes reportar la vergüenza que tienen sus alumnos, sobre todo las chicas, al tener que volver a mostrar sus caras en clase. Pensemos que, los jóvenes que han comenzado la Secundaria durante la pandemia, únicamente se han conocido con mascarilla y, ahora, temen enfrentarse a las reacciones de los demás al ver sus caras: "no te imaginaba así” o “te esperaba más …"

Por qué ocurre el síndrome de la cara vacía en los adolescentes

Estos dos años de pandemia han pillado a muchos jóvenes en plena época de transformación emocional y física (acné, ortodoncias, cambios en la nariz, vello facial, etc.). Cuando comenzó la pandemia eran niños —con sus cuerpos de niños— y ahora se encuentran en plena adolescencia, con un cuerpo y una cara que ya no es la que sus compañeros recuerdan. La sensación de inseguridad es tremenda. Las razones por las que se siente esta inseguridad son varias:

  • Desprotección

Cubrir la cara les ha servido como escudo frente a los cambios físicos y a las inseguridades con respecto a su cuerpo. La adolescencia es una época de mucho cuestionamiento y autocuestionamiento, en especial, ante la imagen propia y la ajena. Dejar las mascarillas, tras sentirse dos años lejos de la mirada crítica de los demás les hace sentirse desprotegidos frente al juicio de los otros.

  • Miedo a defraudar

La preocupación por no cumplir con las expectativas que los otros pueden tener con respecto a la apariencia física hace que muchos adolescentes mantengan sus mascarillas. Una chica, en mi consulta, me explicaba de esta manera una teoría que compartía con sus amigas: “Cuando la gente solo te ve los ojos, se crea una imagen ideal del resto de tu cara. Si te quitas la mascarilla y ven tu cara real, solo puedes defraudarles”.

  • Autopercepción negativa

El principal motivo de resistencia a dejar las mascarillas es que piensan y se dicen: “soy feo/a” o “no me gusta mi cara”. Si unimos los cambios físicos, las inseguridades propias de la edad y la exigencia de perfección de las redes sociales, el resultado es que la mayoría de los adolescentes (las chicas, más presionadas por la sociedad, en un porcentaje mayor) tienen una opinión muy negativa sobre su aspecto y no se sienten seguros para mostrarse ante los demás.

Cómo ayudarles a superar el síndrome de la cara vacía

Frente a este panorama inesperado, veamos algunas ideas para apoyar y ayudar a los jóvenes en este proceso:

  • Reforzar la autoestima. Los adolescentes necesitan ser escuchados y que les hagamos caso. Sus palabras son importantes y deben sentirse apoyados y no enjuiciados. No podemos quitarle importancia a sus temores, tenemos que estar ahí para ayudarles a que se sientan bien consigo mismos y que aprendan a valorarse por sí mismos, no por lo que los demás puedan pensar o decir de ellos.
  • Mejorar la comunicación con ellos. Explicarles que poder ver la cara de los demás, ayuda a tener relaciones más directas y sinceras. Ver el rostro del otro ayuda a interpretar y entender las emociones que quieren expresar.
  • Respetar los tiempos. Que no sea obligatorio llevar mascarilla no significa que todos deban quitársela al mismo tiempo. Unos por motivos de salud, otros por vergüenza, cada alumno debe tener el tiempo que necesite para sentirse lo suficientemente seguro como para quitarse la mascarilla.
  • Apoyo psicológico en los colegios e institutos. En este último trimestre del curso, resulta imprescindible apoyar a los alumnos en sus inseguridades. Desde las Instituciones, se debería promover la contratación de psicólogos para priorizar la salud emocional de los adolescentes.
  • Realizar dinámicas de grupo. La adolescencia es la época de «me da vergüenza» y del «no quiero que me vean los otros, van a hablar mal de mí», más aún después de la pandemia. De las mejores herramientas que tenemos para superar esta crisis natural en la maduración de los niños es la de las dinámicas de grupo. Crear un entorno seguro en el que chicas y chicos puedan hablar —libremente y sin sentirse enjuiciados— de cómo se sienten, de cómo pueden apoyarse entre ellos y de la importancia de respetar y ser respetados, les ayuda muchísimo a comenzar a deshacer el nudo emocional de la vergüenza, a valorarse y a ponerse en la piel de los demás.
  • Montar una obra de teatro. Escribir y rep0resentar su propia obra de teatro puede ser un trabajo fantástico para sacar de dentro a fuera todos los temores y preocupaciones de nuestros adolescentes. Es importante que los adultos no intenten manipular estos escritos, por supuesto, pueden aconsejar, pero lo que nos interesa en este caso es que la obra ayude a verbalizar la angustia, la ansiedad y los temores tanto conscientes como inconscientes de nuestros adolescentes. Esta verbalización y representación de su realidad ayuda a la aceptación de sí mismos y de los demás, también a la comprensión de su mundo tanto interno como externo.